Vietnam a 40 años del fin de la guerra
La fecha 30 de abril de 1975 quedó marcada en la historia por la icónica Caída de Saigón que representó nada menos que el fin de la Guerra de Vietnam. Bastante se ha escrito respecto al mencionado momento histórico desde los 70s hasta la actualidad. A pesar de ello, poco ha sido lo que se ha desarrollado respecto al aniversario del fin del conflicto bélico que paralizó a toda una región durante más de dos décadas. Dentro del mencionado microclima, buena parte de lo expuesto apuntó a rememorar tanto la visión estadounidense como el dolor y padecer del pueblo vietnamita. Como si Vietnam fuera símbolo de la guerra y sus posteriores efectos, no ha habido una apertura de visión en cuanto a la Vietnam contemporánea. Se ha dejado de lado la nación que sin encontrarse ajena a las consecuencias del conflicto en años recientes demostró un profundo deseo por mirar hacia el futuro, rompiendo el prejuicio de un mundo que obstinadamente le recuerda su pasado.
Desde este medio hemos abordado exhaustivamente la Guerra de Vietnam. Consideramos que tanto los acontecimientos previos como sus posteriores consecuencias cuentan con primordial relevancia. Sin embargo, siendo el presente año tan preeminente es preciso tomar en cuenta y a su vez desarrollar nuevos juicios críticos robustecidos de valor para dar cuenta de la nación que surgió luego de 1975. Desde dicho momento hasta mediados de los 80s, comienzos de los 90s, Vietnam padeció un aislamiento multidimensional forzado por Estados Unidos en el plano internacional. El precio del conflicto no solo se pagó caro, se amortizó a lo largo de las próximas décadas. Una nación con un potencial humano y material de la talla de Vietnam no podría quedar fuera de un mundo cada vez más globalizado. A medida que los nuevos paradigmas de poder iban tomando lugar en el sistema internacional, tanto la cúpula de poder nacional como las potencias hegemónicas comprendieron que había llegado el momento de un rotundo cambio. Las reformas de los años 80s, más conocidas en occidente como "reformas del Đổi Mới", comenzaron a dar sus frutos en la década siguiente, cobrando notoriedad a partir de 1995 cuando no solo la República Socialista de Vietnam regulariza sus relaciones exteriores con gran parte de sus vecinos sino también cuando tomaban lugar cambios intrarregionales en el Sudeste Asiático.
De las reformas económicas a los cambios políticos tuvieron lugar otro tipo de virajes tales como los culturales y generacionales. Una nación con ansias de insertarse en el mundo y convertirse en un referente asiático pronto comprendió que las nuevas generaciones debían recibir una educación más abarcativa y menos condensada en el pasado (no solo por la guerra, más bien por el deseo de romper una dialéctica incongruente con el proceso global de la segunda mitad de los años 90s). A partir de aquel momento Vietnam desarrolló un cambio económico que entre otras cuestiones le permitió: ampliar su comercio con el resto del mundo, recomponer relaciones bilaterales signadas por el pasado, acrecentar el desarrollo interno, estructurar uno de los mercados internos más prósperos de Asia, potenciar sus recursos humanos y tornarse un referente geopolítico en clave regional. Actualmente Vietnam es un actor fundamental de la región Asia-Pacífico, uno de los principales miembros de ASEAN, un productor de manufacturas destinadas a posicionarse más allá del mercado regional, una nación con estrechos vínculos diplomáticos y comerciales con todas las regiones del sistema, un potencial socio económico y una nación con una de las monedas más atractivas para realizar proyectos de inversión.
Cuando tomamos en cuenta casos de estudio tan complejos como el de Vietnam no puede darse lugar a un simplismo historiográfico que más que vincular naciones a su pasado las ata y consecuentemente condena ad eternum. Hoy, a cuarenta años del fin de una guerra de semejante envergadura como lo fue la desempeñada en Vietnam, es el momento indicado para revalorizar la evolución histórica que si bien no se disocia de su pasado busca superarlo. El Vietnam contemporáneo es más que la guerra. Luego de cuatro décadas han tomado lugar una infinidad de cambios de índole tanto exógena como endógena que conllevaron a una nueva nación. De igual forma debería tomar lugar una nueva concepción internacional respecto a dicho actor y su presente. Es hora de superar juiciosamente las heridas del pasado, varias de las cuales provienen de prejuicios inaceptables en los albores del siglo XXI. Posiblemente debamos seguir el ejemplo de Vietnam, una nación que ha buscado mirar hacia el futuro. A cuatro décadas del fin de la guerra imploramos por un nuevo enfoque respecto a una nación que merece más de lo que le hemos dado hasta el momento.
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