martes, 8 de febrero de 2011

¿Quién mató a la clase media argentina?




Antes de comenzar con este trabajo quiero mencionar dos puntos claves para comprender el presente ensayo y a su vez para visualizar el análisis que el autor desea presentar. En primer lugar el trabajo está netamente basado en mi opinión y conocimiento personal. No utilizo ningún tipo de bibliografía ni tampoco voy a hacer mención a alguna durante el trabajo. En segundo lugar, cuando hablo de “Clase Media argentina” no me refiero a la clase media de la República Argentina a lo largo de toda su historia, si no que lo realizo en base a un clase social durante un período determinado, y a su vez intento buscar las respuestas a los cambios, desapariciones, reapariciones y transformaciones que esta misma sufrió y cual fue el legado que se perdió y modificó con el paso del tiempo.







Datos sobre el autor.

Tomás Vera Ziccardi es un estudiante universitario argentino que desarrolló su infancia durante la década de los ‘90s en la República Argentina.






En este trabajo el título posee un doble rol. Por un lado se desempeña como título de un trabajo, de modo tal que resume todo un ensayo en pocas palabras y que a su vez posee cierto atractivo para el lector que lo llevará a interesarse por el texto. Por otro lado simula ser una hipótesis. Presentada en forma de interrogante, intenta otorgarle al lector un breve planteo de lo que será la búsqueda de una respuesta a esta pregunta. Si bien una pregunta necesita de una respuesta, en varias ocasiones podemos utilizar otra pregunta para comprenderla. En este caso creo que sería interesante para cada uno de ustedes plantearse diversas preguntas, tales como ¿Hubo un asesinato de la clase media?, ¿Fue acaso un suicidio a manos de la propia clase media?, ¿Es posible que nada de esto haya sucedido y en verdad estemos planteando cuestiones que no son de gran importancia? A continuación intentaré encontrar las respuestas a estas preguntas y principalmente a la que nos presenta el título. 
Desde muy temprana edad la República Argentina sobresalió del resto de las naciones latinoamericanas en diversas cuestiones. Ya sea por su Independencia, forma de gobierno, cuestiones militares, capacidad diplomática, inmigración, agricultura y demás tópicos que son de amplio conocimiento para el público en general. Lo cierto es que en parte debido a las grandes corrientes migratorias que recibió el país durante el siglo XIX y posteriormente el siglo XX, sumado a los movimientos políticos de fines del siglo XIX y comienzos del XX, Argentina experimentaría un fenómeno que tardaría en llegar al resto de los países de la región.





                         
Los inmigrantes europeos jugaron un rol fundamental en la constitución de la Clase Media argentina a finales del siglo XIX y comienzos del XX.




El paso de gobiernos elitistas y controlados por la clase alta argentina a los gobiernos de clase media, representaría todo un atractivo para los analistas políticos, sin embargo ya sea por los cambios en el contexto mundial (que iban desde nuevos modelos económicos a tácticas militares) tanto como los del contexto nacional (amplia llegada de inmigrantes europeos y la solicitud de participación en el poder por parte de la emergente clase media) la República Argentina estaba destinada al cambio social, que rápidamente se traduciría en un cambio político y también podríamos decir económico.
No voy a detenerme detalladamente en La Revolución del Parque, los cambios en la Unión Cívica Radical y el rol de los inmigrantes, si no que rápidamente voy a mencionar que durante la década del ’90 del siglo XIX y la década del ’10 del siglo pasado, tanto la gran cantidad de inmigrantes europeos, algunos de los cuales venían con sus ideas de cambio típicas de la situación política en el Viejo Continente, como las clases que estaban siendo relegadas en las ciudades bajo la aristocracia argentina de este período, solicitaban un cambio que llegaría por vías pacíficas o revolucionarias. Un cambio de poder a tal escala significaba el desplazamiento de unos por otros en la cúpula de poder, los partidos políticos y las agrupaciones sociales comenzarían a jugar un rol de suma importancia, más aun teniendo en cuenta que representaban los intereses de esta nueva clase, que si bien me olvidé de mencionar que no se desarrolló de un día para el otro, acarreaba algunas décadas de gestación.





