Las implicancias del caso Snowden
¿Al servicio del Estado o al servicio del pueblo?
Autor: Tomás Vera Ziccardi.
Cuando en 2010 Wikileaks reveló una importante cantidad de cables diplomáticos de los Estados Unidos de América, se planteó una nueva discusión a nivel internacional, respecto al grado de seguridad nacional y el control sobre las comunicaciones de los estados. Tres años más tarde resurge en el horizonte un nuevo escándalo internacional con epicentro en los Estados Unidos. Edward Snowden, antiguo funcionario de la Agencia Nacional de Seguridad (National Security Agency), reveló información respecto al sistema de inteligencia estadounidense en cuanto a control, recaudación de información y espionaje sobre la ciudadanía y sobre las demás naciones del sistema internacional (entre ellas gran parte de los aliados de Estados Unidos). Claro está que el espionaje y el control de la población local han sido políticas de estado seguidas desde hace décadas, lo cierto es que presentan resonancia en el siglo XXI debido al auge de las comunicaciones y el libre acceso a la información. ¿Hasta qué punto uno accede a información libremente? ¿Cuál es el precio a pagar por dicho acceso? ¿Con qué frecuencia controla el gobierno nuestros pasos? ¿Dicho accionar contradice las libertades individuales esgrimidas en gran parte de las constituciones de Occidente? Estos interrogantes son tan solo algunos de los generados desde que el "Caso Snowden" cobrara relevancia global. Sin embargo, las implicancias de dicho acontecimiento han ido más allá de una mera discusión respecto a la seguridad nacional y el manejo de la información, nos han planteado ante el rol mismo de los agentes de seguridad e información estatal, ¿acaso cumplen un rol al servicio del Estado o lo hacen al servicio del pueblo? Esto podría generar dudas respecto a qué es el Estado, donde uno de sus componentes es la población, y qué es el pueblo, pero el verdadero debate yace en determinar hasta qué punto el pueblo forma parte de los lineamientos del Estado y de la defensa de los intereses nacionales y hasta qué punto se informa al pueblo respecto de las actividades estatales. Esto se debe a que Snowden ha sido atacado por gran parte del establishment estadounidense y al mismo tiempo defendido por sectores de la ciudadanía, siendo por momentos un héroe y por otros un villano. Si Snowden reveló información vital sobre la seguridad nacional, claramente evidenciamos que obró en contra del Estado, ahora bien, si buscó otorgarle mayor conocimiento a la ciudadanía sobre cuestiones que el propio Estado le oculta, podríamos señalar que la finalidad de sus acciones son válidas. ¿A quiénes representan las personas como Snowden, a la élite política y económica que gobierna o al pueblo, legítimo soberano del poder?
Todo comenzó a inicios de 2013 cuando Edward Snowden, funcionario de la NSA y CIA reveló a medios de comunicación europeos información vital respecto al sistema de seguridad estadounidense que incluía programas sobre espionaje a ciudadanos estadounidenses, organismos internacionales dentro del territorio estadounidense y a determinados aliados tales como gran parte de las naciones de la Unión Europea. Lo primero que podemos plantear respecto a dicho acontecimiento es el grado de control sobre la información vital de los estados. Claro está que más allá de la formación e instrucción que otorgan las principales agencias de seguridad nacional, los individuos pueden generar filtraciones y no compartir las proyecciones que el sistema impone y desea. El caso de Edward Snowden parece ser uno de ellos. Un funcionario interno revela información vital al mundo externo y terceras partes. Aquí debemos plantear dos serias cuestiones. Por un lado analizaremos la acción de Snowden y por otro abordaremos el grado de control que pueden llegar a tener los organismos estatales sobre quienes cumplen funciones al servicio de la nación.
