Los complejos años de la Détente
Autor: Tomás Vera Ziccardi
La Guerra Fría fue un momento histórico que de entre una infinidad de cuestiones se caracterizó por la coexistencia entre dos superpotencias y el reacomodamiento de los diversos actores internacionales en torno a las estructuras, el accionar y los ideales de éstas. La relación Estados Unidos de América - Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas varió a lo largo del período que abarca los años comprendidos entre 1945 y 1989. Durante uno de esos momentos, tomó lugar un proceso que los historiadores han denominado como Détente. Dicho término proviene del francés y generalmente se lo ha asociado a la conceptualización de "distensión" o "aligeramiento". Ha sido aplicado para el proceso que abarca los años 1969 - 1975. Este último caracterizado por un acercamiento y entendimiento mutuo entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Generalmente suele vinculárselo fuertemente a las administraciones Nixon y Brezhnev. Para algunos especialistas, la Détente surgió fruto de los cambios internacionales que estaban afectando a los dos bloques. Para otros, significó un proceso que lentamente erosionaría la tensa relación entre los dos hegemones globales. Más allá de ingresar en un debate teleológico, nuestro interés es retratar los aspectos más relevantes de la Détente, entre los cuales analizaremos los principales acontecimientos históricos, las posiciones de las superpotencias, los alcances y la reseña final que dejó dicho proceso en el agregado global de la Guerra Fría.
La Détente fue un período durante el cual las potencias hegemónicas aplicaron distensión a su relación bilateral y global. Ello permitió importantes avances en áreas y cuestiones que hasta entonces se encontraban bloqueadas. Durante el mencionado proceso tomó lugar el relanzamiento de relaciones entre Estados Unidos y la República Popular China.
En la imagen se puede apreciar al trigésimo séptimo presidente de los Estados Unidos Richard Nixon junto a su mujer durante su visita oficial a la República Popular China en 1972.
En otras oportunidades hemos hecho referencia al nuevo enfoque multipolar introducido por la administración Nixon a fines de los 60s, comienzos de los 70s. Parte de ello puede ser reconceptualizado en Nixon - Kissinger y el nuevo enfoque del mundo tripolar. Bajo las mencionadas premisas, Estados Unidos comienza a visualizar la necesidad de cambios en el sistema internacional. Si bien durante aquel momento no se encontraba en boga la posibilidad de poner fin a la Guerra Fría, existían indicios que exponía la creencia de Washington en un nuevo orden global. El enfoque de la diplomacia tripolar fue relevante durante la administración Nixon. El gobierno republicano deseaba producir cambios que le permitieran reducir los efectos sistémicos negativos. Desde lo económico hasta lo geopolítico, Nixon y Kissinger buscaron centrarse en la cuestión china. El inicio del proceso de reformas daría un nuevo vuelco a partir de 1972, de todas formas no se puede negar el interés de la Casa Blanca por acentuar las diferencias dentro del bloque comunista en un momento particular marcado por el cisma sino-soviético. La diplomacia tripolar no necesariamente comprendía tres asientos en el tablero geopolítico supremo, más bien buscaba alejar la silla soviética de la mesa, algo que obligaría a la URSS a optar por instancias menos rígidas. Las negociaciones Washington - Beijing se mantuvieron bajo la lógica de la diplomacia kissingeriana, es decir mediante lo comúnmente conocido como diplomatic back channels. El problema no fue el desconocimiento de Moscú sino más bien los inconvenientes que le trajo en términos de su posición internacional. Con esto deseamos dejar en claro que la diplomacia tripolar y este nuevo enfoque multipolar fueron elementos considerables de la Détente.
La Détente suele ser vinculada al accionar diplomático y geopolítico de la administración Nixon. Durante su mandato, Richard Nixon (izquierda) y su Consejero de Seguridad Nacional Henry Kissinger (derecha) buscaron impulsar cambios en la política exterior estadounidense. Varios de ellos gravitaban en torno al nuevo enfoque multipolar, la distensión y las concesiones entre ambos bloques de poder.
