La relación Estados Unidos - América Latina en la inmediata post
Segunda Guerra Mundial.
Luego de la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos de
América quedaron enmarcados como uno de los principales actores del Sistema
Internacional. Su posición económica, geopolítica y militar le permitieron,
junto a los demás estados victoriosos en la contienda mundial, consagrar lo que
sería el nuevo orden mundial que imperaría luego de la guerra.
Debemos remontarnos al año 1944, aun cuando los aliados
continuaban en batalla contra el eje,
para comprender un acontecimiento de suma trascendencia para lo que
sería el orden de post guerra. En dicho año se consagra la Conferencia de
Dumbarton Oaks, donde los aliados formularon las negociaciones pertinentes para
el establecimiento y creación de lo que sería la Organización de las Naciones
Unidas. Dumbarton Oaks fue previa a Bretton Woods y a la Conferencia de Teheran,
al mismo tiempo que fue posterior a Yalta y Postdam, esto es importante
señalarlo ya que nos demuestra un período clave de la conformación del mundo
que diseñaban las partes triunfantes en la contienda bélica.
Las tratativas alcanzadas en Washington buscaron la creación
de una institución internacional que lograra mejorar aquellos puntos donde su
predecesor, la Sociedad de las Naciones, había encontrado problemas, al mismo
tiempo que representó los intereses particulares de las partes. Esto puede
verse representado en la conformación del Consejo de Seguridad de la ONU. Ya
desde la presente reunión se diseñó su conformación, incluyendo a los miembros
triunfantes del bando de los aliados. Sería posterior el tema de China, y las
pujas entre la Unión Soviética y Estados Unidos con respecto a esta nación.
Recordemos que la situación del gobierno chino durante estos años sería
sumamente desequilibrada, los nacionalistas de Chiang Kai-shek y los comunistas
de Mao Tse-Tung llevaría a cabo una ardua lucha hasta la instauración de la
República Popular, pero esta temática no forma parte del presente trabajo, por
lo cual les aconsejo a los señores lectores que deseen expandir sus
conocimientos sobre la cuestión, que visiten mi trabajo CHIANG KAI SHEK Chiang Kai-shek.
Dentro de la configuración del Consejo de Seguridad también
se incluyó el derecho a veto. Cuestión que sería sumamente criticada por varios
estados latinoamericanos, y que incluso continúa siendo cuestionada el día hoy,
principalmente por naciones de suma importancia en América Latina y dentro de
las cuales incluso hoy día algunas empujan como eje de su política exterior la
reforma de dicho consejo, nos remitimos específicamente al caso de Brasil. Lo
importante a destacar del derecho a veto es que sentó las bases para un
desorden o desbalance en cuanto al poder real de los miembros del organismo. La
democratización de dicha institución no sería equitativa para todas las partes.
Recordemos cómo se encuentra diseñado el Consejo de Seguridad. El mismo posee
15 miembros, de los cuales 10 son rotativos, manteniéndose en su cargo por un
período de 2 años, los 5 restantes (Estados Unidos, Francia, Rusia, Gran
Bretaña y China) son permanentes y poseen el derecho a veto. Las cuestiones son
tratadas con una necesidad de aprobación de 9 votos afirmativos sobre el total
de 15, en general las más importantes tales como la autorización al uso de la
fuerza o la conformación de un contingente bélico para actuar en una
determinada misión, precisan de la aprobación necesaria de los 5 miembros
permanentes del Consejo, estimando que ninguno hará uso de su derecho a veto.
La formación de las Naciones Unidas plantearía ante las naciones latinoamericanas la posibilidad de emprender una tarea similar a la realizada en la Sociedad de las Naciones. A pesar de esto la conformación organizacional de la ONU sería sumamente criticada por las naciones de la región.
La postura de los Estados Unidos claramente correspondía a
la de una nación triunfante en la guerra que buscaría repartir ganancias entre
quienes participaron de la contienda en su favor, delimitando no solo la
participación de otras naciones, si no también, y como veremos luego limitando
la cooperación y ayuda hacia varias naciones.
Por parte de América Latina debemos tener en cuenta dos
cuestiones centrales, por un lado los años previos a la guerra, incluyendo el
accionar latinoamericano durante la década del '30, y por otro lado la
importante posición que vislumbró la región en la Sociedad de las Naciones y
que buscaría reiterar en las Naciones Unidas.