Durante los últimos meses el denominado "topo de la CIA" fue severamente atacado por la burocracia estadounidense. Esto es algo entendible. Cuando un funcionario estatal revela información confidencial rompe con uno de los principales preceptos que guían a organismos nacionales tales como el FBI o la CIA, estamos hablando del secreto y la confidencialidad. Snowden sabía de antemano la forma en la cual se manejan este tipo de agencias, conocía donde trabajaba y al mismo tiempo sabía que algunas cuestiones respecto a su accionar podrían generarle un fuerte debate interno en cuanto a principios morales remite. Por otro lado, al ingresar a ciertos organismos tales como los mencionados, los funcionarios realizan un juramento, que en varias ocasiones puede ser por escrito, donde se comprometen a preservar los intereses de la nación y a guardar confidencialidad respecto a los intereses más trascendentales del Estado. Queda bastante claro que para los tecnócratas en Washington, Snowden fue, por decirlo en un lenguaje vulgar, un "traidor". Si uno escucha con atención las palabras que profesó el Secretario de Prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, respecto al Señor Snowden, se puede evidenciar el malestar por parte de la Casa Blanca y el bureau con el antiguo funcionario de la NSA. De todas formas, saliendo del debate moral que hemos abierto, los intereses del estado norteamericano van más allá de una mera traición o una cuestión de principios. Para Estados Unidos también estuvo en juego parte de su estrategia como hegemón a nivel internacional, perdiendo prestigio frente a otras naciones y siendo cuestionado por sectores de la comunidad internacional respecto al espionaje que realiza. Los costos fueron altos. Esto nos lleva a dos caminos, por un lado la Administración Obama buscó todo tipo de estrategias para repatriar a Snowden y realizarle un juicio concreto respecto a sus acciones. Esto conlleva un mensaje que podría ser decodificado como "aquellos que obren mal, reciben su castigo". Por otro lado nos encontramos con una lección que Estados Unidos busca dar no solo para reparar daños, sino también para prevenir a futuro casos similares al de Snowden. Si Snowden logra evadir al Estado, estaría demostrando que es posible revelar cuestiones de primer orden estatal y escapar de cualquier tipo de castigo. Para Estados Unidos, la posibilidad que se repita a futuro alguna situación como la de Snowden sería un serio problema.
Centrándonos en el eje opuesto al esgrimido, observamos la opinión de la ciudadanía estadounidense y de ciertos sectores de la comunidad internacional, tales como estados independientes, medios de comunicación y organismos no gubernamentales. Para dichos actores del sistema, más que un ""traidor", Snowden fue un héroe. Retomando el debate moral, el ex funcionario de la NSA obró de buena forma al explicar los mecanismos que utiliza el estado para alcanzar sus fines e intereses. Es posible que parte de estos mecanismos sean poco ortodoxos y que violen no solo principios y valores éticos, sino también leyes y derechos. El Estado no explicó a la ciudadanía el sistema de espionaje que utiliza a nivel interno. Es cierto que parte de lo cuestionado, posee sustento en leyes, gran parte de las cuales fueron sancionadas durante la Administración Bush en la búsqueda por combatir al terrorismo internacional (que podría desenvolverse a nivel nacional). Las leyes de seguridad nacional le otorgaron un gran poder y autonomía al Estado para accionar. Volviendo al punto, parte de la ciudadanía estadounidense sintió, una enorme distancia respecto del Estado y sus actividades, así como también un ocultamiento por parte de este, respecto a los mecanismos que utiliza para combatir a quienes no considera como aliados. Si Snowden actuó de forma tal que buscara informar al pueblo estadounidense respecto a las actividades en las cuales se desenvuelve el Estado, y cómo las desenvuelve, podemos comprender el porqué del apoyo que recibió por parte de la ciudadanía. Para gran parte de las personas, Snowden abrió la puerta a un enorme laberinto hasta aquel momento desconocido, de no haber sido por él, la sociedad desconocería de las mencionadas actividades. Ahora bien, aplicando cierto grado de juicio crítico observamos que las posiciones morales de la ciudadanía son cuestionables. Por un lado, el estado norteamericano ejerció una infinidad de actividades secretas sobre su población a lo largo de las últimas décadas, varias de las cuales fueron reveladas. Esto le permite al pueblo saber, que varias cuestiones no son nada nuevas. A lo mejor se poseía, hasta el momento, desconocimiento respecto a temas puntuales tales como los mencionados mecanismos de espionaje interno y externo, pero no se puede dejar de lado que el Estado mantuvo durante años este tipo de actividades, entre las cuales podemos mencionar la experimentación con plutonio sobre ciudadanos estadounidenses durante la década de los '40s y luego bajo el auspicio del Proyecto Manhattan, los programas del Proyecto Artichoke y Proyecto Bluebird remitidos al uso de técnicas de hipnosis, la participación en explosiones nucleares a las cuales fue expuesto personal militar a fin de comprobar los efectos de la radiación, entre una enorme cantidad de programas de la CIA y el FBI durante los últimos 70 años. Si uno deja de lado las cuestiones puntuales, el núcleo continúa siendo el mismo, Estados Unidos ha sido una nación que a fin de preservar sus intereses realizó programas que violan los derechos individuales de sus ciudadanos, sin importar si se trata del suministro de dosis de plutonio en hospitales públicos o espionaje a quienes forman parte de grupos religiosos musulmanes. De la misma forma podríamos mencionar que gran parte de las naciones del Sistema Internacional poseen cierto grado de conocimiento respecto a las actividades que Estados Unidos realiza. Esto nos lleva a concluir señalando que las acusaciones a dicha nación respecto a sus actividades o bien poseen un importante delay de 70 años o quienes las realizan lo hacen con fines particulares.