                            
La Revolución del Parque de 1890 significó un cambio radical en el status quo de la Argentina. Tanto el poder político como la jerarquía social cambiarían sus bases durantes las siguientes décadas.




Es cierto que este período denominado “Suicidio de las Oligarquías”, demostró que parte del poder político fue cedido a la clase media, mientras que el control de los bienes de producción, las tierras y la economía en su conjunto permanecían bajo tutela de las élites nacionales. De todas formas como no deseo hacer un trabajo histórico voy a pasar por alto el seguimiento histórico de los cambios políticos y sociales en detalle.
Volviendo al eje del trabajo, la clase media argentina logró alcanzar el poder y desde el accionar de la UCR (Unión Cívica Radical, uno de los dos principales partidos políticos de Argentina) hasta la presidencia de Hipólito Yrigoyen, lograría establecerse en el poder y en la configuración administrativa del país, que cabe señalar conservaba parte de la organización de la clase alta, que por su lado continuaba siendo influyente.
Pasaron las décadas y nuevas clases sociales surgieron en el contexto nacional. Otra vez la Argentina era pionera en cuanto a cambios políticos y sociales dentro del continente. Ahora sería el turno de otro sector que hasta entonces había sido relegado de las decisiones políticas y del poder en sí. De todas formas durante este período y las décadas por venir algo continuaría igual. Esa fuerte consolidación de la clase media argentina no se rompería, y si bien parte de ella se volcaría hacia un partido, otro sector continuaría siendo fiel al partido que le dio posibilidades a su familia y otra parte seguiría sin una inclinación política determinada; la clase media argentina continuaría siendo un núcleo de poder político, social y económico extremadamente fuerte.





                                         
Conocido como "El Presidente de la Clase Media" con su llegada al poder, Hipólito Yrigoyen representaría los intereses de una fuerte clase media. A pesar de los diversos puntos que se pueden mencionar sobre sus dos administraciones y sobre su figura, "El Peludo" rompería con la hegemonía de la oligarquía en la Presidencia de la Nación de forma considerable.






Luego de la Revolución Libertadora, los primeros años del Peronismo y diversos golpes para esta clase media, la Argentina buscaría nuevos modelos políticos y económicos. Es cierto que el contexto internacional así lo ameritaba. Eran tiempos de cambio en todo el mundo, sin embargo no voy a detenerme en los famosos festejos de la clase media luego de la caída de Perón ni en un sector político de la clase media que se acopló al peronismo, tan solo menciono que esta numerosa clase social no actuó de forma homogénea y se volcó hacia un lado o el otro.
Una de las principales características de esta clase social era “La cultura al trabajo” y “El esfuerzo y sacrificio”. En parte un legado de los europeos, españoles e italianos entre otros, que desde temprana edad se dedicaron a buscar trabajo en el país y darle a sus hijos las oportunidades que ellos no habían logrado obtener. Estamos hablando de la posibilidad de acceder al estudio, acceder a la universidad, tener un trabajo fuera del sector primario y obtener salarios más altos que los suyos. Estos valores y sentimientos, una mezcla entre lo importado de Europa y lo nacional, no se perderían. Todo lo contrario, eran transmitidos de generación en generación, casi como un deber moral, e incluso, teniendo en cuenta las cuestiones de las décadas pasadas, un deber social.
Sin esfuerzo no había ganancias, sin estudio no había futuro y sin sacrificio no había progreso. Desde el panadero, zapatero, mecánico, sastre, carpintero, carnicero y arquitecto español e italiano, el esfuerzo para otorgarles a las futuras generaciones una situación más prospera y superior a las propias funcionaba como la máxima responsabilidad, tanto propia como colectiva. Porque después de todo los hijos y nietos de inmigrantes europeos eran compañeros en las escuelas normales, amigos en las plazas de barrio y pares en los clubes de barrio. En estos momentos podemos volver a decir que la clase media actuaba de forma homogénea.





