domingo, 15 de junio de 2014

La gran carrera americana.



La gran carrera americana.







Autor: Tomás Vera Ziccardi.




Los Estados Unidos de América nos tiene acostumbrados a disparidades y brechas en varios ámbitos sociales y económicos. Actualmente se ha profundizado la brecha en un espectro sumamente complejo. La crianza y educación de los hijos es una de las herramientas más relevantes con las que cuentan las naciones para desarrollar los denominados "recursos humanos de alto valor" en un mundo donde el capital humano es indispensable para el desarrollo nacional. Las desigualdades entre los diversos sectores sociales en los Estados Unidos se agudiza a la hora de observar el grado de importancia que le otorgan a la formación de sus hijos. A medida que el proceso de ascenso social profundizado en los '60s se consolidó, un importante sector de los denominados blue collar workers experimentó mejoras salariales y en su estilo de vida, lo cual conllevó a que buscaran otorgarle mejores niveles de educación a las próximas generaciones. De esta forma el salto en la escala social experimentado en los '80s y '90s por los hijos de aquellos trabajadores manuales fue evidente. Sus descendientes se encontraban ahora dentro del denominado grupo de white collar workers. Varios de ellos accedieron a posiciones en el nivel corporativo, estatal, educativo y el área de servicios. Lógicamente, al igual que sus padres, buscaron continuar con el progreso social mediante la formación de sus hijos. Dado que el salto de blue collar workers a white collar workers ya se había dado, el siguiente paso sería el ingreso de las próximas generaciones al ámbito educativo universitario y a las posiciones dirigenciales en el sector privado y público. De esta forma, los nietos y bisnietos de aquellos blue collar workers de los '60s y '70s agudizarían el proceso de evolución social.   

Llegado a nuestros días, el mencionado proceso en el apartado anterior ha arrojado resultados adversos, o mejor dicho resultados no esperados. Así como las clases medias y medias altas estadounidenses cada vez invierten más en la educación de las futuras generaciones, las clases bajas se encuentran imposibilitadas de destinar parte de su limitado ingreso a la educación de sus descendientes. Esto no solo agudiza las diferencias entre estratos sociales, también limita las posibilidades futuras de los jóvenes estadounidenses. Tal como veremos en el presente ensayo, el desarrollo educativo condiciona notoriamente los futuros alcances profesionales en una sociedad como la estadounidense, que constantemente precisa producir recursos humanos altamente calificados para competir en la cúspide internacional. En el siglo XXI, la educación se ha convertido en la herramienta más relevante para el desarrollo de los estados independientes. Estados Unidos ha comprendido esto y busca competir al más alto nivel. Es preciso observar el denominado proceso de parenting y cómo los futuros líderes estadounidenses son considerablemente influenciados desde jóvenes mediante el sistema educativo. Después de todo, Estados Unidos evidencia cómo otras naciones destinan cada vez más recursos a la formación educativa y profesional de sus sociedades. La competencia ha comenzado hace largo rato, pero se ha tornado más compleja en años recientes. No solo se han sumado nuevos competidores, también se han elevado los estándares. Estados Unidos de América se prepara porque hoy más que nunca es preciso retomar las riendas de la "Gran carrera americana". 

Aquello que ha sido señalado en varias oportunidades como "sobreprotección" por parte de clase media estadounidense parece hoy tener bastante sentido. La preocupación por el futuro de los hijos ha pasado a ocupar los primeros puestos en la escala de prioridades de las familias estadounidenses. Con el fin del Estado de Bienestar, las garantías de un futuro prospero se diluyeron, dando lugar a incertidumbre laboral y profesional. Una breve carrera universitaria seguida de 30 a 40 años ininterrumpidos de trabajo para una misma compañía son estrategias solo aplicables al pasado, hoy día el mercado laboral estadounidense se ha tornado más complejo y demandante. Más y mejor estudio es igual a mayores posibilidades de acceso a un futuro estable y próspero. Los padres estadounidenses no tienen garantías que sus hijos obtendrán un buen futuro, mucho menos que lograrán asegurarles un lugar estable de trabajo. Ese futuro idílico que experimentaron ellos parece haber llegado a su fin. De igual forma, las herramientas a utilizar han cambiado. Esta pronta necesidad de adaptarse a la cambiante realidad ha empujado a millones de padres de la clase media estadounidense a centrar sus esfuerzos en la educación y formación de sus hijos. 







