miércoles, 28 de mayo de 2014

Crisis e inestabilidad en Tailandia: comprendiendo el trasfondo social del actual clivaje político.


Crisis e inestabilidad en Tailandia: 
comprendiendo el trasfondo social del actual clivaje político.







Autor: Tomás Vera Ziccardi.





Por medio del dictamen de la Corte Constitucional de Tailandia del día 7 de Mayo, la destitución de Yingluck Shinawatra como Primer Ministro de Tailandia no hizo otra cosa que materializar la crónica de una muerte anunciada. Las manifestaciones callejeras en Bangkok y otros importantes centro urbanos del reino llevaban meses erosionando la legitimidad del gobierno de la Señora Shinawatra. El malestar social influyó directamente en la forma en la cual los grupos de poder articularon a fin de remover del cargo a la hermana de Thaksin Shinawatra. Justamente cabe la redundancia mencionar a este personaje de la política tailandesa, ya que más allá de los condicionantes de carácter coyuntural y los propios mecanismos de funcionamiento del sistema, la división social en Tailandia se agudizó desde que Thaksin llegara al poder, a comienzos de los '2000. 
Detrás del actual clivaje político yacen cuestiones sociales que han incidido directamente en la situación por la cual atraviesa la nación asiática. Será propicio abordar dichas cuestiones a fin de ampliar la comprensión respecto del tema que aquí tratamos: la actual crisis en el Reino de Tailandia.

Actualmente, la división y polarización político - social por la cual atraviesa Tailandia amenaza con erosionar pilares fundamentales para el buen funcionamiento de un estado democrático. Para gran parte de la sociedad tailandesa, el sistema democrático ha demostrado su fracaso, las elecciones no les han garantizado en años recientes una mejora en su calidad de vida como ciudadanos. Otro importante sector de la sociedad asegura todo lo opuesto. El régimen democrático les ha permitido progresar personalmente como jamás lo habían hecho, al mismo tiempo que garantiza la mejor herramienta para combatir a los grupos de poder tradicionales. Estos dos sectores pueden ser divididos de acuerdo a su posición política, sus preferencias políticas, su localización demográfica e incluso por su status social. A pesar de ello, los rasgos más evidentes que nos permiten distinguir el contraste ideológico son la aceptación y/o el rechazo al actual sistema de gobierno y la forma en la cual se debe actuar para corregir los errores que el mismo tiene. Claramente, lo que tenderíamos a llamar "facciones moderadas" son una importante minoría, al mismo tiempo que aquellos ciudadanos alejados y desinteresados por la actual situación que atraviesa su nación, no son la mayoría. Con el paso del tiempo esta polarización se ha ido agudizando, llevando a que diversos sectores políticos, partidarios, económicos, sociales, militares y mediáticos se unieran en torno a dos grandes esferas. Desde ya estas se encuentran comandadas por cúpulas de poder. Para gran parte de los tailandeses el sector opositor se encuentra completamente equivocado, rechazan sus propuestas y se oponen a las acciones que realizan. El grado de cooperación es prácticamente nulo, demostrándonos que actualmente la sociedad tailandesa se encuentra cohabitando en un complejo contexto de suma cero. Esto puede verse representado en la destitución de la Primer Ministro Yingluck Shinawatra, la oposición partidaria y mediática no aceptaba bajo ninguna circunstancia que el gobierno continuara en ejercicio de sus funciones, los acuerdos consensuados con vistas a sobrevenir la crisis jamás existieron, peor aún, nunca estuvieron presentes como opciones para ambos sectores. Nada más cercano a un juego de suma cero: los actores tienen en cuenta que la negociación y los acuerdos en conjunto lo único que harán será perjudicar su posición, donde solo me veré beneficiado si derroto al otro. Todo lo que yo gane será en función de lo que le quite a los demás. Solo yo puedo garantizar mi propia supervivencia, nadie puede asegurarme que otro lo hará por mí, por ende debo maximizar mis capacidades a fin de derrotar a quién ahora ha pasado a ser mi oponente.
Muchos se preguntarán si esta división ha existido siempre. Si bien pueden vislumbrarse ciertos vestigios de dicha polarización, lo cierto es que el quiebre social se inició a gran escala a partir de la llegada de Thaksin Shinawatra al poder. Su modelo político buscó contrarrestar la influencia de los sectores económicos y militares en la política tailandesa. La confrontación con la élite de Bangkok llevó a que la división entre los grandes centros urbanos y rurales se extendiera aún más. El inicio del neo-populismo tailandés trajo aparejado enormes problemas para Tailandia. Las diferencias sociales y culturales se ampliaron, llevando a que Tailandia se dividiera en dos, una leal al shinawatrismo y otra opuesta al líder populista. A pesar de su salida forzada por un golpe de Estado  en 2006, la política tailandesa jamás volvería a ser lo mismo de antes, ergo el legado de Thaksin ejerció enorme influencia en los sucesivos gobiernos que han comandado la nación. Con la llegada de su hermana, Yingluck, la división social no solo retornó, sino que ahora inició un nuevo capítulo, donde ambos sectores se radicalizarían y tal como mencionamos al comienzo, conformarían alianzas a fin de poder derrotar a sus opositores. 