Las conferencias de Buenos Aires y Montevideo durante la
década del '30 habían logrado un importante triunfo para la diplomacia
latinoamericana. Estados Unidos reconocía el derecho a no intervención en los
asuntos internos de los estados y al no uso de la fuerza para el cobro de
deudas y demás cuestiones como justificación de la intervención. Desde la
Doctrina Drago a comienzo de siglo y la búsqueda de soluciones en conjunto para
la constante injerencia estadounidense en la región con métodos coercitivos,
América Latina había peleado por buscar limitar y restringir dichas prácticas
por parte de la potencia del norte. Es por esto que comprendemos que el largo
esfuerzo latinoamericano alcanza un punto de inflexión en la relación durante
la década del '30. A esto debemos sumarle la Política del Bueno Vecino
implementada por la Administración Roosevelt (de Franklin Delano Roosevelt
1933-1945) con búsqueda a mejorar la relación con la región. La Buena Vecindad
fue impulsada en correlación cronológica con la Séptima Conferencia
Internacional de Estados Americanos. Sería preciso, para los norteamericanos,
revertir su imagen en la región, la cual había sido bastante negativa durante
la dos primeras décadas del siglo XX, en especial debido a sus intervenciones
militares, uso de la fuerza, penetración en territorio de estados
latinoamericanos, apoyo por parte del poder político a corporaciones
norteamericanas en la región, y políticas tales como la del Big Stick o la
mismísima Diplomacia del Dólar.
La Administración Roosevelt encontró el apoyo de varios
vecinos latinoamericanos, y de esta forma la relación pudo mejorar en ciertos
aspectos. Lo cierto es que ya para la segunda mitad de la década la
administración demócrata se perfilaba principalmente hacia lo que era la
contienda mundial pronto a suscitarse en territorio europeo. Este período es
comprendido por varios analistas como el paso de la región a un lugar relegado
en la agenda norteamericana, a pesar de esto debemos tener en cuenta lo que
significó el cambio en la relación con la política de la Buena Vecindad y el
reconocimiento a ciertos principios que para América Latina eran primordiales y
fundamentales.
Centrémonos en el segundo aspecto que hemos introducido, el
accionar latinoamericano en la Sociedad de Naciones. El impulso y la creación
de la organización fue sumamente bien recibido por las naciones latinoamericanas.
Representaba la institucionalización de la búsqueda de consenso y formulación
de propuestas en común, un ámbito donde se podría reclamar como bloque
cuestiones centrales para la región. Es elocuente en relación a lo expuesto,
evidenciar la participación de dichas naciones en el organismo. Naciones tales
como Argentina, Brasil, Chile, Perú, Colombia, Uruguay, Venezuela, Paraguay y
Nicaragua se apuntaron para formar parte desde sus inicios. México se uniría a
posterioridad. De todas formas evidenciamos como las principales naciones de la
región se unieron a la Sociedad de Naciones. América Latina realizaría un
importante accionar, principalmente en lo que sería la idea de seguridad
colectiva y también la de cooperación internacional, dos de los pilares y ejes
fundamentales del organismo. La experiencia latinoamericana en la SDN sería
notoriamente positiva y sentaría precedente para toda la región.
Considero relevante adicionar otro punto clave en lo que
sería este momento histórico para América Latina. En el año 1945 se lleva a
cabo en México la Conferencia de Chapultepec. La misma tuvo la participación de
gran parte de las naciones americanas, al mismo tiempo que contó con ausencias
relevantes. Las partes llevaron a la mesa de negociación las relaciones entre
sí y estados extra continentales ante cuestiones que afecten su seguridad. La
reciprocidad en cuanto a la asistencia y la limitación en conjunto a
restricciones al uso de la fuera serían las claves de dicha conferencia. Lo
importante a destacar va a ser la
necesidad de reunión buscada por las partes para responder frente al nuevo
escenario que se estaban gestando para la post Segunda Guerra Mundial. América
Latina precisaría una reacción en conjunto frente a los cambios, y varias de
las partes percibían que dicha respuesta sería necesaria bajo la relación con
Estados Unidos, algo que como veremos más adelante dará lugar a distintas
interpretaciones.
Franklin Delano Roosevelt. El trigésimo segundo presidente de los Estados Unidos de América sería el impulsor de la Política del Buen Vecino, la cual sentaría un cambio rotundo en la relación Estados Unidos - América Latina.
Habiendo estipulado la posición y el accionar de ambas
partes durante las décadas y años previos a la Segunda Guerra Mundial, es
momento de analizar cómo fue su relación en el inmediato futuro, y como se
vislumbra un choque de intereses, realidades divergentes y objetivos
particulares.
América Latina sufre un fuerte golpe al observar que dentro
del orden de postguerra no aparecía como un actor relevante. Esto lo tenemos en
cuenta dentro de todo, bajo el forjado multilateralismo de las Naciones Unidas.
La conformación del Consejo de Seguridad significó un severo cuestionamiento
por parte de las naciones latinoamericanas, quienes veían en dicho órgano un
avasallamiento a la democratización del multilateralismo. Para Estados Unidos
las cosas eran distintas. En el nuevo mapa geopolítico, la toma de decisiones y
el mando más alto se encontraba limitado a un restringido número de naciones,
no había lugar para una participación más amplia que incluyera a las naciones
latinoamericanas. A pesar que estados como Brasil y Colombia participaron de la
contienda, los beneficios que obtuvieron fueron más vinculados al sector
económico que a la inclusión en la toma de decisiones de la gobernanza mundial.