Durante su campaña presidencial Richard Nixon realizó fuerte hincapié en efectuar una salida honorable de Vietnam. Siguiendo la lógica de negociaciones secretas, Kissinger se encargó de buscar un acuerdo con Hanoi al tiempo que el Departamento de Estado impulsaba nuevos enfoques tales como la vietnamización, la política del bombardeo y la retirada progresiva, todas características de la administración Nixon. Respecto del accionar de dicho gobierno en Vietnam, el lector puede consultar las series comprendidas desde Vietnam War Part IV hasta Vietnam War Final Considerations and Personal Comments. Aquí tan solo mencionaremos que el agobiante gasto militar proveniente de la guerra, sus consecuencias para la economía nacional, el descontento social respecto a un conflicto prolongado en el tiempo y las promesas del propio Nixon condujeron a los Estados Unidos hacia una salida del conflicto. El retiro de Vietnam también implicaría un reposicionamiento internacional, algo que indefectiblemente remitiría a la relación con el bloque oriental, consecuentemente con la URSS. Para la administración Nixon sería necesario encontrar una nueva posición con la Unión Soviética mientras por detrás se negociaba con Vietnam del Norte. Esta nueva realidad implicaba cambios en las asimetrías globales. A la par, el centro del tablero internacional comenzaba desplazarse del Sudeste Asiático. El orden multipolar estimado por Kissinger también remitía a centrar los esfuerzos en diversas cuestiones internacionales que pudiesen representarle beneficios concretos a los Estados Unidos. A continuación hablaremos de varios de ellos, sin antes pasar por alto la injerencia del enfoque de la Détente sobre Vietnam. La compleja salida del teatro asiático demostraría la necesidad estadounidense por distender el conflicto global. Ahora la nación tenía otras prioridades de índole comercial, financiera, económica, social y geopolítica. Al mismo tiempo, la Unión Soviética también comenzaría a dar indicios en dicho sentido, de todas formas ello será abordado más adelante.
Imagen histórica y sumamente representativa del fin de la Guerra de Vietnam (1975), titulada "La Caída de Saigón". Uno de los últimos Bell UH-1 estadounidenses se retira de un edificio clandestino de la CIA próximo a la Embajada de los Estados Unidos en Saigón, Vietnam del Sur. Luego de más de una década de lucha en el Sudeste Asiático, Estados Unidos deja un conflicto sumamente costoso tanto en lo económico como en lo social.
Hacia finales de los años 60s la carrera armamentista había alcanzado límites importantes que encendieron la alarma en Moscú y Washington. La capacidad nuclear, balística y de destrucción total de ambas potencias había llegado a un nivel preocupante. La Unión Soviética había realizado un gran esfuerzo para alcanzar las capacidades nucleares estadounidenses. A costa de ello, la economía local daría claros signos de crisis. Al otro lado del Atlántico, Estados Unidos no solo costeaba una guerra monumental sino que además continuaba invirtiendo en capacidad balística intercontinental. La carrera armamentista implicaba un fuerte peso en los agregados económicos de ambas naciones. Tanto por parte de Moscú como de Washington (especialmente de esta última) se había hecho evidente que era preciso comenzar un proceso de desaceleración de la carrera armamentista. Por otro lado, si se buscaba un nuevo enfoque más centrado en un pacifismo y distensión, también debían fijarse límites a la capacidad nuclear. En 1972 ambas potencias firmarían el famoso acuerdo SALT I (Strategic Arms Limitation Talks I Part). Allí se fijaron límites a las capacidades balísticas de ambas naciones. A los intereses de Moscú esto implicó cierto reconocimiento tácito a la obsesión soviética por ser aceptada en términos de pares en lo que refiere a la capacidad armamentista de alto grado con Estados Unidos, sumado a un respiro temporal para su preocupante situación económica. A Washington también le sirvió en términos económicos, pero más lo hizo a modo de ventana de exhibición respecto al nuevo enfoque de la Détente. Era posible tener una relación más propicia y menos belicosa con la Unión Soviética. En otros términos podríamos asegurar que era factible pasar de la Mutual Assured Destruction a cierto grado de Mutual Agreed Arms Limitation. Más seguridad para ambas potencias, más seguridad para el sistema internacional. Si bien pasarían varios años hasta SALT II, durante la administración Carter, SALT I fue el puntapié inicial, reconocido como uno de los grandes triunfos de la diplomacia nixoniana ¿Por qué tuvo implicancias en el cosmos de la Détente? La respuesta es clara: existía un aflojamiento, cierto grado de entendimiento mutuo, entre Estados Unidos y la Unión Soviética en un área clave como la carrera armamentista y capacidad nuclear. De allí en adelante, profesaba el enfoque de Nixon, podrían lograrse acuerdos en otras cuestiones.