Las dificultades para gobernar que encontró Yingluck no solo se explican por errores propios de su administración, también influyeron factores sistémicos y el rol jugado por los grupos de poder convencionales. Para aquellos lectores que se encuentren interesados en conocer detalladamente los mismos, pueden visitar el trabajo No Luck For Yingluck ; en cuanto a las adversidades y sus respectivas respuestas, la etapa de la Señora Shinawatra en el poder perjudicó la situación interna, llevando a descontento social, protestas callejeras, enfrentamientos entre facciones y disputas territoriales por medios no democráticos en diversos distritos del interior de Tailandia. Desde ya la culpabilidad o mejor dicho responsabilidad, no recae plenamente en Yingluck Shinawatra y su gobierno, por más que hayan ejercido control de la nación durante el período 2011-2014. Es por ello que debemos remitirnos a otros condicionantes que nos permiten comprender la situación que hemos abordado hasta el momento. Será preciso tomar en cuenta la configuración sistémica de Tailandia, incluyendo sus principales actores y roles. Mientras por otro lado nos encargaremos de exponer la división social y la creciente polarización.









Las Fuerzas Armadas tailandesas se han caracterizado por su alto grado de injerencia en la vida política de la nación. Son uno de los actores sistémicos más importantes.





Tailandia se caracteriza por ser un Estado centralizado donde la monarquía y las instituciones tradicionales han ejercido un rol primordial en cuanto a poder y gobernabilidad compete. Dicha centralización no solo ha tomado a la realeza como pieza clave, también ha articulado a diversos grupos de poder alrededor de la misma. Por momentos, dichos grupos han justificado sus intervenciones en la vida democrática del reino sobre posibles amenazas a la continuidad de la monarquía o incluso señalando que los sectores más vinculados a la izquierda (movimientos estudiantiles, partidos políticos de izquierda y organizaciones laborales) han sido anti monárquicos y desestabilizadores. Para los tailandeses, sin importar su estrato social o posición política, el Rey es una figura sumamente importante. No solo se debe a la forma en la cual el sistema ha posicionado a la monarquía frente a la sociedad, sino también a cuestiones históricas. Más allá de la imagen que tienen los extranjeros de Tailandia como una nación homogénea, lo cierto es que esta presenta notorias divergencias a nivel interno. En varias provincias del norte se hablan distintos dialectos. Un importante sector de la sociedad no pertenece étnicamente a los thai, conviven en dicha nación grandes cantidades de tailandeses provenientes de étnias khmer, vietnamitas, chinos, filipinos, karen, burmeses, entre otros. La propia configuración demográfica nos demuestra que las divergencias entre las regiones urbanas y costeras con las rurales (estas últimas más vinculadas a la producción de arroz) son considerables. Esto ha ampliado la brecha existente entre las clases medias y altas en las grandes ciudades con las clases bajas de los sectores urbanos. Mientras que en el interior de Tailandia predominan creencias y culturas autóctonas, vinculadas a la vida en los arrozales, las clases medias urbanas de las ciudades del sur no se sienten identificadas con sus connacionales de otras regiones, ya que durante años han imitado modelos sociales de otras naciones que podríamos catalogar como desarrolladas. Las clases medias y altas con ascendencia china han sido históricamente poderosas, especialmente en cuanto a su participación en las finanzas, el comercio, la defensa y la vida política del reino. El control de dichos sectores estratégicos (no solo por parte de los chinos tailandeses) se exacerba si tenemos en cuenta la centralización de la vida política y económica de la nación alrededor de Bangkok. Las grandes corporaciones poseen sus centrales en la ciudad capital, desde donde también se comanda la vida política de Tailandia. Históricamente los mandatarios regionales han sido seleccionados por Bangkok, no solo ampliando el control de las diversas regiones de la nación sino también creando aliados regionales los cuales controlan su territorio manteniendo lealtad a la capital. La producción, el control, la venta y la exportación de arroz siempre ha estado bajo control de Bangkok. El arroz proveniente de las regiones más fértiles de la nación es administrado por los burócratas en Bangkok, quienes destinan el mismo a los diversos puntos del mundo donde se consume aquello que ha sido catalogad como el "mejor arroz del mundo". Hasta aquí hemos mencionado brevemente algunas de las características sistémicas más relevantes del Reino de Tailandia, si los lectores desean ampliar su conocimiento remitido a dicha cuestión pueden visitar el trabajo Tailandia donde se realiza un exhaustivo análisis histórico de dicha nación asiática.