Las nuevas demandas del mercado y la sociedad estadounidense han llevado a que la clase media centrara sus esfuerzos en la formación y educación de las futuras generaciones. En consonancia con lo desarrollado por generaciones previas, el énfasis se ha puesto en el ascenso social mediante la formación educativa y profesional.





A pesar de lo expresado en última instancia, el constante ascenso social llevado a cabo desde los '60s en adelante por varias familias estadounidenses parece llegar a un punto donde o bien la movilidad se realiza a pasos menos agigantados o se presenta la imposibilidad de llevarla a cabo en una sola generación. Esto es lo que ha sido denominado como el "cuello de botella". El salto a la siguiente instancia no solo se dificulta porque hay menos espacios disponibles, también se da porque las exigencias son elevadas. La selección es voraz, solo los mejores podrán acceder a los mejores escalafones sociales. Es comprensible que nadie desee retroceder en la escala social, si lo focalizamos en dicha cuestión, se evidencia la presión familiar y social para el triunfo generacional. 

Previamente se mencionó el cambio en las pautas y normas del juego. Ello implicó la necesidad de cambiar las herramientas y estrategias a aplicar, de todas formas no explica del todo la cuestión de fondo. Al tornarse más complejo el futuro, prevalece la incertidumbre. Dicha incertidumbre es fundamental remitida a saber a qué se enfrenta uno. Las familias estadounidenses no tienen certeza del futuro, desconocen a qué se van a enfrentar, por lo cual la mejor estrategia a adoptar es la de un abordaje multidimensional, es decir con herramientas que les permitan reducir al máximo todo tipo de riesgos. La educación multidimensional siempre ha sido relevante en Estados Unidos, sin embargo hoy día cobró mayor fuerza. Se debe tener en cuenta que también existe una exigencia por parte del propio sistema. El mercado laboral ha ampliado las demandas. Los jóvenes precisan tener estudios de posgrado, conocimiento técnico específico, conocimiento de idiomas y sobre la realidad de otras naciones (en gran parte porque puede tratarse del destino en el cual se desempeñen a través de las grandes multinacionales o el propio estado estadounidense). De igual forma que las demandas extensivas cobran forma, se agudizan las intensivas. El mercado estadounidense está premiando a los graduados de universidades con mejor posición en el ranking nacional e internacional. Esto lleva a que los ingresos a las universidades sean más competitivos que en otras décadas. En conclusión, tenemos jóvenes que desde temprana edad son preparados por sus padres para ingresar a las universidades de élite, se preparan para ubicarse dentro de las mejores posiciones nacionales, al mismo tiempo que no restringen su conocimiento, actualmente nos enfrentamos a una generación que cuenta con conocimiento de chino mandarín, español, realidad social y política europea y latinoamericana sumado a experiencia educativa en otras naciones. 








Los estratos sociales medios y altos han posicionado a la educación de sus hijos en la cúspide de la escala de valores. En contraposición, las clases sociales bajas no logran destinar la misma cantidad de recursos a la educación. A medida que se exacerba dicha tendencia aumenta la denominada "educational gap" entre clases sociales.





Si bien lo explayado en los previos aparatados representa la realidad educativa estadounidense, lo hace de forma parcial. No todos los alumnos alcanzan dichos estándares. No todas las familias logran que sus hijos ingresen a las universidades del país (sin importar su ubicación dentro del ranking). Tal como se ha mencionado previamente, la brecha educativa en la sociedad estadounidense es amplia. En su edición de Agosto del presente año, la prestigiosa revista británica The Economist publicó un artículo titulado Choose your parents wisely (Parenting in America), donde contrapone la formación y situación educativa de familias en dos ciudades rotundamente divergentes: Bethesda, Washington D.C y Cabin Creek, West Virginia. Las familias formadas en los niveles más elevados influyen sobre sus hijos para que los mismos ingresen a las mejores posiciones en universidades nacionales. Centran sus esfuerzos en la formación y educación de los mismos. La inversión promedio de las familias de Bethesda duplica a las de Cabrin Creek. A ello hay que sumarle el trasfondo social. La tradición educativa se encuentra presente en las primeras, mientras que en las segunda menos del 6% de los padres poseen estudios de posgrado, por citar un ejemplo. El ambiente en el cual se desenvuelven ambos modelos de futuros ciudadanos difiere rotundamente, el concepto de triunfo social que ambos premian será divergente. El análisis realizado por The Economist deja en evidencia las diferencias entre ambos modelos sociales. Las clases bajas no pueden invertir en igual condiciones financieras y temporales que las clases medias en la educación de sus hijos. Definitivamente ello contribuye a una disparidad que se traduce a un incremento en la brecha social. En última instancia, cabe señalar que la propia carrera interna presenta diferencias sustanciales. Los concursantes no solo compiten en desigualdad de condiciones, también poseen identidades socio - culturales que llevan a que su escala de premios sociales sea diferente. Un joven de Cabin Creek posiblemente no logre terminar la escuela secundaria, al igual que sus padres y abuelos, y su objetivo inmediato luego de cumplir 18 años sea el de conseguir un trabajo manual, ubicándose dentro del sector de blue collar workers. En contraposición, el joven nacido y criado en Bethesda, cuyos padres ambos realizaron estudios de posgrado y sus abuelos pertenecieron al sector de trabajadores asalariados de white collar workers, posiblemente sepa que al terminar la escuela secundaria deberá ingresar a la universidad, y una vez terminada la misma tendrá que prepararse para ingresar a la escuela de graduados y realizar un estudio de posgrado. Su formación educativa no solo contó con el apoyo familiar y los cuantiosos aportes financieros de la misma, también posee la meta de continuar con el ascenso en la escala social.