                         
Los inmigrantes europeos que llegaron a la Argentina durante el siglo XX continuarían con la tradición del trabajo y la cultura del esfuerzo y el sacrificio. Valores morales que serían característicos de la Clase Media argentina a lo largo del siglo.





Estos valores y virtudes, en mi propia opinión, era lo cual llevó a mi país en un determinado momento a formar a los mejores arquitectos, ingenieros, abogados, médicos, economistas, políticos, periodistas y diversos académicos de toda América Latina. El sacrificio en la universidad y luego en el trabajo era una forma de devolverle al padre y a la madre que tanto habían trabajado, el esfuerzo realizado para brindarles aquella oportunidad.
Es cierto que muchos jóvenes aprendieron oficios, imitando a sus abuelos, padres y tíos. Oficios que años atrás eran sumamente respetados y bien remunerados. Oficios que hoy en día cuestan encontrar, y seguramente los pocos que logres encontrar te comenten, “sí, es una lástima que se haya perdido, pero yo no podía dejarlo, era lo que mi viejo y mi abuelo hacían para darnos el pan de cada día”.
Hoy en día, desde mi lugar como joven, es común escuchar, tanto a nivel local como internacional una pregunta difícil de responder. ¿Qué pasó con esos valores? ¿Qué pasó con esa Argentina?
Lo cierto es que duele mucho más escuchar a quienes se criaron durante esa época decir “qué lastima, los jóvenes de hoy en día” o “esto ya no tiene solución”. En parte, están en lo cierto. Muchos valores éticos y morales se han perdido. Pero más importante aun, la totalidad de los valores como sociedad y Nación sufrieron fuertes cambios que para aquellos que vivieron en la otra Argentina, difícilmente se puedan digerir. Con esto no deseo establecer la división que se realiza en el libro “Nuevo país, nueva pobreza”, cuando se habla de un país antiguo, el de los valores sociales y normas nacionales en contraposición al nuevo en donde esos principios quedaron fuera de lugar y vistos como anticuados, si no que busco señalar una clara distinción del momento al cual me refiero.
Pido disculpas por haber hecho mención a determinado libro habiendo prometido que no lo haría, pero no lo hice para mencionar bibliografía si no como consejo para el lector interesado en el tema. Al mismo tiempo que tampoco puedo hacer con grandes obras literarias como “Mi hijo el Dotor” o “Historia de La Clase Media Argentina”.
El abuelo que vivió los tiempos de Yrigoyen, el padre que se enorgulleció de los tiempos de Frondizi y el nieto que se crió con el retorno de la democracia y el gobierno de Raúl Alfonsín, fueron durante algunos años un orgullo que la clase media elevó como estandarte. Cada generación había vivido etapas y momentos históricos rotundamente diferentes, sin embargo los valores morales y la solidaridad ciudadana imperaban en todas las generaciones sin excepción. En parte debido a la tradición familiar y a la educación de los hijos de una forma determinada, y en parte debido a una sólida estructura que sería fuertemente atacada durante la década de los ‘90s.





                         
El Neoliberalismo le otorgaría al país la posibilidad de sentirse dentro del Primer Mundo. La vida diaria, los lujos, los viajes y las compras al por mayor caracterizaron a un período que minaría la situación política, social y económica de la siguiente década. A su vez este modelo atacaría fuertemente las bases y principios morales de la clase media tradicional.