Tomando en cuenta la cambiante realidad internacional queda claro que incluso el concepto de Estado se ve afectado. El auge de las comunicaciones, el acceso a la información generalizado, los nuevos canales de información, las redes sociales y las presiones a las cuales se ve sometido el Estado en el Siglo XXI han llevado a replantear el rol medios - Estado - ciudadanía. Parte de esto es analizado por Martínez Pandiani en Diplomacia Pública y Medios de Comunicación, donde se exponen las fuerzas que ejercen presión sobre el Estado. Si tenemos en cuenta que los medios de comunicación y los nuevos canales de comunicación han cambiado la relación tripartita expuesta previamente, podemos comprender que el Caso Snowden ha potenciado una característica que ha cobrado relevancia en épocas recientes. Estamos hablando de los límites del Estado, la división entre lo público y lo privado, entre la actividad del Estado y la actividad de la ciudadanía, ¿hasta qué punto los medios han trastocado el accionar convencional del Estado? Tengamos en cuenta que la viralización del caso Snowden fue en gran medida gracias a los medios de comunicación, por lo cual observamos que efectivamente existe una presión ejercida sobre el Estado, llevándolo a este a tener que responder ante cuestiones que posiblemente en décadas anteriores hubiesen permanecido fuera de la vista de la sociedad. Ahora bien, justamente las implicancias del caso Snowden plantean una nueva lógica, y agregan un condicionante extra, que no estuvo presente en casos anteriores tales y como podrían ser Watergate o Wikileaks. Emana de la situación experimentada en 2013 el nuevo debate respecto a los secretos dentro de aquello que es secreto. En otras palabras, si el Estado continúa ejerciendo operaciones y actividades que no las expone ni justifica ante la ciudadadanía, qué tan secretas son las mismas. De abrirse una grieta debido a las filtraciones experimentadas por situaciones tales como la de Snowden, ¿podría llevarnos a un abismo en el cual se revele información sensible para una nación al punto que generaría cambios profundos? Esto se debe a que seguramente existan cuestiones sumamente controversiales, las cuales de ser reveladas ante el público general podrían producir caos social y cambios dentro de las instituciones de una nación. Esto posee cierta relación, aunque forma parte de otro debate, con lo expuesto en la introducción del presente artículo. Estamos hablando de las libertades individuales, y los derechos esgrimidos en constituciones como la estadounidense ¿Es capaz de cambiar pilares fundamentales de una nación, tales como la constitución, un escándalo de semejante magnitud? Difícilmente podamos responder a este tipo de preguntas, ya que estaríamos yendo demasiado lejos, de todas formas continúa imperando cierto escepticismo respecto a que este tipo de cuestiones tomen lugar. A pesar de ello, nos abre la puerta ante cuestiones que si bien son secundarias poseen mayor precisión, de las mismas hablaremos a continuación.