A pesar de los esfuerzos por parte de la élite con vistas a presentar ante el mundo a una nación homogénea, Tailandia presenta enormes divisiones internas. Varias de ellas cuentan con un trasfondo cultural, étnico, regional, social y educacional. 

Las diferencias entre los principales centros urbanos y las regiones rurales del reino han implicado la profundización de la división social. 





Si bien el monarca ha tenido un rol trascendental en la vida política de Tailandia, en años recientes ha disminuido su participación. Actualmente el trono lo ocupa Rama IX. Hay quienes señalan que su intromisión en la vida política ha disminuido recientemente debido a su avanzada edad y su delicado estado de salud. Más allá de cuestiones particulares lo cierto es que si nos remitimos a la variable gobernabilidad observamos que la constante participación de la casa real en la política podría afectar su imagen y perjudicarla. Varias han sido las voces que se han elevado solicitando que el Rey se mantenga al margen de los conflictos sociales y políticos ya que podría ver afectada su imagen. Por otro lado la monarquía tailandesa ha buscado seguir el paso de otras casas monárquicas, distanciándose de la política interna y buscando evitar conflictos sociales o tomar posición en caso de división política. Claro está que el Rey, en especial desde 2012 en adelante, ha buscado no emitir comentarios puntuales en cuanto al gobierno de Yingluck Shinawatra, eso podría afectar fuertemente el orden democrático, más teniendo en cuenta el contexto de convulsión social que ha ido tomando forma en su nación. 









La monarquía tailandesa ha sido el centro del sistema durante siglos. A pesar de su influencia en los diversos grupos de poder, en años recientes ha disminuido su injerencia en la política interna, dejando en evidencia un deseo por mantener una imagen alejada de las divisiones socio - políticas por las cuales ha estado atravesando Tailandia. 