Aquí denotamos un primer clivaje entre las partes, América Latina esperaba un
lugar más acorde en el nuevo orden mundial, algo que era completamente
imposible de realizarse bajo la óptica estadounidense.
Tengamos en cuenta otro aspecto sustancial. La post guerra
significó un momento histórico donde los aliados se repartieron las ganancias
de la contienda previa, para lo mismo se llevaron a cabo varias conferencias
entre vencedores, en donde se conformó parte del sistema geopolítico de la
segunda mitad de la década del '40, en las mismas América Latina no obtuvo
lugar alguno de participación efectiva y real. Esto también nos demuestra la
exclusión realizada principalmente por Estados Unidos. El ideal activado por la
SDN y el accionar de las potencias latinoamericanas en dicho organismo, esperanzó
a un región entera, algo que no se repetiría con la creación de las Naciones Unidas,
donde a pesar de la participación como miembros fundacionales de varios estados
de la región, su visión con respecto a la conformación y estructura de dicha
organización distaba bastante de lo que habían esperado.
Se logra evidenciar un eje sustancial en la relación con el
cambio de administración en los Estados Unidos. La salida de FDR y la entrada
de Truman al poder significó también un cambio en la relación Estados Unidos -
América Latina. Ya habíamos hablando acerca del cambio rotundo en la agenda de
los Estados Unidos con respecto a la guerra y su participación. Esto se
experimentó durante el año previo al conflicto y ya durante todos los años que duró,
de todas formas, al entrar Truman a la Casa Blanca, se agudizó. Para la nueva
administración, América Latina poseía poca relevancia, y el esfuerzo de guerra,
en especial la culminación de la lucha contra los japoneses, estaba consumiendo
todas las energías de Washington. Truman contemplaría una mayor relevancia para
las cuestiones que atendían al rol de su nación en el orden de postguerra, las
problemáticas de América Latina habían quedado postergadas, y recibirían poca
atención.
Un tercer punto de suma relevancia, y del cual no hemos
hablado hasta el momento, es el inicio de la Guerra Fría. Los Estados Unidos ya
tenían bien en claro quienes resultarían vencedores de la guerra, y dentro de
la planificación posterior, se incluía el diseño de los límites al comunismo, su expansión y el rol cada vez
más preponderante que jugaba la Unión Soviética a nivel mundial. La puja de
poder con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas significaría la
centralización por parte de Estados Unidos de intereses primordiales. Combatir
al comunismo, diseñar un plan efectivo, restringir su accionar e influencia en
otras regiones del mundo (donde América Latina se encontraba incluida) y
comenzar a preparar a la nación para lo que sería la lucha ideológica contra el
comunismos internacional (donde evidenciamos el Macarthismo con un alto nivel
de relevancia). Sería para Estados Unidos central el inicio de la Guerra Fría,
y para América Latina si bien era uno de sus primordiales intereses comprender
y diseñar un accionar para dicho período, todavía no era relevante el clivaje
ideológico y el posicionamiento dentro uno de los dos bandos que tendrían
primacía durante la bipolaridad.
Harry S. Truman. Trigésimo tercer presidente de los Estados Unidos de América. Sus políticas hacia América Latina difirieron en comparación a las de su antecesor. Vinculado a culminar la guerra y la posterior reconstrucción de Europa, dejaría de lado a la región en relación a los intereses primordiales de la agenda de Washington.
Centraremos nuestro cuarto eje de la relación en el aspecto
económico. Comenzaremos describiendo por un lado las estrategias
norteamericanas para la reconstrucción de Europa y luego nos posicionaremos en
la situación económica de América Latina para finalmente poder desarrollar la
relación en términos económicos.
Estados Unidos poseía como interés la planificación para
reconstruir Europa de la devastación que dejó la guerra. Por una parte varios
de sus aliados se encontraban allí, sumado a que ahora debía controlar parte de
un área geográfica que había sido ocupada por el enemigo. El apoyo a Francia,
Gran Bretaña y Alemania sería clave. Al mismo tiempo otras naciones tales como
los Países Bajos, Italia, Suecia, Noruega, Islandia, Grecia, Dinamarca,
Bélgica, Luxemburgo y la propia Austria eran trascendentales para los intereses
estadounidenses en Europa Occidental, Europa Central y Europa del Norte. La
reconstrucción de dichas naciones se llevó a cabo, en parte, mediante el
conocido Plan Marshall. Dicho mecanismo de préstamos e importantes flujos de
dólares hacia el viejo continente es una temática demasiado extensa, la cual
considero que debería llevar acompañado un desarrollo y análisis sumamente
fundamentado, pero me veo imposibilitado de realizar esto en el presente
escrito.