Durante su breve estadía en Hong Kong Snowden concedió una entrevista. Es interesante prestar atención a las palabras que el antiguo funcionario estadounidense emitió. En determinado momento Snowden habla de un concepto importante, "seguridad nacional" ¿De qué se trata la seguridad nacional? Estados Unidos es una nación que ha ejecutado todo tipo de acciones a fin de preservar la seguridad nacional. En este caso cobró relevancia por el espionaje ejercido sobre la ciudadanía y otras naciones que conforman el grupo de aliados estratégicos de Estados Unidos. Ahora bien, no estaríamos hablando de esto de no haber sido por personas como Snowden. Justamente, esto nos plantea ante el interrogante principal del artículo. Si Snowden no hubiera hablado, no sabríamos puntualmente varias cuestiones. Esto refuerza lo expuesto en párrafos anteriores, si bien sabemos el accionar de Estados Unidos no tenemos conocimiento puntual respecto a gran parte de sus actividades. Snowden claramente quebró una línea dentro de quienes sirven al Estado, y así como él decidió hablar, existirá cientos de miles de funcionarios que no lo hacen. Porqué deciden hablar o callar, es algo que no nos interesa, lo importante aquí es arribar a la pregunta ¿A quiénes sirven funcionarios como Snowden? El largo debate que hemos introducido confluye en esta última cuestión. Hemos hablado del rol del Estado y de las posturas de aquellos que formando parte de la burocracia local defienden cualquier tipo de actividad que el mismo ejecute. Al mismo tiempo hemos explicado el nuevo rol activo de la ciudadanía y las posturas de aquellos sectores que sostienen que acciones como las de Snowden son correctas. Ambas se relacionan con lo que buscamos demostrar, y esto es que existe una ambivalencia entre dos mundos que deberían de actuar de forma conjunta y en la misma dirección, pero que por diversos motivos no lo hacen, y al producirse discrepancias, salen a la luz todas las cuestiones de las cuales hemos estado hablando. Volvemos a enfrentarnos al mismo callejón sin salida, ya que si buscamos respuestas a nuestro interrogante encontramos que Snowden cumplió funciones ante el Estado, defendió sus intereses y prometió preservar cuestiones sobre el mismo que no deben de ser reveladas, pero al mismo tiempo su compromiso final es con el pueblo estadounidense, como funcionario nacional debe proteger a la ciudadanía y al pueblo, ya que en el recae la legítima soberanía. Es posible que ahora el lector pueda comprender que nuestro interés no es buscar respuestas a la pregunta que encabeza este escrito, sino que deseamos exponer ante sus ojos la ambivalencia imperante en cuestiones fundamentales como lo es la relación Estado - ciudadanía en el Siglo XXI. Existen dos posturas netamente opuestas, lo cual explica porqué existen personas que defienden a Snowden y quienes lo condenan. Para ambas partes Snowden está tanto al servicio del pueblo, como del Estado. Nosotros no podemos apoyar abiertamente alguna de las posturas, pero sí debemos apuntar que las implicancias del Caso Snowden han repercutido sustancialmente en la forma en que percibimos la realidad cambiante de nuestros tiempos.
Tomás Vera Ziccardi.
* La totalidad del presente trabajo es obra materia e intelectual del Señor Tomás Vera Ziccardi. Los derechos de dicha obra quedan reservados a TVZC por expreso pedido del autor.
Todo comenzó a inicios de 2013 cuando Edward Snowden, funcionario de la NSA y CIA reveló a medios de comunicación europeos información vital respecto al sistema de seguridad estadounidense que incluía programas sobre espionaje a ciudadanos estadounidenses, organismos internacionales dentro del territorio estadounidense y a determinados aliados tales como gran parte de las naciones de la Unión Europea. Lo primero que podemos plantear respecto a dicho acontecimiento es el grado de control sobre la información vital de los estados. Claro está que más allá de la formación e instrucción que otorgan las principales agencias de seguridad nacional, los individuos pueden generar filtraciones y no compartir las proyecciones que el sistema impone y desea. El caso de Edward Snowden parece ser uno de ellos. Un funcionario interno revela información vital al mundo externo y terceras partes. Aquí debemos plantear dos serias cuestiones. Por un lado analizaremos la acción de Snowden y por otro abordaremos el grado de control que pueden llegar a tener los organismos estatales sobre quienes cumplen funciones al servicio de la nación.