Respecto del sistema instalado en Tailandia, una herramienta central para su funcionamiento han sido las fuerzas armadas. Con la llegada del Siglo XX, Tailandia precisó fortalecer su posición a fin de evitar caer en el mismo destino que varios de sus vecinos, hasta entonces controlados por potencias europeas. Ahondar en las motivos por los cuales Siam no pudo ser controlada por potencias extra regionales no forma parte de este trabajo, aunque mencionaremos que la moderna Tailandia fortaleció sus fuerzas armadas para poder subsistir en una coyuntura de profundos cambios. Incluso durante la Segunda Guerra Mundial Tailandia experimentó la intromisión (para otros participación) de las fuerzas armadas en la vida política de la nación. Luego, con el inicio de la bipolaridad durante la Guerra Fría, Tailandia se colocó bajo la esfera de influencia estadounidense. Los militares tailandeses consideraron necesario aliarse con Estados Unidos, posición que reforzarían al momento de tomar lugar acontecimientos relevantes como lo fueron la Guerra de Vietnam y la irrupción de la Kampuchea Democrática, ambos acontecimiento que modificaron el balance de poder regional. Para el Estado tailandés era preciso impedir caer bajo control comunista, por ende Estados Unidos siempre tuvo una relación importante con el ámbito castrense tailandés. Con el paso de los años, los militares no solo reforzaron su posición como "guardianes de la nación" y "protectores del Reino", también participaron activamente en el derrocamiento y la asunción de gobiernos democráticos. Similar a Un juego imposible, las fuerzas armadas se constituyeron como jueces en la arena política interna, removiendo a gobiernos que iniciaban políticas que afectaran el orden sistémico preestablecido. Dicha noción de garantes del orden imperante fortaleció su presencia a nivel nacional, llevando a que los militares, incluso hasta el día de hoy sean vistos por gran parte de la población tailandesa como una suerte de autoridad moral que tiene permitido interrumpir la vida democrática de la nación. La participación en cuestiones tanto internas como externas, su rol preponderante en la defensa y seguridad nacional, al mismo tiempo que la inmiscusión en los estratos políticos y gubernamentales internos, son parte de los condicionantes que explican la importancia de las fuerzas armadas dentro del sistema tailandés. Han de tenerse en cuenta otros factores, como por ejemplo los de índole social. El ejército tailandés lleva a cabo una amplia tarea de reclutamiento de jóvenes en el interior del reino, al mismo tiempo que tiene una importante presencia en las diversas regiones. Para cientos de miles de jóvenes tailandeses el ejército es una posibilidad para progresar socialmente, ya que para el imaginario colectivo en varias regiones, formar parte de las instituciones militares implica progresar en la escala social. Recordemos que en Tailandia el servicio militar es obligatorio, generaciones enteras han experimentado formación en las escuelas militares de todo el país. Si bien los valores estadísticos demuestran que quienes ingresan a la carrera militar son un porcentaje menor a aquel que luego de cumplir con el período de obligatoriedad se retiran, no deja de ser importante la imagen que poseen las fuerzas armadas a nivel nacional. Finalmente, cabe mencionar que varios políticos, líderes sociales e importantes figuras mediáticas provienen del ámbito castrense, por lo cual a nivel nacional no son considerados outsiders, ya que es una práctica común encontrar a ex miembros de las fuerzas armadas formando parte de grupos políticos y económicos de relevancia. 









Bangkok ha sido el centro de poder sistémico desde la conformación del estado independiente tailandés. Desafiar el poder de la ciudad más importante del Sudeste Asiático ha demostrado ser una táctica poco favorable para los distintos gobiernos que han comandado la nación. 






El mundo corporativo y financiero tailandés estuvo siempre controlado por un grupo de familias de ascendencia china. Su influencia en la vida económica de la nación va desde la comercialización de arroz y cerveza hasta el control de los grandes grupos de comunicaciones y petroleros. Algunos de los directorios de las empresas y grupos más influyentes, desde donde la denominada "elite económica" ejerce control son Shin Corporation, DTAC, Thai Airways, Italthai Industrial Company Limited, TMB Bank, Chue Chin Hua Company Ltd, Thai Beverage y Charoen Pokphand Foods, entre otras. Las corporaciones tailandesas controlan los principales sectores económicos de la nación, principalmente porque constantemente obtienen un importante afluente de jóvenes provenientes de las mejores universidades nacionales. Tener la posibilidad de formar parte de una empresa de gran nivel nacional es el sueño que poseen millones de jóvenes de los principales centros urbanos luego de finalizar sus estudios universitarios. Si bien existe competencia, respecto de corporaciones extranjeras, los principales holdings tailandeses controlan diversos sectores económicos. Es común que un mismo grupo posea empresas en el sector de alimentos, combustibles e industria pesada. El poder del sector económico se vio beneficiado por el funcionamiento del propio sistema, el cual jamás limitó su poder y actividades. Además de la denominada "atracción de cerebros", las corporaciones tailandesas poseen el sustento de los burócratas en los diversos ministerios, es común encontrar a ex funcionarios estatales trabajando para empresas privadas, muchas de las cuales son propiedad de líderes políticos. En pocas palabras, la economía nacional cuenta con el control de un grupo hermético, difícil de desestabilizar y que a lo largo de los años ha acaparado por completo el mercado nacional. 









El Reino de Tailandia se caracteriza por un alto nivel internacional en recursos humanos. Las universidades más importantes se encuentran en Bangkok y llevan a cabo la tarea de formar a los profesionales más relevantes de la nación.