Vamos a señalar que el Plan Marshall arrojó beneficios
sumamente positivos. Los avances en cuanto a industria fueron excepcionales
durante los primeros años para gran parte de las naciones receptoras del plan.
Europa Occidental había logrado mejorar su situación social mediante la
reactivación económica, y comenzaba a sentar sólidas bases de lo que sería su
sostén durante la Guerra Fría. Las naciones que recibieron la ayuda claramente
estaban ubicadas bajo la órbita norteamericana en la Guerra Fría. En parte, la
ayuda económica fue concebida como la necesidad por parte de Estados Unidos
para reconstruir Europa, hacer de la misma una región fuerte económicamente, con
economías capitalistas y sociedades adaptadas a dicha mecánica económica, donde
el comunismo no pudiera ingresar, y fuera visto como un aspecto negativo para
dichas sociedades. Naciones avanzadas, vinculadas económicamente a Estados
Unidos, con un fuerte desarrollo industrial, posicionadas en oposición a la
URSS, eran un pilar fundamental para Washington en su rol a nivel mundial.
Contar con el apoyo de Europa no era algo menor.
Por otro lado debemos tener en cuenta que Gran Bretaña y
Francia no solo habían peleado junto a Estados Unidos (algo que debería ser mencionado
de forma inversa, es decir Estados Unidos peleó del lado de Francia y Gran
Bretaña) sino que ambas naciones eran miembros permanentes del Consejo de
Seguridad y aliados estratégicos en la lucha contra el comunismo internacional.
Tanto Francia como Gran Bretaña habían
obtenido control territorial sobre parte de lo que fuera la Alemania Nazi, en
la inmediata rendición alemana, algo que luego sería conformado en conjunto a
lo que disponía Estados Unidos, en la República Federal de Alemania, comúnmente
conocida como Alemania del Oeste.
En la imagen apreciamos a George Marshall. Secretario de Estado de la Administración Truman, llevó a cabo el plan que posee su apellido para la reconstrucción europea.
América Latina había estado experimentando durante la década
del '40 un proceso de industrialización de primera fase (en naciones como
Argentina, Brasil y Chile dicho proceso había sido previo a este período
histórico). El modelo agro exportador había demostrado sus límites,
principalmente frente a las fluctuaciones del mercado externo (al cual se
encontraba fuertemente atado) y a su vez en cuanto al deterioro de los términos
de intercambio que sufrían los productos primarios de la región frente a los
manufacturados que demandaba. En las naciones más avanzadas de la región,
tomaremos el caso de la República Argentina y la República Federativa del
Brasil, se vislumbró la necesidad de sostener un modelo industrial de segunda
fase, donde la dependencia con respecto al mercado externo no vulnerara la economía
nacional y también donde el gasto remitido a productos industrializados
provenientes de Europa y Estados Unidos no afectaran tan fuertemente la balanza
de pagos. El modelo de sustitución de las importaciones sería clave para la
segunda mitad de la década del '40 y durante toda la del '50. Sería preciso
ampliar las áreas del desarrollo industrial, suplantando con la industria
nacional producción propia que palearía a los productos extranjeros. Esto
implicaría una menor demanda de bienes del exterior, al mismo tiempo que la
dependencia del mercado externo disminuiría. Claro está que uno de los
principales ejes del modelo ISI fue el fortalecimiento de un mercado interno
que absorbiera la producción de materias primas y también la de bienes
manufacturados. El peronismo y varguismo implementaron dichos modelos
en sus respectivas naciones. Las clases sociales medias urbanas precisaban de
salarios acordes para poder consumir dichos bienes, por lo cual se llevaron a
cabo importantes reformulaciones en materia laboral, salarial y sindical. La industrialización
y la ampliación de la misma necesitaba de un elemento clave, el capital. Durante
las décadas del '20 y '30 en ambas naciones se había experimentado una
reactivación industrial, la cual precisó por un lado del financiamiento privado
(externo principalmente) y por otro del gasto público (principalmente de las
remesas remitidas a las aduanas y de los ingresos del sector agro exportador
redistribuidos hacia la industrialización). Esto evidenció la necesidad de
disponer de capital para el proceso industrial. Ahora bien, durante las décadas
del '40 y del '50 la necesidad de disponer de capitales e inversiones aumentó,
más si tenemos en cuenta la ampliación de los sectores industrializados y en
algunas naciones que llevaron a cabo la segunda fase de industrialización, con
ciertos rasgos de la denominada industrialización pesada.