SALT I (1972) es considerado uno de los grandes triunfos diplomáticos de la administración Nixon. La limitación de armas estratégicas dio cuenta del nuevo enfoque impulsado con la Détente. Era posible negociar entre ambas potencias, realizar concesiones y obtener ganancias mutuas. En la imagen se puede apreciar a Richard Nixon (izquierda) y Leonid Brezhnev (derecha) durante la firma de los mencionados acuerdos.
Convalidando los postulados kissingerianos de nuevos ejes multipolares en el tablero internacional, la Détente revitalizó el escenario europeo. Si bien no había dejado de ser relevante, pasó a un segundo plano luego del año 1961. Específicamente, el Muro de Berlín provocó una descentralización del conflicto Este - Oeste del teatro europeo. Cuba, China, Laos, Vietnam y Oriente Medio acapararon la atención de las grandes potencias, al tiempo que la Cortina de Hierro se redoblaba sobre Europa del Este y Europa Occidental comenzaba a fortalecer su proceso de integración económica. Alemania sería un eje fundamental de la Détente. En 1969 llegó al poder en Berlín el socialdemócrata Willy Brandt. Sus innovadoras propuestas despertaron la atención simultánea de Moscú y Washington. Con su aclamada Ostpolitik buscó un nuevo enfoque en las relaciones de la República Federal con el Este, es decir con la República Democrática, Polonia, Europa del Este y Moscú. El acercamiento al bloque comunista fue inicialmente mirado con temor por parte de la administración Nixon y fuertemente criticado a nivel interno por la oposición política. Sin embargo, el ideal de Brandt era reducir la tensión mediante un acercamiento. Para ello era fundamental mejorar las relaciones con la URSS, la RDA y dar signos de cambio. Cuando la política exterior de Brandt llevó al reconocimiento formal como estado independiente de la República Democrática de Alemania, se puso fin a la Doctrina Hallstein, inaugurando de esta forma una nueva relación entre las dos alemanias, consecuentemente entre los dos bloques. Tengamos en cuenta lo siguiente: hacia la década del 70 Alemania Occidental ya era la economía más fuerte del continente. Su relación con París había mejorado profundamente y se advertía una aceleración de la integración económica regional. Nixon comprendió que el acercamiento con el Este era necesario, no solo para la nueva y moderna Alemania sino también para su estrategia de la distensión. En otras palabras, Estados Unidos también podía sacar ventaja de la Ostpolitik. El cambio de enfoque comenzaba a ser global. El acercamiento bilateral quedó sellado con la visita del propio Canciller a Alemania Oriental. En 1971 se celebró el acuerdo sobre libre acceso a Berlín, demostrando una clara ruptura en los enfoques rígidos y una superación de estadios previos en la relación entre ambas alemanias. Paulatinamente, Berlín comienza a dejar de ser uno de los puntos críticos en la agenda global de la URSS y USA. Esto también contribuyó al acercamiento entre los bloques. Willy Brandt aplicó la lógica de "Política del Buen Vecino". La República Federal podía tener buenas relaciones con sus vecinos. Otro de sus grandes logros remitidos a dicho enfoque fue el reconocimiento de las fronteras de posguerra, algo largamente esperado y deseado por Moscú. Eso le permitió mostrarse triunfal en su visita a Moscú. El líder socialdemócrata alemán no solo fue vitoreado en su nación, también en la RDA, Varsovia, Washington y Moscú. Puntualmente en lo que confiere a Polonia, Berlín recompuso la relación histórica fuertemente dañada por los años del nazismo. Su visita a Polonia y posterior disculpa pública le valió del reconocimiento mundial. En lo estrictamente diplomático, Alemania firmaría con Polonia acuerdos limítrofes