Otros actores relevantes para el sistema son la burocracia y los medios de comunicación. Gran parte de los burócratas que tienen a cargo los principales órganos de gobierno y la administración nacional provienen de Bangkok. Su formación y carrera es la de una élite nacional por excelencia. Así como los militares han forjado a lo largo de los años una creencia que los coloca como protectores de la patria, los burócratas han realizado algo similar respecto de la administración pública. La formación que reciben en las universidades de élite situadas en Bangkok los prepara para luego formar parte de instituciones públicas. En cuanto a los medios de comunicación, en años recientes se han convertido en una herramienta política fundamental. Varios de los dueños de algunos holdings tailandeses que hemos mencionado previamente controlan a su vez los medios de comunicación. Dichos instrumentos tienen alcance nacional y le otorgan la posibilidad a los líderes políticos de llegar a millones de habitantes, ahorrando los suntuosos costos de campaña.









Bangkok continúa siendo uno de los centros financieros más importantes del Sudeste Asiático. La economía tailandesa posee enorme relevancia para la ASEAN.





Finalmente mencionaremos brevemente aspectos sociológicos y psicológicos respecto del sistema tailandés. Las clases medias urbanas de Tailandia refuerzan y apoyan de forma total este sistema. Lo interesante es que todavía no han advertido que ellos mismos son un producto de este. El propio sistema precisa de apoyo social, por ende formó y continúa haciéndolo, a las clases medias de los principales centros urbanos, siendo Bangkok el caso por excelencia. El apoyo al Rey, el respeto a las instituciones y la defensa de quienes vendrían a ser los garantes del sistema (corporaciones, militares y burocracia) son valores que poseen las clases medias de los principales centros urbanos. Queda claro, como ha sido explicado hasta aquí, que son sus hijos quienes luego forman parte de las corporaciones privadas y órganos del Estado. La elaboración del sistema se sustentó sobre pilares y construcciones sociales, algunas han sido el actual sistema educativo tailandés, el respecto hacia el rey, idealizar a las fuerzas armadas como los protectores de la nación y respaldar las medidas que descienden desde la élite. No es de extrañar que gran parte de los miembros de los Yellow Shirts provengan de Bangkok y tengan un trasfondo social de clase media urbana. Ellos son quienes salen a las calles en protesta de políticas "populistas" y proclamándose como defensores de las instituciones, son los sectores que apoyan incondicionalmente a la monarquía y que en las últimas protestas pedían por una intervención del Rey o las Fuerzas Armadas. Electoralmente los Shinawatra jamás han podido alzarse con el control de Bangkok, justamente porque es el centro vital de funcionamiento del sistema. Aquella frase que reza "En Tailandia los gobiernos se hacen en el interior y deshacen en Bangkok" solo es comprendida cuando se tiene conocimiento de la dimensión del sistema. Queda claro que el funcionamiento del mismo pasa por Bangkok. Desde el poder político, judicial, económico y mediático, hasta las instituciones que forman intelectuales, los centros de investigación y los conglomerados industriales, todos se encuentran localizados en Bangkok. Un gobierno que vaya contra la corriente sistémica no hace otra cosa que incurrir en un suicidio anticipado. Tanto Thaksin como Yingluck sirven de ejemplo, no alcanza con el apoyo electoral del interior, Tailandia se gobierna desde Bangkok, y eso incluye todo lo que hemos mencionado hasta aquí. Las fuerzas sistémicas tienen la capacidad de desplazar a aquellos actores que deseen introducir cambios estructurales. 









Las clases medias urbanas mostraron desde un primer momento su oposición hacia los gobiernos populistas. En la imagen se puede apreciar una manifestación callejera frente al Ministerio de Energía en Bangkok. 