Brasil, luego de idas y venidas con respecto a su
posicionamiento en la contienda bélica, se involucró en la guerra junto a los
aliados, una vez finalizada la misma, Getulio Vargas obtuvo apoyo
norteamericano para impulsar las industrias del sector ferroviario, químico, automotriz,
entre otras, las cuales se localizaron en las regiones sur, centro sur y centro
este del Brasil. Por su parte la Argentina de Juan Domingo Perón había
mantenido en años previos (con otros gobiernos) una posición bastante peculiar,
suscitando controversias para Estados Unidos, quien veía con cierta
desconfianza a la nación sudamericana. Argentina había declarado su
neutralidad, y no participó bélicamente del conflicto. Su declaración de guerra
hacia el eje fue tardía, ya sobre el final de la guerra cuando tanto Alemania
como Japón capitulaban. No obtuvo beneficios por parte de Estados Unidos debido
a que no participó bélicamente del conflicto, distinto al caso de Brasil que sí
desplegó tropas en el continente europeo. De todas formas la nación había sido
la más próspera económicamente de toda América Latina durante las décadas
previas, algo que históricamente le había otorgado un determinado margen de
maniobra. No poseía el grado de dependencia con respecto a Estados Unidos que
tenían otras naciones latinoamericanas, había sido sumamente crítica de las
políticas intervencionistas de los Estados Unidos en la región, y era un
hegemón regional consagrado con amplia influencia en varios de sus vecinos. Su bonanza
económica proveniente de un modelo agro exportador fuertemente vinculado a
Europa, sumado a un grado de industrialización notable, le permitían
desprenderse del grupo de naciones económicamente dependientes de Estados
Unidos (si bien en los últimos años las inversiones y los negocios
norteamericanos en territorio argentino habían aumentado). Al mismo tiempo, Argentina
se diferenciaba de otras naciones latinoamericanas en lo que remitía a su
estructura social. Las clases medias urbanas en los principales centros
industriales del país, tales como Córdoba, Rosario, y el sur de Buenos Aires
habían ampliado su número notablemente, al mismo tiempo disponían de salarios
sumamente elevados en comparación a los de sus pares de la región, por lo cual
el consumo interno existía, y a pesar de la dispersión y polarización del
mismo, existía un mínimo mercado de consumo a nivel nacional. Todo esto le
otorgaba a la nación argentina una posición distinta. Complementariamente, sus
reservas nacionales eran abundantes, lo cual le permitió financiar parte de los
proyectos industriales, al mismo tiempo que el gobierno central quitaba parte
de los réditos de las exportaciones de carne vacuna y trigo para invertirlos en
industria. Tanto Brasil como Argentina son la demostración más tangible de
dicho proceso industrial.
Las demás naciones latinoamericanas realizaron sus primeros
pasos en lo que refiere a industrialización, remitiéndose a sus pilares
económicos. En ciertos países la extracción de minerales obtuvo relevancia, en
parte debido a la inversión extranjera y a la del estado en materia
tecnológica. Otras naciones, realizaron un breve inicio industrial, sus
economías continuaban estando sumamente vinculadas al modelo exportador de
materias primas, y a pesar de esta nueva etapa, la demanda de bienes
manufacturados extranjeros no disminuyó en términos notorios.
El ISI arrojó resultados satisfactorios para países tales como
Argentina, Brasil, Chile, México y Uruguay, en sus primeros años la producción
industrial aumentó en porcentajes que superaban las dos cifras, el mercado
interno se expandió y la economía se reactivó luego de lo que había sido la
fluctuación debido al descenso del consumo de sus exportaciones en los mercados
europeos golpeados por la guerra. De todas formas el modelo ISI encontró sus
propios límites, fue un modelo sumamente satisfactorio en el corto y mediano
plazo, que debía ser acompañado a posterioridad por un segundo proceso de
industrialización, algo que no todos lograron realizar, y que alcanzaron tan
solo las históricamente poderosas naciones de la región.
El modelo ISI arrojó resultados satisfactorios en varias naciones latinoamericanas. A pesar de esto, su rendimiento fue de corto y mediano alcance, y necesitó de un segundo proceso de industrialización, algo que no todas las naciones latinoamericanas lograron llevar a cabo.
Teniendo en cuenta lo expuesto con anterioridad, las demandas
de una mayor atención por parte de América Latina hacia los Estados Unidos en
materia económica aumentaron. La región solicitaba la ayuda de su vecino del
norte para impulsar sus modelos industriales y al mismo tiempo para que absorbiera
sus productos. En primer lugar el mercado estadounidense, que contaba con
notable amplitud, no absorbió en grandes proporciones la producción
latinoamericana. En segundo lugar las corporaciones estadounidense operantes en
territorio latinoamericano (principalmente en América Central y el Caribe)
obtenían grandes cantidades de materias primas mediante la firma de acuerdos
establecidos en décadas previas, que eran sumamente desproporcionales y que prácticamente
no otorgaban beneficios económicos para dichas naciones.