La clase media sería un fuerte sector de la sociedad argentina muy difícil de desestabilizar. Una importante fuerza laboral y a su vez intelectual, que constituía gran parte de los profesionales universitarios del país. Por otro lado tenía una increíble fuerza política. Esta se encontraba dividida entre los dos partidos más importantes del país, el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical. A su vez la clase media siempre se caracterizó por estar fuertemente involucrada en la política, valores que continúan hasta hoy en día en nuestras sociedad. Era común, a pesar de los tiempos por los que pasó la Argentina, el desenvolvimiento en la política y la credibilidad en la misma. Los adultos y jóvenes sentían una seria representación por parte de los partidos, quienes a su vez claramente defendían los intereses de la clase media.
En gran medida el respeto y compromiso para con el sentimiento de comunidad que existía, permitía la seguridad social, mejores posibilidades económicas y una mejor relación entre todas las clases sociales del país.
Si la clase baja tenía la mano de obra y la clase alta tenía los nexos económicos y diplomáticos, la clase media tenía la fuerza laboral altamente calificada y la formación necesaria para tirar las riendas de todo un país.
Gran parte de los académicos y escritores de estas décadas habían sido criados en el seno de una familia de clase media y continuaban siendo parte de la misma, es más se sentían orgullosos de pertenecer a un conjunto en el cual se sentían respetados e identificados. Porque es cierto que luego de haber pasado por la adolescencia en el secundario con los mismos compañeros provenientes de familias muy similares, la gran mayoría de los jóvenes poseían los mismos valores y aquellos que no los tenían eran los que resaltaban del grupo. Hoy parece ser que los que conservan esos valores son los que quedan afuera del grupo.
Una vez terminada la secundaria, en la universidad los jóvenes se mezclaban. No solo de diversos sectores ya que no eran lo mismo aquellos que provenían de la clase media de Avellaneda o José C. Paz que aquellos que provenían de la clase media de Caballito u Olivos. Pero las diferencias no resaltaban, ni tampoco los conflictos entre los mismos, ya que como dije antes, el armazón de clase media era tan amplio que cubría a diversos sectores de la sociedad argentina y que raramente llevaba a conflictos entre la totalidad.




                        
La Crisis de 2001 afectaría de forma negativa la estructura de la clase media. Varias personas de esta clase entrarían en serios problemas financieros mientras que el resto comenzó a orientarse hacia la clase baja o la clase alta, polarizando a la sociedad argentina entre ricos y pobres y rompiendo con un esquema que se remonta a los tiempos de Yrigoyen.