Tal como hemos introducido previamente, Tailandia presenta una profunda división social. La misma se encuentra en diversos ámbitos, niveles y estratos sociales. Con la llegada al poder de Thaksin Shinawatra la misma se vio incrementada, ya que los sectores rurales comenzaron a tener un mayor grado de participación a nivel político y económico. De igual forma, el gobierno buscó generar políticas sociales que pusieran como eje de cambio a los sectores sociales del interior del país. La confrontación entre los sectores rurales y los urbanos aumentó. Los enormes fondos que fueron destinados en planes de asistencia, subsidios y programas de gobierno hacia las provincias del interior generó malestar en las grandes ciudades. Inicialmente esto tomó lugar dado  los escándalos de corrupción que fueron dados a conocimiento público, algo que continuó estando presente durante el gobierno de Yingluck. Para los sectores que hemos desarrollado en apartados anteriores, la asistencia económica hacia las provincias rurales no era otra cosa que el clientelismo político que le garantizaba a Shinawatra mantenerse en el poder. Pronto diversas investigaciones por parte de la prensa demostraron cómo enormes cantidades de fondos públicos eran destinados a campañas políticas, la compra de favores y sobornos a funcionarios del interior para que priorizaran los cultivos de ciertos grupos de poder. Los elevados niveles de corrupción durante el gobierno de Thaksin llevaron a que un sector de la sociedad tailandesa se expresara públicamente en rechazo del líder proveniente del interior. La presión mediática y social en su contra aumentó, paradójicamente el clivaje social se dirigió en el mismo sentido. Pronto las clases medias y altas de las ciudades del sur dirigieron su discurso contra la enorme masa de electores que el Thai Rak Thai y el PPP poseían en el interior, justificando que le permitían al partido de gobierno continuar con la corrupción. Desde un inicio el modelo político de Shinawatra estuvo destinado a incitar la confrontación política. Con esto no queremos decir que él sea el responsable del clivaje social. Sus políticas sociales colisionaban con los intereses de los principales actores del sistema. El apoyo social con el cual cuentan las élites tailandesas rápidamente se posicionó contra Thaksin y los demás sectores que se vieron beneficiados durante su gobierno. En las últimas décadas, Shinawatra fue uno de los pocos líderes políticos que buscó generar un cambio de paradigma social, atacando algunos de los pilares fundamentales del ya mencionado sistema. La división social se trasladó al plano electoral. El sustento de Shinawatra se concentró en las áreas rurales del norte, mientras que en los centros urbanos del sur Thaksin experimentó una mayor oposición. Por parte de los medios de comunicación opositores al líder populista se buscó instalar la imagen de un Primer Ministro que buscaba acaparar el control total de la nación, alguien que venía a desafiar el orden preestablecido, enfrentándose de esta forma a instituciones tales como la monarquía. Fue de esta forma como gran parte de la población radicalizó su postura contra el por entonces Primer Ministro. Los sectores urbanos esgrimieron la bandera del Rey y la monarquía, juzgando a Thaksin como un líder demagogo que buscaba perpetrarse en el poder por tiempo indefinido. Es así como surgen los royalists, sectores defensores de la monarquía, que con el tiempo se convertirían en fervientes opositores a los Shinawatra. Los líderes de dichos movimientos, como también lo fueron los antecesores de los Yellow Shirts, comenzaron a generar un mayor nivel de oposición discursiva hacia aquellos sectores sociales que apoyaban a Shinawatra, señalándolos como cómplices del nefasto período por el cual atravesaba su nación. En caso que los lectores se pregunten si desde el establishment se gestó parte del clivaje social, la respuesta es afirmativa, sin