Lamentablemente la ayuda económica por parte de Estados
Unidos hacia América Latina no era de su interés. Estados Unidos había señalado
que la ayuda del Plan Marshall iba destinada exclusivamente hacia las naciones
europeas, y que América Latina no formaría parte del plan. No solo es
interesante observar los intereses que ocultaba el Plan Marshall, sino también
tener en cuenta las palabras del propio Secretario de Estado, Marshall. Él
señaló que América Latina no se encontraba dentro de los intereses inmediatos
de Estados Unidos. Tanto en el accionar como en el discurso Estados Unidos se
alejaba de la región. Los términos económicos tomarían un nuevo impulso para
ambas partes, y quedó establecida la conflictividad emanada de las diferencias
económicas y del accionar llevado a cabo por el Plan Marshall.
Señalaremos y analizaremos a continuación otro de los ejes
centrales de la relación durante este período, el cual tomaremos como quinto
eje central de la relación Estados Unidos – América Latina.
En el año 1947 se reunió en la ciudad de Rio de Janeiro la
Conferencia Interamericana para el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad del Continente.
En la misma se da origen al famoso Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca (TIAR) también conocido como Tratado de Rio. Naciones tales como Argentina,
Brasil, Chile, Colombia, México (que luego lo abandonaría), Estados Unidos y
Cuba (es importante mencionar el caso cubano-estadounidense ya que el TIAR será
invocado con motivo del bloqueo sobre la isla de Cuba), entre otros miembros.
Las principales naciones del continente reconocían un acuerdo de acción
conjunta ante el ataque de un estado sobre una de las partes signantes del
tratado, sosteniendo que un ataque sobre una nación americana sería
interpretado como un ataque hacia el conjunto de estados americanos. El tratado
estipula el uso de la fuerza en caso de legítima defensa (fundamentado en la
Carta de las Naciones Unidas) y el accionar en conjunto, es decir las partes
aportan su ayuda hacia aquella nación que se haya visto atacada. El mecanismo
de acción que compone el TIAR es de suma importancia si tenemos en cuenta el
momento histórico. No solo por el avance de la Guerra Fría, sino también por los
temores de Estados Unidos y de América Latina ante un ataque externo sobre una
de sus partes. Tengamos en cuenta que el TIAR se firma en 1947, es decir dos
años antes que el Tratado del Atlántico Norte (1949). No es un dato menor,
demuestra el accionar diplomática latinoamericano para crear mecanismo de
respuesta conjunta ante un mundo que se tornaría cada vez más violento. Ahora
bien, surge aquí una larga y controversial disputa de posturas académicas. Por
un lado están quienes sostienen que el TIAR fue la expresión estadounidense de
blindar la región a la entrada del comunismo y la posible presencia de una
potencia extra continental actuando en
el continente americano. Estados Unidos había comenzado a exacerbar su lucha
contra el comunismo, los años del macarthismo y la propaganda anticomunista en
el país del norte serían características de este período histórico. Tengamos en
cuenta que el temor a la fabricación de armamento nuclear por parte de la URSS
alertaba a los Estados Unidos, sumado a la influencia que había desplegado en
los últimos años la nación europea sobre América Latina a través de
organizaciones de amistad soviética, de sus embajadas y mediante el apoyo a
partidos políticos comunistas de la región. Para los Estados Unidos encontrarse
en una lucha de escala mundial frente a la URSS planteaba un desarrollado y
complejo accionar, pero aun más lo era si el enemigo se presentaba en sus
cercanías, ya no en suelo europeo o en el continente asiático, sino en el
continente americano. Por otro lado encontramos a quienes sustentan que el TIAR
es la conclusión de un largo proceso ejecutado por las naciones
latinoamericanas que poseía su origen en la necesidad de diseñar un mecanismo
jurídico que obligara a las partes a actuar conjuntamente en el caso de
amenazas externas. Al mismo tiempo, si Estados Unidos era signatario del
tratado, esta nación se vería imposibilitada de seguir interviniendo
militarmente en el continente, largo e importante anhelo de las naciones del
continente que durante décadas habían luchado para cesar el accionar unilateral
norteamericano sobre sus repúblicas. A esto ha de sumársele el temor que se
presenta en varias naciones de América Latina con respecto al inicio de la
Guerra Fría. Como hemos mencionado, la URSS había estado expandiendo su
influencia en la región, en lo que varios autores han denominado "de forma clandestina", y ahora se
presentaba para varios sectores sociales, agrupaciones y partidos de izquierda
como una opción interesante. Los gobiernos de derecha y centro derecha se
alertaron acerca del nexo entre dichos actores internos y la Unión Soviética,
por lo cual un acuerdo en el cual se vinculara a Estados Unidos sería sumamente
satisfactorio para reducir cualquier tipo de accionar soviético en sus naciones
que pudiera comprometer fuertemente a los grupos de poder.
El TIAR fue creado en 1947 cuando las naciones del continente americano se reunieron en Rio de Janeiro. Las interpretaciones sobre su constitución, eficacia y alcance fueron objeto de reiteradas críticas a lo largo de las últimas seis décadas.
