Je
suis François
Autor: Tomás Vera Ziccardi
La República Francesa ha experimentado cambios
profundos en décadas recientes. Dichos cambios son de diversa índole y su
complejidad varía enormemente. Podrían citarse los cambios geopolíticos desde
el involucramiento en Medio Oriente de la mano del ex presidente Chirac hasta la
participación en los bombardeos recientes tomados lugar en Irak contra el
Estado Islámico. También han tomado lugar cambios económicos, la situación
macroeconómica de 2006 dista bastante de la actual en un escenario post crisis
europea. Desde el espectro social y demográfico en los últimos 15 años Francia
ha cambiado. La inmigración tanto intra como extraeuropea ha modificado la
estructura social, derivando, entre otras cosas, en modificaciones del
escenario político. Allí también nos encontramos frente a un nuevo panorama,
partidos políticos como el Front National de los Le Pen han cobrado relevancia
nacional en una arena política pos-Sarkozy donde luego de tantos años
confinados en la oposición los socialistas lograron retornar al Elíseo de la
mano del niño mimado de la Ecole Nationale d’administration, François Hollande.
Todos estos cambios dan cuenta de la velocidad a la cual ha transitado Francia
los inicios del siglo XXI. Fiel a su historia y estilo los franceses continúan
esforzándose por ocupar uno de los lugares más prestigiosos en la cúspide
mundial. A pesar de esto, los mencionados “profundos cambios” han traído
aparejados nuevas problemáticas que ya no afectan a la nación gala en lo que
supieron ser sus vastos dominios coloniales, ahora el problema está en casa, en
la misma Place de la Concorde. Cuando el 7 de Enero último se produjo una
masacre en el semanario satírico “Charlie Hebdo” a muchos se nos presentó la
conjuración de todos estos cambios. Un problema geopolítico, cultural,
económico e ideológico, pero a la vez que trascendía todas y cada una de esas
barreras. Puede ser que dicho resultado difícil de comprender haya emanado de
la bestialidad de los mismos ataques, pero incluso en el escenario posterior
continúa quedando poco esclarecida la índole del problema. Posiblemente como
dijimos porque es una cuestión que engloba demasiadas variables detrás de un
solo hecho. Al verse atacada de forma desprevenida en uno de sus pilares por
excelencia, la República reaccionó como era de esperarse. Tanto la sociedad
como el ejecutivo de turno repudiaron los actos y buscaron dar una respuesta
inmediata frente a un sistema internacional que continuaba mirando hacia Paris
de forma perpleja. A pesar de los oportunismos políticos, la labor de la
administración Hollande fue apropiada y sumamente profesional, demostrando su
capacidad para dar respuestas frente a
crisis de semejante envergadura como también sabiendo obtener rédito político
de ellas.
En un extenso trabajo presentado hace unos meses y
titulado ¡Vive, vive, vive Hollande! hemos analizado la vida y carrera política
del actual presidente de la Quinta República, François Hollande. Allí se
trataron temáticas remitidas a geopolítica, política exterior francesa,
participación económica nacional en Medio Oriente y África, intereses
económicos extraregionales y participación militar gala por fuera de Europa. La
administración Hollande, a su vez, tuvo relación con los ataques al Estado
Islámico, suscitados en años recientes. Se involucró a nivel internacional con
la coalición que ha impulsado la encrucijada frente al terrorismo islámico.
Esto no quiere decir que los ataques de Charlie Hebdo guarden relación con el
manejo de la política exterior llevado a cabo por los socialistas, como se ha
mencionado previamente el atentado se explica por la conjuración de diversas
cuestiones que anteceden en el tiempo al actual gobierno. De todas formas ha
sido al ejecutivo encabezado por François Hollande al cual le ha tocado hacer
frente a la crisis. Si rememoramos lo expuesto en ¡Vive, vive, vive Hollande! puede observarse que la popularidad del presidente no solo era baja sino que
también venía en caída pronunciada desde hacía meses. El gobierno no había
logrado revertir la situación económica (algo que lo excede) y en el plano
político estaba flanqueado por ciertos
movimientos secesionistas internos y la expansión de la derecha moderada y la
extrema derecha. Los medios de comunicación también contribuyeron a acelerar la
decadente imagen del gobierno socialista que en 2012 había llevado un mensaje
de esperanza a toda la sociedad. Hasta el momento todo era cuestión de las
históricas y cotidianas problemáticas por las cuales atraviesa cualquier
ejecutivo nacional. Empero, con el atentado a Charlie Hebdo, Francia en su
totalidad quedó en jaque y atónita frente a uno de los atentados terroristas
más sangrientos que la nación recuerde en décadas recientes. Alejándonos de los
sectores que proclaman teorías que van desde el autoatentado hasta el rédito
que le generaría al gobierno, cabe mencionar que la situación inicial era una de
fifty-fifty, donde el gobierno podría salir perjudicado, destruyendo por completo
su imagen decadente, o salir revitalizado, logrando de esta forma reconstruir
una imagen social crítica. Es por esto que la actuación de Monsieur Hollande
sería clave, tanto por exceso como inacción, todo lo que hiciera tendría
consecuencias directas para su gobierno.