embargo podríamos decir que la lucha de poder en el seno de la política tailandesa durante los '2000s no hizo otra cosa que exaltar una división ya existente, que tarde o temprano terminaría provocando un inevitable clivaje. Las respuestas no son de índole unicausal, la brecha entre los sectores rurales y urbanos siempre existió. Las diferencias culturales, sociales y educativas marcaron fuertemente a Tailandia. El control de las élites fue sumamente férreo durante el Siglo XX, algo que imposibilitó cambios a nivel social, llegado el momento cuando los mismos buscaron ser introducidos, todo el aparato sistémico se tornó en contra del partido de gobierno que impulsó las reformas. Gran parte de los problemas generados hasta 2006 no desaparecieron fácilmente, el escenario post Thaksin debió convivir con la división social imperante. La llegada de Yingluck al poder no hizo otra cosa que reavivar este conflicto social. El importante apoyo electoral que obtuvo el gobierno de la primera mujer en llegar al poder, le permitió a los leales al movimiento político iniciado con Thaksin valerse de mecanismos para confrontar al sistema. Inicialmente la actitud de Yingluck se alejó del diálogo con los sectores más opositores a sus políticas, algo que no solo enfureció aún más a estos, sino que también demostró lo que sería el inicio de una compleja relación entre los sectores políticos, económicos y sociales opositores a su gobierno. Por parte de los "Red Shirts", leales al Clan Shinawatra, este era el momento para demostrar su apoyo incondicional hacia quienes les habían permitido mejorar su situación socio - económica. Thaksin había sido derrocado por el golpe de 2006, y a menos que demostraran en acaudaladas manifestaciones sociales su apoyo hacia la hermana del ex Primer Ministro, difícilmente podrían torcer la fuerza de todo un aparato sistémico.  
El gobierno de Yingluck apeló a una lógica de división social mediante el discurso. Lo cual derivó en una confrontación social sin escalas. El haber dividido a la sociedad aún más aumentó los mecanismos legales e ilegales de oposición a su gobierno. Para nosotros fueron de naturaleza doble (legales e ilegales), sin embargo cabe advertir que para los actores internos los mecanismos que consideraríamos como ilegales son para ellos los medios moralmente correctos y aquellos más apropiados para alcanzar sus objetivos.
Luego de las inundaciones de 2011 el gobierno debió convivir con la oposición total de un importante sector de la sociedad. El reclamos de los manifestantes se centraba en la negativa a continuar con el gobierno de Yingluck, llamando a los poderes institucionales del sistema a derrocarlo. La única salida aceptable para ellos era la destitución de la Primer Ministro y su gabinete. A medida que la tensión aumentó, las manifestaciones callejeras en toda la nación tuvieron el interés de demostrar el grado de apoyo u oposición con el cual contaba el gobierno. Al mejor estilo rivalidad futbolística, en Tailandia los simpatizantes de un bando y otro recurrían continuamente a las calles para expresar su apoyo o rechazo hacia la Administración Shinawatra. Esto generó un efecto que llevó a elevar la vara, teniendo que incrementar el número de concurrentes a las manifestaciones o aumentar la cantidad de días en los cuales se extendían las mismas. Eventualmente el accionar de los Red & Yellow Shirts llevó a lo que hacia fines de 2013 se conoció como los establecimientos callejeros, donde provenientes de todas las regiones de Tailandia concurrían a la capital manifestantes leales y opositores al gobierno de Yingluck. La compleja división social indudablemente culminaría en una situación extrema. Ello se puede comprender, en parte, por el espiral conflictivo en el cual se encontró la sociedad tailandesa, imperando bajo una lógica de suma cero, sin diálogo y con demostraciones sociales a lo largo y ancho de toda la nación.