que otorgaban relevantes reconocimientos a los límites deseados por Varsovia. Desde nuestra perspectiva podemos añadir que la Ostpolitik generó un profundo cambio en clave alemana y global: el Muro de Berlín pasó de ser un cerco de seguridad vital a una molestia en el largo camino hacia la recomposición histórica de las relaciones germano-europeas, germano-soviéticas y lo que comenzaba a ser la integración nacional. Desde la perspectiva global, las potencias también contribuyeron al relajamiento de la tensión alemana. Tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética se abstuvieron de bloquear la iniciativa. Esto sería una constante de la Détente, pronto Moscú se abstendría de dificultar la salida de Estados Unidos de Vietnam (1973 - 1975), evidenciando la tan afamada "Política de Concesiones". Desde otro punto de vista, las dos alemanias, las dos potencias y los dos bloques demostraron que podía haber situaciones win - win, la antigua noción de juego de suma cero comenzaba a erosionarse. Sí, fue preciso ceder y emitir concesiones, pero las ganancias absolutas terminaron siendo más relevantes.
El Canciller alemán Willy Brandt (izquierda) emprendió un cambio en términos de política exterior, donde puso el foco de atención en la relación con el bloque oriental. Su afamada Ostpolitik ("Política del Este") le permitió mejorar las relaciones con la Unión Soviética. Al mismo tiempo facilitó la distensión en la relación con el mencionado bloque. La Détente también fue representada por dichas imágenes, donde el mandatario alemán pudo tener una relación más próxima y menos formal con el Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética Leonid Brezhnev (derecha).
Respecto al desempeño económico, la Unión Soviética evidenciaba signos de agotamiento industrial y crisis agropecuaria. En términos comerciales, la URSS también se encontraba ante una situación crítica. El nuevo enfoque de la Détente le permitió a Moscú firmar acuerdos comerciales con la República Federal de Alemania, la tercer economía más grande del mundo (por el momento, pronto a ser superada por Japón). También fue importante introducir cambios en materia de derechos humanos. Ello le otorgó a Moscú la posibilidad de comerciar con Estados Unidos sin demasiadas restricciones (luego que esta última emprendiera una reforma legal). La carrera armamentista instigada por el anhelo nacional de equiparar a Estados Unidos llevó a un serio punto de inflexión, donde la economía pasaría a ser el principal problema. Moscú comprendió la lógica de concesiones: sería preciso ceder en términos de derechos humanos para obtener ventajas en comercio y fronteras. Después de todo, Alemania y Estados Unidos no otorgarían tan fácilmente. Las presiones sobre la URSS llevaron a cambios en las cuotas migratorias, tan cuestionadas para la época. A Estados Unidos le fue de gran interés la cuestión de los emigrantes judíos. Para ello, Moscú debió reformular su política migratoria. Varios analistas sostienen que dicho viraje representaría el verdadero comienzo de la caída de la "Cortina de Hierro". Lo más importante es señalar que la URSS otorgó concesiones en materia de legislación migratoria, represión interna, derechos humanos y estándares acordados con occidente. Regresando al enfoque económico, a pesar de los cambios introducidos en el área comercial e industrial, hacia mediados de 1975 la situación general de la Unión Soviética se volvió irreversible. Los serios problemas económicos se agudizarían a lo largo de los próximos quince años, conllevando a lo que varios llamarían la "implosión soviética". Las medidas de la Perestroika tan solo palearían temporalmente la caída del modelo económico dirigido desde Moscú.