Luego de la universidad y una vez dentro de la población laboral, los hijos de la clase media continuaban con las tradiciones sociales y deberes morales que se les habían inculcado, en la mayoría de los casos se los transmitían a sus hijos. Antes de continuar, quiero aclarar que diversas personas pueden sugerir que esto no era así o que no fue su caso, de todas formas estoy hablando de manera generalizada y distinguiendo las características sociales y morales de aquella clase media.
El punto de quiebre se produce durante la década de los ‘90s. Luego de la administración Alfonsín y con la llegada del justicialista Carlos Menem, las cosas cambiarían seriamente para la clase media y su fuerte estructura social.
No podemos hablar de culpas o responsabilizar a Menem por esto. Lo cierto es que los tiempos a nivel mundial habían cambiado.
La Argentina había pasado, en el siglo pasado, de un país controlado por la aristocracia a un país gobernado por la clase media, a otro país en donde la clase baja fue representada y donde sus intereses primordiaron por sobre los de otros, a los duros momentos y constantes cambios durante las décadas de los ‘50s y ‘60s al regreso del peronismo y la cruel dictadura militar autodenominada como “Proceso de Reorganización Nacional” al regreso de la democracia, sin contar los continuos golpes de Estado propiciados por las Fuerzas Armadas y los cambios de gobiernos democráticos.
Pero en este momento en particular la Argentina atravesaba el Neoliberalismo en todo su esplendor. En donde no solo en el caso argentino, gran parte de los valores morales y principios que tenían las sociedades fueron cuestionados por un capitalismo acérrimo que debía enorgullecerse de su victoria sobre el comunismo luego de la caída de la URSS, si no que también el consumismo y la creación de falsos ídolos llevarían al individualismo personal. Esto claramente contrastaba con las bases de la clase media tradicional argentina, que ya no podría pensar a nivel colectivo, ahora cada uno se valía por sí mismo, porque el mercado nos vendía la ilusión que éramos todopoderosos y que nada era imposible. La cultura del esfuerzo y sacrificio quedaría por el piso, en un mundo donde a los jóvenes se les enseñaba que no había límites y que todo era alcanzable con el mínimo esfuerzo.
De a poco y sin darnos cuenta varios principios esenciales de la tradicional clase media argentina se fueron perdiendo.
Por otra parte, durante esta época de privatizaciones y de vida al máximo, en donde siempre pedíamos por dos. Dos televisores, dos jeans, dos autos, dos todo, el consumismo enérgico y las oportunidades laborales que brindaron varias multinacionales que se radicaron, o que mejore dicho, radicaron en el país nuestros mandatarios, le concedieron la posibilidad a personas de escasa formación alcanzar puestos su gran jerarquía, claramente sin el menor esfuerzo posible.
Desde los constantes viajes a Miami hasta las fiestas multitudinarias, nos fueron inculcados nuevos valores que no podían ser rechazados debido a su lujo y brillo.
De esta forma los pilares de la Vieja Argentina se fueron erosionando. Los altos ejecutivos ya no les inculcarían a sus hijos los valores del sacrificio y el esfuerzo, ni tampoco el deber social y la responsabilidad ciudadana, si no que ahora los falsos principismos serían la mejor educación para los jóvenes de nuestros días.
Todo esto debido a que ellos mismos perdieron y a su vez desacreditaron los valores de sus antecesores. Su rápida llegada a los cargos más altos les permitía creer en si mismos y no en el esfuerzo, en pocas palabras tanto brillo los cegó.





                              
El ex Presidente Raúl Alfonsín conocido como "El Padre de la Democracia" es despedido por una multitud. Entre ellos se destaca la amplia concurrencia de la clase media, que despidió a uno de sus últimos representantes.