Estados Unidos centra sus esfuerzos en posicionarse como una de las naciones con la mayor cantidad de "recursos humanos altamente capacitados". A dichos fines ha elevado las exigencias y metas de la Gran carrera americana.





El modelo productivo y económico estadounidense precisa de ambos jóvenes, tanto de los de Cabin Creek como los de Bethesda. Ambos son relevantes para la economía nacional, no todos pueden ser white collar workers, y varios deberán ser blue collar workers. Lo que resuena en nuestras mentes es la pregunta ¿acaso el propio sistema establece el futuro de ambos jóvenes? Ello implicaría que el sistema gana mientras imperen dichas condiciones, al mismo tiempo que tiene la capacidad de restringir o facilitar los posicionamientos sociales. La respuesta posiblemente sea sí, pero posee matices. El sistema no es una maquina superior que ordena fichas y las coloca en casilleros de acuerdo a necesidades y funcionalidades. Es algo mucho más complejo que ello. El sistema es el propio entramado social, los ámbitos donde se desarrollan ambos jóvenes, sus familias, comunidades, identidades, las instituciones de las cuales formarán parte, entre tantos otros pilares socio - económicos. Como se ha visto, no solo influye la inversión que destina cada familia, también es relevante es trasfondo social, los estadios previos alcanzados por la familia, las motivaciones, el impulso social, las metas y objetivos que tanto jóvenes como padres establecen y los proyectos largoplacistas. Para algunos la crianza y formación de los hijos lo es todo, porque han entendido que la educación es la llave al futuro en una sociedad que cada vez se torna más compleja y premia a quienes lograron alcanzar el academic success. Los padres modernos de la clase media estadounidense tienen presente que existen riesgos no experimentados previamente en otros momentos. Ellos afrontan preocupaciones que para sus padres eran inexistentes. Así también se ha visto que para otros padres las posibilidades de invertir en educación son escasas. Allí también juega un rol primordial la formación de las generaciones previas y el lugar donde hayan situado a la educación dentro de la escala de valores. Las metas largo y cortoplacistas también tienen su grado de injerencia. Las diferencias son notorias, pero también lo son las remitidas al familiar background. Retomando la línea de otros párrafos, tanto el sistema como la inversión y dedicación familiar a la crianza de los hijos juegan papeles centrales. Para unos la salida es a través de la educación, para otros es secundaria. Lo cierto es que la Gran carrera americana no se toma descansos, no conoce de pausas y tampoco espera a  quienes se quedan rezagados. La respuesta aparentemente la podemos encontrar en los objetivos nacionales. Así como las familias poseen determinadas metas para sus descendientes, también lo hacen las naciones. A lo mejor la gran carrera americana es tan solo una de las faces de la carrera mundial por el predominio global. Aquello que queda claro es que Estados Unidos tiene interés en desarrollar al máximo sus recursos humanos a la hora de competir contra potencias consolidadas (Japón, Alemania o el Reino Unido) y otras en proceso de consolidación (RPC, India o Brasil).





                                                                            Tomás Vera Ziccardi.





* El presente trabajo es obra material e intelectual del Señor Tomás Vera Ziccardi. Los derechos de dicha obra quedan estrictamente reservados a TVZC® por expreso pedido del Autor.


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