Nuestro análisis propio no sustenta de forma unilateral la
supremacía de ninguna de las dos teorías, consideramos que el TIAR presenta
elementos por parte de ambas partes. Si bien no fue como varios se atrevieron a
decir en su momento, que el TIAR era "la
institucionalización más perversa de la Doctrina Monroe", consideramos
que dicho acuerdo denosta los intereses de Estados Unidos por emular ciertos
aspectos de la Doctrina Monroe de 1823, buscando limitar la participación de
las naciones y poderes extra continentales en suelo americano. Un tratado que
involucrara a la mayoría y más importantes partes de América Latina era
naturalmente un alivio para Estados Unidos, de corte momentáneo para asegurarse
la no injerencia de potencias tales como la URSS en el continente. Al mismo
tiempo no percibimos al TIAR como una imposición por parte de los Estados
Unidos, varias naciones latinoamericanas encontraban en el tratado la
conclusión de su larga lucha por limitar el accionar agresivo y unilateral de
Estados Unidos en la región, al mismo tiempo que buscaban preservar la paz en
la región en lo que sería un mundo que a partir de la independencia de la India
(1947-1948) y con el posterior proceso independentista de las colonias en Asia
y África, se tornaría sumamente beligerante y violento. Para naciones tales
como Brasil, Argentina, Chile y Colombia preservar la paz continental era
fundamental para poder centralizarse en sus proyectos nacionales y también para
incentivar el desarrollo económico. Varias naciones latinoamericanas observaron
con la conclusión de la firma del TIAR un triunfo de la diplomacia por sobre el
uso de la fuerza, y nosotros así también lo comprendemos. Podemos finalizar
diciendo que el Tratado fue un punto fundamental en la relación Estados Unidos
- América Latina durante el período de la post Segunda Guerra Mundial. El mismo
representó los intereses, temores, necesidades y proyectos de ambas partes con
respecto a lo que sería la dinámica del mundo durante la futura década de los '50s.
Desde el año 1889 cuando se inicia la Primer Conferencia
Panamericana en Washington se da lugar a un serie de largas conferencias bajo
el ideal del panamericanismo y el
auspicio de los Estados Unidos de América. Lo cierto es que en el año 1938,
cuando se lleva a cabo la Octava Conferencia Panamericana en Lima, tendrá lugar
la última de estas reuniones, ya que se verán interrumpidas por la contienda
bélica a nivel mundial. Durante todo el período en el cual se expandió la
guerra, no se celebrarían reuniones panamericanas. Sería en el año 1948 cuando
tomara lugar la Novena y anteúltima Conferencia Panamericana en la ciudad colombiana
de Bogotá. Analizaremos la importancia de dicha conferencia y lo emanado de la
misma, ya que representa el sexto y último aspecto fundamental que tomamos en
cuenta en este trabajo como punto de relevancia en la relación Estados Unidos -
América Latina en el período de la post Segunda Guerra Mundial.
La adopción de la Carta de la Organización de Estados
Americanos en la Conferencia de Bogotá creó la Organización de Estados
Americanos (OEA, conocida en inglés como Organization of American States),
organismo internacional de carácter regional donde se encuentran aglutinados
prácticamente la totalidad de miembros del continente americano desde Canadá
hasta Argentina. La creación de la OEA fue un importante paso dado por las
naciones latinoamericanas hacia la institucionalización de las reuniones,
conferencias y encuentros que habían estado realizando durante más de un siglo.
La OEA también significó la asistencia a un mecanismo regional
institucionalizado. Si bien el sustento de la ONU continúa siendo importante, ahora
el continente poseía su propio organismo. Los estados más importantes del
continente fueron signatarios y ratificaron internamente el tratado, entre los
mismos encontramos a la República Argentina, la República Federativa del
Brasil, los Estados Unidos de América, la República de Chile, la República de Colombia,
la República de Cuba (que luego sería expulsada, presentando un hito sumamente
relevante en la relación Estados Unidos - América Latina) y los Estados Unidos
de México. La Carta de la OEA constituyó los órganos internos del organismo,
entre los cuales se destacan la Asamblea General, el Consejo Permanente, el Consejo
Interamericano para el Desarrollo Integral y la Secretaría General. En la Conferencia
se dio origen a la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre,
primer tratado internacional de derechos humanos provisto por la región. La
Declaración sería el precedente de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
del año 1969. La Declaración de los Derechos enumera una serie de derechos,
deberes y obligaciones entre los cuales se destacan los derechos a la vida,
libertad, protección de la familia, protección de la infancia y derecho a la
educación, entre tantos otros. Es importante mencionar esto ya que observamos
cómo durante este período adquiere gran relevancia la cuestión de los Derechos Humanos
en el continente americano. Mientras que varias regiones del mundo aun se
encontraban bajo el yugo colonial, las naciones latinoamericanas creaban
mecanismos y acuerdos donde quedaran estipulados los derechos y obligaciones de
sus ciudadanos, lo cual es sin lugar a dudas un logro notorio para la región.