El presidente francés François Hollande (izquierda) y el Ministro del Interior Bernard Cazeneuve (derecha) envían un mensaje de tranquilidad frente a la sociedad luego de los atentados al semanario satírico "Charlie Hebdo".
Acostumbrados a su elocuencia discursiva, Hollande
no tardó en sostener que el atentado fue
“un acto de excepcional barbarie”. La crítica y el repudio, junto a su posición
omnipresente desde el 7 de Enero hasta el 9, le valieron de la aprobación
social, fruto del accionar que debe tener todo presidente. Su alocución
continuó enviando un mensaje de tranquilidad que imploraba por la unidad, algo
que se vio manifestado en “nada puede dividirnos, nada puede separarnos”.
Frente al desentendimiento social el presidente expresó que como jefe de los
franceses iba a seguir defendiendo la libertad como principio fundamental del
estado y la sociedad a la cual representa. Como ya mencionamos, tanto su
posición como las palabras de fondo que se pudieron recoger de sus centrados
discursos brindaron seguridad ante la sociedad, el ejecutivo haría todo lo que
tuviese a su alcance para esclarecer la situación. Justamente esto tomó lugar
de forma inmediata con el rápido despliegue de los servicios de inteligencia y
las fuerzas de seguridad para dar con el paradero de los terroristas. Ante la
inminente avanzada de los medios de comunicación con la información minuto a
minuto, el gobierno debió responder constantemente a los cambios que se
suscitaron a partir de la huida de los terroristas. No fue tarea fácil
encontrar a los sospechosos del atentado, mantener la unidad social y preservar
los pilares del estado y la sociedad francesa, pero podríamos decir que esas
fueron las tres principales metas de Hollande para salir de la crisis. Respecto
de la primera, dar con el paradero de los terroristas, el gobierno desplegó un
extenso operativo de seguridad interna, con más de 10.000 miembros de las
fuerzas armadas esparcidos por el territorio nacional, no solo en búsqueda de
los sospechosos, también expectantes a disipar cualquier tipo de nuevo
atentado, porque recordemos que una de las potenciales posibilidades que
manejaban por aquel momento los servicios de inteligencia era la de futuros
atentados simultáneos en diversos puntos del país. A su vez se debía vigilar
los puntos sensibles donde pudiesen llegar a tomar lugar dichos ataques,
principalmente establecimientos religiosos y estatales. Aquí se desprendieron
tres nuevos objetivos secundarios: otorgar seguridad a la ciudadanía, prevenir
nuevos ataques y cuidar el escenario postatentado. Para mantener la unidad
social, principalmente una vez resuelta la primera meta general, Hollande apeló
a hacer perdurar el “espíritu del 11 de enero”, que no se desvanezca el clamor
social emanado de las manifestaciones. Esto fue importante no solo por la
convulsión social interna, también por la imagen que enviaba Francia al mundo.
Tomando en cuenta los serios problemas socioculturales, era preponderante
mantener la unidad de la sociedad, en parte porque si analizamos en detalle las
palabras del presidente respecto a la unidad, reconoce cierto grado de
propensión a la división o mejor dicho la existencia de una grieta social.
Finalmente, la tercera meta que buscó preservar los pilares de la sociedad
francesa condujo a que el ejecutivo reforzara la idea de dilapidar cualquier
acto unilateral contra la igualdad, la libertad (en todas sus formas) y la
fraternidad. Si Hollande fallaba en esto, por más que el estado francés diera
con los sospechosos, la sensación que quedaría sería la de nuestros valores y
principios fundamentales como nación son permeables, y el presidente no podía
pagar un precio tan elevado.