Durante los últimos meses el denominado "topo de la CIA" fue severamente atacado por la burocracia estadounidense. Esto es algo entendible. Cuando un funcionario estatal revela información confidencial rompe con uno de los principales preceptos que guían a organismos nacionales tales como el FBI o la CIA, estamos hablando del secreto y la confidencialidad. Snowden sabía de antemano la forma en la cual se manejan este tipo de agencias, conocía donde trabajaba y al mismo tiempo sabía que algunas cuestiones respecto a su accionar podrían generarle un fuerte debate interno en cuanto a principios morales remite. Por otro lado, al ingresar a ciertos organismos tales como los mencionados, los funcionarios realizan un juramento, que en varias ocasiones puede ser por escrito, donde se comprometen a preservar los intereses de la nación y a guardar confidencialidad respecto a los intereses más trascendentales del Estado. Queda bastante claro que para los tecnócratas en Washington, Snowden fue, por decirlo en un lenguaje vulgar, un "traidor". Si uno escucha con atención las palabras que profesó el Secretario de Prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, respecto al Señor Snowden, se puede evidenciar el malestar por parte de la Casa Blanca y el bureau con el antiguo funcionario de la NSA. De todas formas, saliendo del debate moral que hemos abierto, los intereses del estado norteamericano van más allá de una mera traición o una cuestión de principios. Para Estados Unidos también estuvo en juego parte de su estrategia como hegemón a nivel internacional, perdiendo prestigio frente a otras naciones y siendo cuestionado por sectores de la comunidad internacional respecto al espionaje que realiza. Los costos fueron altos. Esto nos lleva a dos caminos, por un lado la Administración Obama buscó todo tipo de estrategias para repatriar a Snowden y realizarle un juicio concreto respecto a sus acciones. Esto conlleva un mensaje que podría ser decodificado como "aquellos que obren mal, reciben su castigo". Por otro lado nos encontramos con una lección que Estados Unidos busca dar no solo para reparar daños, sino también para prevenir a futuro casos similares al de Snowden. Si Snowden logra evadir al Estado, estaría demostrando que es posible revelar cuestiones de primer orden estatal y escapar de cualquier tipo de castigo. Para Estados Unidos, la posibilidad que se repita a futuro alguna situación como la de Snowden sería un serio problema.
Centrándonos en el eje opuesto al esgrimido, observamos la opinión de la ciudadanía estadounidense y de ciertos sectores de la comunidad internacional, tales como estados independientes, medios de comunicación y organismos no gubernamentales. Para dichos actores del sistema, más que un ""traidor", Snowden fue un héroe. Retomando el debate moral, el ex funcionario de la NSA obró de buena forma al explicar los mecanismos que utiliza el estado para alcanzar sus fines e intereses. Es posible que parte de estos mecanismos sean poco ortodoxos y que violen no solo principios y valores éticos, sino también leyes y derechos. El Estado no explicó a la ciudadanía el sistema de espionaje que utiliza a nivel interno. Es cierto que parte de lo cuestionado, posee sustento en leyes, gran parte de las cuales fueron sancionadas durante la Administración Bush en la búsqueda por combatir al terrorismo internacional (que podría desenvolverse a nivel nacional). Las leyes de seguridad nacional le otorgaron un gran poder y autonomía al Estado para accionar. Volviendo al punto, parte de la ciudadanía estadounidense sintió, una enorme distancia respecto del Estado y sus actividades, así como también un ocultamiento por parte de este, respecto a los mecanismos que utiliza para combatir a quienes no considera como aliados. Si Snowden actuó de forma tal que buscara informar al pueblo estadounidense respecto a las actividades en las cuales se desenvuelve el Estado, y cómo las desenvuelve, podemos comprender el porqué del apoyo que recibió por parte de la ciudadanía. Para gran parte de las personas, Snowden abrió la puerta a un enorme laberinto hasta aquel momento desconocido, de no haber sido por él, la sociedad desconocería de las mencionadas actividades. Ahora bien, aplicando cierto grado de juicio crítico observamos que las posiciones morales de la ciudadanía son cuestionables. Por un lado, el estado norteamericano ejerció una infinidad de actividades secretas sobre su población a lo largo de las últimas décadas, varias de las cuales fueron reveladas. Esto le permite al pueblo saber, que varias cuestiones no son nada nuevas. A lo mejor se poseía, hasta el momento, desconocimiento respecto a temas puntuales tales