Desde la responsabilidad social hasta la educación cambiarían. Mientras que años atrás los maestros, profesores y docentes en su totalidad eran altamente respetados y no se les discutía por el solo hecho que eran ellos quienes estaban del lado del escritorio y no del pupitre y debido a que poseían una formación superior, ahora los jóvenes comenzarían a discutirles a sus maestros, como luego lo harían con sus superiores, como luego lo harían con todo lo que se les presentara por delante.
El respeto diario, desde un gracias hasta un de nada se perdieron por completo. En parte debido a que estos jóvenes no tenían que agradecerle nada a nadie, más que a ellos mismos. Es cierto que se creían los dueños del mundo y se autoproclamaban superiores a todo tipo de autoridad.
Como ya mencioné, las características pueden encontrarse en todos los ámbitos. Desde la política hasta gestos básicos en una sociedad, como el respeto a los mayores y el respeto a los superiores. Los nuevos valores eran completamente opuestos a los que sus antepasados habían defendido y promovido.
Otro factor fue el rápido desplazamiento y un surgimiento característico. Cuando hablo de desplazamiento hago referencia a que durante fines de los ‘90s y comienzos de los ’00s de nuestro siglo, gran parte de aquella antigua clase media se trasladaría a la clase baja o a la clase alta. En especial si observamos el contexto latinoamericano, con la desigualdad cultural, académica, educacional y económica, en donde no solo la brecha entre ricos y pobres se ensancha, si no que también la brecha entre los de arriba y los de abajo crece cada vez más, obligándoles a los del medio a ubicarse en alguno de los dos extremos de la escala. Con esto no quiero decir que los del medio desaparezcan, pero indudablemente varias personas, más teniendo en cuenta la crisis del año 2001 se trasladaron hacia las clases bajas o lo que algunos autores denominan actualmente como la clase media baja, mientras que otros subieron a la clase alta debido a sus importantes negocios personales. Pero no debemos confundir con la siguiente clasificación. Este es un surgimiento. Y es propio del capitalismo de comienzos de los ‘90s en los países emergentes y en los países en vías de desarrollo. Estamos hablando del surgimiento de una subclase social, que claramente es despreciada por la clase media y por la clase alta. Son un tipo de híbridos, que cargan en sus espaldas varios de los males que han atormentado, en este caso, a la Argentina. Estamos hablando de los “Nuevos Ricos” o “Pobres Ricos”, comúnmente denominados como Clase Media Alta o en idioma vulgar “gronchos” o “piojos resucitados”. Este sector de la sociedad se destacó por su oportunismo durante los años ’90, en donde sus negocios y capacidad para hacer lobby les permitió alcanzar esferas a las cuales les hubiera sido imposible llegar en otros momentos. En su mayoría provenientes de la clase media baja o directamente de la clase baja, más arraigados a Barracas que a Recoleta, esta gente que no se especializó en estudios ni acudió a la universidad, logró hacer negocios en una tierra donde los oportunistas progresaron más que los que hijos del sacrificio y el valor. Esto fue algo único de los años ‘90s y difícilmente hubieran podido llegar hasta donde llegaron sin haber sido por el neoliberalismo y las rápidas acciones en un país que vivía la ficción del Primer Mundo a costa de pagar todo a futuro. Varios de ellos fueron los que se hicieron “ricos” durante la crisis de 2001. Hábiles con el dinero, sus ahorros en dólares les permitieron hacer fortunas en tiempos donde el dólar superaba los cuatro pesos argentinos. Esta subclase logró hacer negocios a cuestas de otros que terminaron endeudándose durante los años ‘10s. Se ubican por fuera de las tradicionales clases sociales del país, y al igual que a todo grupo que surge debido a cuestiones particulares, su tiempo le habrá de llegar tarde o temprano.
Para mediados del año 2000 y posteriormente con la llegada y consolidación del kirchnerismo al poder, un determinado sector de la clase baja ascendería en la escala social.
Puede ser que esto se haya producido durante el menemismo, sin embargo fue durante los mandatos K que estas personas se alzaron a lo que hoy podemos denominar como uno de los sectores de la nueva clase media argentina. No solo carecen de los valores morales y principios sociales que la tradicional clase media ha sabido defender, si no que también su formación y capacitación es muy divergente. Al parecer el esfuerzo universitario y la retribución a los padres por el trabajo realizado quedaron de lado o mejor dicho jamás se visualizaron ya que provienen de otro sector social diferente. Con esto no intento ser despectivo ni incitar a ningún tipo de debate si no que es muy cierto que un sector de la clase baja subió y mejoró sus posibilidades laborales y de vida. Por otro lado también es cierto que su formación, desempeño y creencias morales y sociales divergen bastante de las que poseía la antigua clase media.





                                 
La República Argentina fue pionera a nivel continental en lo que respecta a la conformación de una fuerte clase media. Esto conllevó a la llegada al poder de la misma, lo cual introduciría cambios de toda índole, desde reformas universitarias hasta reconocimiento de derechos laborales.