Al bloque occidental también le preocupaba lo que sucedía al otro lado de la Cortina de Hierro. La situación económica en la URSS había empeorado en años recientes, el atraso agrícola sumado al exhaustivo modelo industrial y el esfuerzo por equiparar la capacidad nuclear de los Estados Unidos marcaron el camino hacia la debacle.
En la imagen se encuentran Willy Brandt y Bobby Kennedy observando a través del Muro de Berlín.
Habiendo hablado de concesiones comerciales y de derechos humanos, es preciso centrarse en este último eje. Sumado a ciertos puntos focales que hemos estado evaluando, en 1975 tomarían lugar otro de los ejes centrales de la Détente: los Acuerdos de Helsinki. Allí Moscú negoció con el bloque occidental temáticas tales como inviolabilidad de las fronteras, reconocimiento a los límites de posguerra, no injerencia en asuntos internos, respeto a las libertades individuales, reconocimientos de derechos humanos sin distinción alguna, entre otros. Para Moscú fue un gran avance en lo que ya hemos estado adentrándonos, reconocimiento de las fronteras propias. Sin embargo, el principal elemento cedido en la negociación fueron los derechos humanos. Para ciertos críticos, esto sería el inicio de los cambios sociales en diversos satélites soviéticos que durante la siguiente década demandarían mayor apertura. De todas formas, fue relevante el reconocimiento por parte de los miembros del Pacto de Varsovia en dicha área. Los Acuerdos de Helsinki son otro punto focal de la Détente por cuanto permitieron evidenciar las ganancias mutuas de las partes bajo el aflojamiento que indefectiblemente derivó en mayores concesiones. Tienden a ser rememorados como un momento de cambio en la relación entre la Unión Soviética y Europa Occidental.
Los Acuerdos de Helsinki (1975) fueron un gran avance en la relación entre Europa Occidental y el bloque oriental. Nixon debió dejar la Casa Blanca en 1974 luego del Escándalo de Watergate y las consecuencias que este le produjo a su mandato. A pesar que inicialmente su administración se mostró escéptica, Kissinger decidió acompañar a sus aliados en el acuerdo con Europa Oriental. En el centro de la imagen se encuentra en presidente Gerald Ford firmando los Acuerdos de Helsinki junto a sus pares europeos. Henry Kissinger continuaba siendo siendo Consejero de Seguridad Nacional durante el momento de firma de los acuerdos.
La administración Nixon introdujo la ambivalencia de una visión doble respecto a la URSS. Una como adversario, donde era preciso que Estados Unidos impidiera que el comunismo se expandiera al resto del mundo. Como es comprensible, dicho enfoque giraba en torno a la variable ideológica. La segunda visión era la de la Unión Soviética como colaborador. El entendimiento mutuo permitiría impedir que se llegara a un final sin salida a causa de conflicto menores. Podían existir vías de escape para evitar una catástrofe general. Esto fue sumamente innovador en el contexto de la Guerra Fría porque permitió diferenciarse de la visión pragmática de análisis individual caso por caso, generalmente preferido por el establishment estadounidense hasta el momento. Nixon, en palabras del propio Kissinger: "consideraba la Détente como una prolongación de la lucha geopolítica". Ésta fue parte de la esencia del período en cuestión. Había distintas temáticas que conformaban un todo. No se trataba de cuestiones ajenas que debían resolverse particularmente porque de lo contrario se caería en conflicto global. Las partes podían negociar, conceder, analizar al otro e intercambiar. Para Kissinger, tal como lo demostró en el caso de China, la Détente implicó romper con la lógica de amigo - enemigo del Departamento de Estado. No siempre se estaba de un bando o del otro. No en todos los casos la acción de uno implicaba una perdida para el otro. Por parte de la Unión Soviética, esto pareció surtir cierto tipo de sentido. Brezhnev buscaba estabilidad interna y la distensión con Estados Unidos también sirvió a su propósito. La gerontocracia moscovita había comenzado a empeorar el funcionamiento sistémico nacional, justamente en un momento donde se precisaba de rápidas respuestas. No solo a la situación económica interna, también a la cambiante realidad internacional. La excesiva burocracia había generado lo que los historiadores denominaron "esclerosis sistémica". Una vez más, las posteriores reformas de Gorbachov, esta vez con la Glásnost, serían soluciones temporales para un estado que estaba profundamente debilitado. Tanto Nixon como Brezhnev tenían cuestiones nacionales e internacionales fundamentales por resolver. En varios casos, la cooperación sería una salida con más ganancias que perdidas. Para muchos, la Guerra Fría había entrado en un período donde los errores se pagarían caro. La situación económica global era preocupante. Generalmente se suelen denominar a dichos períodos bajo el rótulo de "reacomodamiento sistémico". Es posible que la Détente también pueda ser comprendida desde este enfoque. La estructura configuró el accionar de los actores y estos a su vez, mediante su accionar, configurarían la futura estructura.