como los mencionados mecanismos de espionaje interno y externo, pero no se puede dejar de lado que el Estado mantuvo durante años este tipo de actividades, entre las cuales podemos mencionar la experimentación con plutonio sobre ciudadanos estadounidenses durante la década de los '40s y luego bajo el auspicio del Proyecto Manhattan, los programas del Proyecto Artichoke y Proyecto Bluebird remitidos al uso de técnicas de hipnosis, la participación en explosiones nucleares a las cuales fue expuesto personal militar a fin de comprobar los efectos de la radiación, entre una enorme cantidad de programas de la CIA y el FBI durante los últimos 70 años. Si uno deja de lado las cuestiones puntuales, el núcleo continúa siendo el mismo, Estados Unidos ha sido una nación que a fin de preservar sus intereses realizó programas que violan los derechos individuales de sus ciudadanos, sin importar si se trata del suministro de dosis de plutonio en hospitales públicos o espionaje a quienes forman parte de grupos religiosos musulmanes. De la misma forma podríamos mencionar que gran parte de las naciones del Sistema Internacional poseen cierto grado de conocimiento respecto a las actividades que Estados Unidos realiza. Esto nos lleva a concluir señalando que las acusaciones a dicha nación respecto a sus actividades o bien poseen un importante delay de 70 años o quienes las realizan lo hacen con fines particulares.
Edward Snowden ha revelado información vital para los intereses nacionales de Estados Unidos. Su accionar ha sido sumamente cuestionado por parte del establishment estadounidense, al mismo tiempo que fue defendido por sectores de la ciudadanía nacional.
Tomando en cuenta la cambiante realidad internacional queda claro que incluso el concepto de Estado se ve afectado. El auge de las comunicaciones, el acceso a la información generalizado, los nuevos canales de información, las redes sociales y las presiones a las cuales se ve sometido el Estado en el Siglo XXI han llevado a replantear el rol medios - Estado - ciudadanía. Parte de esto es analizado por Martínez Pandiani en Diplomacia Pública y Medios de Comunicación, donde se exponen las fuerzas que ejercen presión sobre el Estado. Si tenemos en cuenta que los medios de comunicación y los nuevos canales de comunicación han cambiado la relación tripartita expuesta previamente, podemos comprender que el Caso Snowden ha potenciado una característica que ha cobrado relevancia en épocas recientes. Estamos hablando de los límites del Estado, la división entre lo público y lo privado, entre la actividad del Estado y la actividad de la ciudadanía, ¿hasta qué punto los medios han trastocado el accionar convencional del Estado? Tengamos en cuenta que la viralización del caso Snowden fue en gran medida gracias a los medios de comunicación, por lo cual observamos que efectivamente existe una presión ejercida sobre el Estado, llevándolo a este a tener que responder ante cuestiones que posiblemente en décadas anteriores hubiesen permanecido fuera de la vista de la sociedad. Ahora bien, justamente las implicancias del caso Snowden plantean una nueva lógica, y agregan un condicionante extra, que no estuvo presente en casos anteriores tales y como podrían ser Watergate o Wikileaks. Emana de la situación experimentada en 2013 el nuevo debate respecto a los secretos dentro de aquello que es secreto. En otras palabras, si el Estado continúa ejerciendo operaciones y actividades que no las expone ni justifica ante la ciudadadanía, qué tan secretas son las mismas. De abrirse una grieta debido a las filtraciones experimentadas por situaciones tales como la de Snowden, ¿podría llevarnos a un abismo en el cual se revele información sensible para una nación al punto que generaría cambios profundos? Esto se debe a que seguramente existan cuestiones sumamente controversiales, las cuales de ser reveladas ante el público general podrían producir caos social y cambios dentro de las instituciones de una nación. Esto posee cierta relación, aunque forma parte de otro debate, con lo expuesto en la introducción del presente artículo. Estamos hablando de las libertades individuales, y los derechos esgrimidos en constituciones como la estadounidense ¿Es capaz de cambiar pilares fundamentales de una nación, tales como la constitución, un escándalo de semejante magnitud? Difícilmente podamos responder a este tipo de preguntas, ya que estaríamos yendo demasiado lejos, de todas formas continúa imperando cierto escepticismo respecto a que este tipo de cuestiones tomen lugar. A pesar de ello, nos abre la puerta ante cuestiones que si bien son secundarias poseen mayor precisión, de las mismas hablaremos a continuación.