En la reunión de Bogotá también se estipuló la resolución pacífica de
controversias entre los estados miembros, y el no uso de la fuerza entre las
partes ante litigios en común. Como podemos observar el alto grado de
institucionalización que engloba 1948 para América Latina, sería fundamental.
Tanto en materia de Derechos Humanos, solución pacífica de controversias, la
misma OEA y el respaldo al TIAR, el proceso de institucionalización es uno de
los hitos más importantes en la relación Estados Unidos - América Latina. Para
el momento, América Latina disponía de un organismo con sede en Washington,
donde pudiera llevar sus reclamos y propuestas, y donde principalmente pudiera
sentar a Estados Unidos ante cualquier tipo de interferencia militar en la
región. Por parte de Estados Unidos la OEA significaría sentar las bases del panamericanismo, a la vez que buscaría
expandir sus políticas regionales a través del organismo, como lo fue por ejemplo la
negociación emprendida por dicha nación para expulsar a Cuba del organismo en
la década de los '60s.
La Organización de Estados Americanos se encuentra conformada por prácticamente la totalidad de las naciones del continente americano. Los estados más importantes del continente fueron signatarios y miembros fundacionales de dicha organización, constituída en la Conferencia de Bogotá en el año 1948.
Luego de haber enunciado, desarrollado y analizado los seis
hitos centrales podemos señalar que la relación Estados Unidos - América Latina
durante el período contiguo a la Segunda Guerra Mundial estuvo marcado por
conflictos, clivajes, cooperación y asistencia mutua. Sería un momento
histórico en el cual América Latina alcanzaría grandes logros, como la
limitación a la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de las
naciones de la región, pero también serían duros años, donde se evidenció la negativa
a cualquier tipo de ayuda económica para los proyectos nacionales de
industrialización, el Plan Marshall no miraría hacia América Latina. Los
Estados Unidos encontraron importantes acontecimientos tales como la adopción
del TIAR en Río 1947, pero vería seriamente cuestionada la mecánica que había implementado
en décadas pasadas en la región, ahora adoptaría una nueva articulación, la
cual la veremos representada en Guatemala 1954 y luego de la Revolución de 1959
en Cuba con la posterior Invasión a la Bahía de Cochinos, la Crisis de los
Misiles y las negociaciones en Montevideo para expulsar a Cuba de la OEA. El
temor al expansionismo del comunismo en la región guiaría los futuros años de
la relación para la perspectiva estadounidense, mientras que para América
Latina tanto Cuba como Guatemala demostrarían el descontento generalizado, al
ver como Estados Unidos continuaba operando de forma unilateral en la región,
mientras que también la agenda económica, el desarrollismo y las nuevas políticas
industriales cobraban fuerza.
Las décadas del '50 y '60 serán de gran valor para la
relación entre ambas partes, presentarán acontecimientos que marcaron un antes
y un después en la relación Estados Unidos – América Latina. Las políticas de
la Administración Eisenhower, el cambio de políticas con la llegada de Kennedy
al poder, La Alianza para el Progreso, la creación del BID (Banco
Interamericano para el Desarrollo), Cuba, los modelos desarrollistas en América
del Sur, la situación en México, la confrontación Estados Unidos - Unión Soviética
en Cuba (Crisis de los Misiles de 1962), el rol de Ernesto Guevara en América Latina,
la influencia de la United Fruit Company en las naciones de América Central y el
Caribe, la influencia castrense en América
Latina, el impacto de la revolución cubana, las posturas de Argentina y Brasil,
los golpes de estado en naciones como Brasil (1964) y Argentina (1962 y 1966),
el rol preponderante que juegan nuevamente las fuerzas armadas en la vida
política de los estados latinoamericanos, la bipolaridad y su influencia en el
contexto latinoamericano, ente tantos otros acontecimientos serían centrales
para la relación entre Estados Unidos y América Latina, y demostrarían que para
comprender su propio desarrollo es preciso remontarnos a los años de la inmediata
post Segunda Guerra Mundial, donde tanto América Latina como los Estados Unidos
diseñan su marco de acción frente a un escenario internacional que les
plantearía dilemas a ambos, demostrando que por momentos la cooperación sería
necesaria, por otros los clivajes fruto de las diferencias aflorarían y también
explicándonos otro de los capítulos más interesantes de la historia de las
relaciones entre Estados Unidos y América Latina.
Tomás Vera Ziccardi.
Bibliografía consultada.
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- Vera Ziccardi, Tomás; La influencia de Estados Unidos en América Latina, en www.tomasveraziccardi.blogspot.com , Buenos Aires, 2010.
- Autores Varios; América Latina y Estados Unidos: de Monroe (1823) a Johnson (1965), Editorial Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1971.
* La totalidad del presente trabajo es obra material e intelectual del Señor Tomás Vera Ziccardi. Los derechos de dicha obra quedan reservados a TVZC por expreso pedido del Autor.
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