Por otro lado la Argentina le ha concedido la oportunidad de prosperar a diversos comerciantes que antiguamente se encontraban dentro de los sectores más elevados de la clase media. Sus inversiones y expansión de negocios, en varios casos hacia el exterior, les permitió crecer en la escala social y económica. Los nuevos empresarios argentinos tienen un fuerte poder adquisitivo y una amplia formación, incluso con perfeccionamiento en universidades del extranjero, y todavía conservan varios de los valores y principios de la tradicional clase media. En parte no olvidaron sus raíces, caso que sí les sucedió a otros.
Hubo dos acontecimientos que me llamaron la atención en los últimos tiempos, en lo que respecta a la sociedad argentina. Frente a la desaparición de la clase social que hemos estado desarrollando a lo largo del trabajo me encontré con leves destellos de su presencia en nuestros tiempos. En primer lugar voy a mencionar el funeral y velatorio del ex Presidente de la Nación el Doctor Raúl Alfonsín. Durante este triste acontecimiento para nuestro país, se podía observar a miles de ciudadanos argentinos que se acercaron hasta el Congreso para despedir al Padre de la Democracia. Sin querer hacer referencia a cuestiones raciales o entrar en la mala interpretación de la xenofobia, la totalidad de las personas que acudieron al acontecimiento pertenecían a la antigua clase media argentina. A esta clase media de la cual he estado hablando de una desaparición y asesinato, ahora se presentaba para despedir a quienes ellos consideraban como el último político confiable. Por otro lado, durante el acto de apertura de la candidatura presidencial de Ricardo Alfonsín (hijo del ex Presidente Raúl Alfonsín), entre la multitud que lo acompañó y apoyó también pude vislumbrar a un fuerte sector de la antigua clase media, que parecían ser mayores de 50 años para establecer una media, sin embargo lograron también demostrar que sus nuevas generaciones aún continúan apoyando los mismos ideales políticos, que los llevarán al restablecimiento de sus ideales sociales.
Ahora bien, habiendo desarrollado el desenvolvimiento de la clase media, habiéndola identificado y señalando sus variaciones y principios a lo largo de las últimas cuatro décadas, es momento de responder a nuestro  principal interrogante, ¿quién mató a la clase media argentina? A pesar de mis últimas palabras, creo que aquella clase media fue destruida y no fue un suicidio, si no un asesinato. Pero a pesar de culpar en su totalidad al neoliberalismo, creo que las heridas mortales provinieron de diversas armas, lo cual nos llevaría a señalar a “quienes” mataron a la clase media. En parte es cierto, el neoliberalismo y la influencia de sus valores individualistas y consumistas llevaron a acabar con los valores morales de la clase media tradicional. Por otro lado el desgaste producido luego de tantos años y el duro golpe de los ‘90s también ayudaron a tumbar a la clase media. Los “Pobres Ricos” con sus negocios y saturación del mercado laboral durante la crisis del 2001 llevaron a que la clase media experimentara una fuerte caída. La pérdida de credibilidad en la política y en recuperar el lugar que durante tantos años ocuparon orgullosamente llevó a que de a poco dejen de luchar tan fuertemente como en décadas pasadas. El traslado a los polos por parte de las fuerzas de mercado y la realidad latinoamericana llevaron a que algunos sectores de la clase media debieran subir o bajar para continuar en la carrera. Por último, el surgimiento de una nueva clase media a manos de aquellos que durante la última década se elevaron socialmente provenientes de la clase baja y que a su vez desafiaron la hegemonía de la clase media argentina propició el fin de una de las clases sociales más fuertes y herméticas que supo mantener a la República Argentina durante tantos años.
Desde sus bases sociales y éticas en los inmigrantes europeos y el radicalismo de principio de siglo XX, pasando por el yrigoyenismo, los gobiernos de facto, el peronismo en todas sus etapas, el proceso de reorganización nacional, el regreso de la democracia, el menemismo y neoliberalismo hasta el kirchnerismo y un siglo XXI que amenaza con formar un nuevo esquema social que claramente se contrapone con el de esta clase, la clase media argentina ha sido uno de los pilares sociales, políticos, económicos y culturales más importantes de la Argentina, conservando una tradición y valores sociales que llevaron a la Argentina a lo más alto de la región y del mundo, sin embargo como es característico de la historia, las clases siempre se interponen unas sobre otras, y a pesar que hoy tengamos en el lugar de algunas a otras muy diferentes, la clase media argentina siempre va a ser la clase media argentina, y no me refiero a la misma de siempre, si no a esa que ya no está, a esa que a pesar de haberse ido dejó un legado sumamente interesante para repasar y para mantener en la memoria de lo que alguna vez fuimos como sociedad y como país.




                                                                              Tomás Vera Ziccardi.