Durante su breve estadía en Hong Kong Snowden concedió una entrevista. Es interesante prestar atención a las palabras que el antiguo funcionario estadounidense emitió. En determinado momento Snowden habla de un concepto importante, "seguridad nacional" ¿De qué se trata la seguridad nacional? Estados Unidos es una nación que ha ejecutado todo tipo de acciones a fin de preservar la seguridad nacional. En este caso cobró relevancia por el espionaje ejercido sobre la ciudadanía y otras naciones que conforman el grupo de aliados estratégicos de Estados Unidos. Ahora bien, no estaríamos hablando de esto de no haber sido por personas como Snowden. Justamente, esto nos plantea ante el interrogante principal del artículo. Si Snowden no hubiera hablado, no sabríamos puntualmente varias cuestiones. Esto refuerza lo expuesto en párrafos anteriores, si bien sabemos el accionar de Estados Unidos no tenemos conocimiento puntual respecto a gran parte de sus actividades. Snowden claramente quebró una línea dentro de quienes sirven al Estado, y así como él decidió hablar, existirá cientos de miles de funcionarios que no lo hacen. Porqué deciden hablar o callar, es algo que no nos interesa, lo importante aquí es arribar a la pregunta ¿A quiénes sirven funcionarios como Snowden? El largo debate que hemos introducido confluye en esta última cuestión. Hemos hablado del rol del Estado y de las posturas de aquellos que formando parte de la burocracia local defienden cualquier tipo de actividad que el mismo ejecute. Al mismo tiempo hemos explicado el nuevo rol activo de la ciudadanía y las posturas de aquellos sectores que sostienen que acciones como las de Snowden son correctas. Ambas se relacionan con lo que buscamos demostrar, y esto es que existe una ambivalencia entre dos mundos que deberían de actuar de forma conjunta y en la misma dirección, pero que por diversos motivos no lo hacen, y al producirse discrepancias, salen a la luz todas las cuestiones de las cuales hemos estado hablando. Volvemos a enfrentarnos al mismo callejón sin salida, ya que si buscamos respuestas a nuestro interrogante encontramos que Snowden cumplió funciones ante el Estado, defendió sus intereses y prometió preservar cuestiones sobre el mismo que no deben de ser reveladas, pero al mismo tiempo su compromiso final es con el pueblo estadounidense, como funcionario nacional debe proteger a la ciudadanía y al pueblo, ya que en el recae la legítima soberanía. Es posible que ahora el lector pueda comprender que nuestro interés no es buscar respuestas a la pregunta que encabeza este escrito, sino que deseamos exponer ante sus ojos la ambivalencia imperante en cuestiones fundamentales como lo es la relación Estado - ciudadanía en el Siglo XXI. Existen dos posturas netamente opuestas, lo cual explica porqué existen personas que defienden a Snowden y quienes lo condenan. Para ambas partes Snowden está tanto al servicio del pueblo, como del Estado. Nosotros no podemos apoyar abiertamente alguna de las posturas, pero sí debemos apuntar que las implicancias del Caso Snowden han repercutido sustancialmente en la forma en que percibimos la realidad cambiante de nuestros tiempos.
Tomás Vera Ziccardi.
* La totalidad del presente trabajo es obra materia e intelectual del Señor Tomás Vera Ziccardi. Los derechos de dicha obra quedan reservados a TVZC por expreso pedido del autor.