La presente imagen también es sumamente representativa de la Détente. Leonid Brezhnev (izquierda) y Richard Nixon (centro) disfrutan de un momento de distensión. Lo mismo aconteció con las naciones a las cuales representaron. A lo largo de más de un lustro las superpotencias lograron acordar importantes avances en su relación bilateral y la contienda global que venían disputando desde fines de la Segunda Guerra Mundial.
A lo largo del trabajo hemos abordado los principales ejes del período de la Guerra Fría comprendido entre los años 1969 y 1975. La Détente fue parte fundamental de dicho proceso histórico. El mundo posterior a 1975 experimentó las consecuencias de los cambios suscitados en la etapa previa. Alemania no volvería a ser la misma de antes. La relación entre Europa Oriental y Occidental cambiaría rotundamente. La cooperación multidimensional entre las superpotencias cobraría un nuevo valor. En materia de armamento y capacidad militar ambos bloques darían un gran paso hacia un mejor manejo del conflicto global. Si bien faltaría para poner un punto final a la Guerra Fría, la Détente significó un período de distensión entre ambas potencias. Un período donde fluyeron las visitas y encuentros de primer nivel entre Nixon y Brezhnev. Algo que fue consecuencia y causa de los encuentros Nixon - Mao o Brezhnev - Brandt. Un nuevo mundo, un nuevo enfoque en la compleja relación entre los Estados Unidos de América y la Unión Soviética. Es interesante observar cómo la Détente puso de manifiesto la primacía de los intereses (por momentos comunes) de ambas potencias. Sin embargo al mismo tiempo permitió que prevalecieran los intereses de China, Alemania, Francia, Vietnam y otros. La Détente fue la coexistencia de ambas cuestiones. Por ese mismo motivo fueron años complejos. Si tuviésemos que retratarlos en una foto, bien podría ser la de Nixon y Brezhnev distendidos durante algún encuentro bilateral en USA o la URSS con claro matiz informal o bien la de ambos firmando SALT I en un plano de mayor formalidad. Se trató de un período por momentos distendido, donde ambas potencias se sintieron a gusto, pero por otro prevaleció el interés de ambas por imponerse. La diferencia yace en que encontraron nuevos canales de resolución de conflictos mutuos. La Détente estuvo signada por negociaciones, acuerdos, tratados, concesiones, promesas y esperas. Aquí obtuvo más valor la capacidad de los burócratas, diplomáticos y especialistas que cualquier otra cuestión. Las armas no se tiraron en ningún momento, pero sí se las bajó momentáneamente para lograr un acercamiento. Finalmente podríamos señalar que el presente proceso sirvió coyunturalmente a ambas naciones. No solucionó el problema de fondo pero sí logró diagramar el camino para su posterior desenvolvimiento.
Tomás Vera Ziccardi
* La totalidad del presente trabajo es obra material e intelectual del Señor Tomás Vera Ziccardi. Los derechos del mismo quedan estrictamente reservados a TVZC por expreso pedido del autor
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