El rol desempeñado por el presidente Hollande fue trascendental tanto durante la crisis como en el escenario posterior. Su manejo de la misma le permitió mejorar su imagen en cuanto a niveles de aprobación social.
Inexorablemente en cuestión de días Hollande logró
cumplir con las tres metas: cerró la cuestión de los responsables del atentado,
mantuvo la unidad social y reforzó los valores que su nación promulgó durante
los últimos siglos. El presidente logró superar la crisis, en parte porque dio
la imagen correcta frente a su sociedad, los medios de comunicación y la
comunidad internacional. Supo manejar el serio desenlace suscitado de la fusión
de variables sociales, políticas, internacionales y culturales. Estuvo presente
a todo momento, no se escondió a esperar que la crisis terminara, salió de su
despacho y se mantuvo al lado de una sociedad que necesitaba más respuestas
frente a tantas dudas. Su accionar incluso se extendió a los escenarios
ulteriores, el presidente mantuvo reforzado el operativo de seguridad nacional
al tiempo que a la semana amplió las operaciones militares en Irak frente al
Estado Islámico. Para muchos el envío del portaaviones Charles de Gaulle
implicó la posición del ejecutivo francés frente a los extremismos de toda
índole. Hollande no vaciló, se mantuvo firme en su respuesta. Forzó al manto
diplomático nacional a trabajar desde Naciones Unidas para que se pudiera
continuar con los bombardeos frente a ISIS. El mensaje final tuvo diversos
destinatarios pero mismo asunto: Francia no toleraría este tipo de violaciones
a sus principios más intrínsecos. Los momentos posteriores al atentado dieron
un alza en la imagen positiva del presidente fruto del manejo de la crisis.
Respecto al acontecimiento puntual, cerca del 88% de los franceses aprobó su
accionar durante la trágica semana que abatió a su nación. Los medios de
comunicación destacaron la forma en la cual el presidente resolvió el
conflicto, algo que le permitió subir algunos puntos en la escala de imagen
positiva. Las consignas de las manifestaciones sociales que pulularon a lo
largo de toda Francia hicieron de “Je suis Charlie” un nuevo símbolo de la
defensa de principios sociales y culturales para el pueblo francés. Lo que
sucedió fue que todos se sintieron Charlie Hebdo, el atentado afectó a la
población en su totalidad, pero también a cada persona, cada individuo
manifestó su pertenencia. En dicho sentido, también lo hizo el presidente de la
república, François Hollande. Su manejo de la crisis, la presencia social de su
gobierno y el reconocimiento por parte de la ciudadanía, los medios, los demás
partidos políticos y la comunidad internacional le permitieron al presidente
reclamar Je suis François, yo soy el abanderado en la lucha contra las diversas
formas de terrorismo que aquejan a nuestra nación. La aprobación social y la
remontada en la lucha por mantener una imagen positiva también contribuyeron a
este lema de Je suis François, porque la propia sociedad reconoció la labor
presidencial. Los atentados no tuvieron ganadores ni perdedores, no se trató de
una contienda bélica, se trató de un acontecimiento que unió a los franceses y
reforzó su sentimiento de pertenencia, incluso en un momento donde el gobierno
no estaba bien posicionado y la economía no se encontraba en una situación
favorable. Los alcances finales todavía no pueden ser medidos, porque
nuevamente se debe mencionar que coexisten una infinidad de variables detrás
del complejo entramado nacional. Aun quedará por ver si durante los años que le
restan al actual gobierno en el Elíseo surgirán nuevos acontecimientos
derivados de los atentados contra Charlie Hebdo o si el “trágico Enero” será un
capítulo final en dicho sentido para la actual administración. Todo puede
suceder, incluso en un escenario donde el presidente sea reelecto o donde se
forme un nuevo ejecutivo, lo cierto es que los atentados marcaron un hito
sumamente relevante que acompañará a la administración Hollande a perpetuidad.
Tomás Vera Ziccardi
* La totalidad del presente trabajo es obra material e intelectual del Señor Tomás Vera Ziccardi. Los derechos del mismo quedan estrictamente reservados a TVZC por expreso pedido del autor.
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