Los denominados Yellow Shirts utilizaron los mecanismos de manifestación social y protesta callejera para dejar en evidencia su oposición al gobierno de Yingluck Shinawatra. A partir de 2014 las mismas cobraron mayor fuerza, dejando a la Administración Shinawatra frente a una compleja situación social.





El último elemento que tomaremos en cuenta para nuestro análisis es la polarización. Esta última no se restringe al orden social y político, trasciende los límites de cualquier tipo de caracterización, ya que Tailandia se ha convertido desde hace más de una década en lo que académicos y especialistas han denominado como "divided society". En su totalidad Tailandia se ha dividido, prevaleciendo dentro de esta división dos grandes polos. Estos pueden ser comprendidos al tomar en cuenta todo lo que hemos desarrollado hasta el momento. Por un lado encontramos a los sectores sociales de las clases bajas y la denominada "nueva clase media", en gran medida provenientes de las áreas rurales de la nación. Principalmente se destacan por su localización demográfica en las regiones del Norte, lugares tales como Chiang Mai o la Región de Isan. En años recientes han experimentado una inmejorable situación económica, desde las enormes cantidades de dinero que han destinado los gobiernos de Thaksin y Yingluck hasta los subsidios al arroz, es innegable que el Norte ha mejorado en comparación a décadas previas. Gran parte de los Red Shirts provienen de estas regiones. En años recientes su discurso y posición política han sido redireccionados hacia los grupos de poder tradicionales y la forma en la cual opera el sistema. Creen que los militares y los medios de comunicación desean terminar con los gobiernos populares elegidos de forma democrática, a fin de continuar con el control y manejo de la economía y política. Si bien los simpatizantes del gobierno de Yingluck se encuentran diseminados por toda la nación, incluyendo Bangkok, lo cierto es que el principal caudal de votos y bastión electoral de su gobierno se encuentra en la región del Norte. Por otro lado encontramos a los sectores sociales de clases medias y altas, principalmente de los centros urbanos de la nación, localizados en ciudades del Sur y la región costera, en gran medida se declaran leales al rey y opositores a los gobiernos populistas. En años recientes han observado como otros sectores se han beneficiado económicamente, mientras el gobierno aumentaba el grado de corrupción y malversación de fondos públicos. Creen que la mejor salida es interrumpir de forma anti democrática dichos gobiernos, a fin de restablecer el orden de la nación. Gran parte de los denominados Yellow Shirts se ubican dentro de esta franja social.
Los colores rojo y amarillo sirven para ejemplificar la clara polarización de la nación. No hay colores intermedios, tampoco existen los grises, el conflicto social ha derivado en que los ciudadanos se coloquen dentro de un polo o del otro. Si bien los niveles de polarización han incrementado enormemente a lo largo de la última década, ambos polos consideran que existen cuestiones históricas que los llevan a posicionase dentro de un bando u otro. Las clases medias urbanas se consideran el sostén histórico de la economía nacional, han tenido una mirada hacia fuera, copiando modelos socio - económicos de naciones desarrolladas, están convencidos que los militares son garantes del orden y la monarquía. Es así como el sistema ha funcionado durante siglos y consideran que los cambios solo son para peor. Del otro lado, si bien la monarquía es respetada, los medios se han encargado de crear la imagen de los Red Shirts como opositores al rey y las instituciones militares. El gobierno de Shinawatra no ha podido romper con dicha diada, optando finalmente por la defensa de su séquito de seguidores en lugar de llamar a la unidad y terminar con la confrontación. 
El caso tailandés no hace otra cosa que demostrar las posturas irreconciliables de dos sectores fuertemente enemistados. Por otro lado, será difícil para el próximo gobierno democrático llevar a cabo una conciliación nacional, más cuando el clivaje lleva años de desarrollo en los más altos niveles del poder y la sociedad. 









Los Red Shirts se han caracterizado por su ferviente e incondicional apoyo a la Señora Shinawatra. Dicho movimiento poseen representación en gran parte del país, especialmente en las regiones del norte. 





Ingresando en la última parte del informe, describiremos la evolución de los acontecimientos y al mismo tiempo buscaremos comprenderlos aplicando los conceptos desarrollados hasta aquí. 
Cuando el día 7 de Mayo de 2014 la Corte Constitucional de Tailandia destituyó a la Primer Ministro Yingluck Shinawatra del poder justificando abuso de funciones en el poder, quedó claro que la historia volvía a repetirse, al igual que en 2006 cuando un golpe de Estado removió del poder a su hermano Thaksin Shinawatra, dejando en evidencia ante el mundo los mecanismos operacionales del sistema tailandés. Sin lugar a dudas, su vínculo familiar con quien fuera la figura más importante del reino durante los últimos diez años también influyó, a pesar de ello los 1,000 días de gobierno shinawatrista demostraron la imposibilidad de introducir cambios sistémicos en Tailandia. En dicho caso, el golpe de estado fue un denominado "golpe suave", mediante mecanismos constitucionales y judiciales, posiblemente si las fuerzas armadas hubieran removido a Yingluck, terminaríamos experimentado dentro de pocos años el regreso al poder de un Shinawatra o en su defecto algún allegado a ellos. Los golpes militares tienen una relevante connotación negativa, por lo cual el sistema decidió apelar a un nuevo mecanismo para sacar del poder a un Primer Ministro que le generó más problemas que soluciones. Si bien han habido medios de comunicación moderados que han apuntado a la medida de la Corte como una salida apresurada y asegurando el funcionamiento del orden democrática, al impedir un mayor conflicto como podría haber sido una intervención militar, lo cierto es que esto probó ser falso, ya que semanas más tarde los tanques ingresaron triunfantes a Bangkok. La mejor explicación radica en demostrar la necesidad de los grupos de poder tradicionales en deshacerse de la Señora Shinawatra sin pagar el alto costo de llevar a cabo un golpe de Estado, lo que afectaría su reputación e imagen y podría derivar en una mayor crisis puertas adentro de la ASEAN. La medida judicial no hizo otra cosa que llevar a cabo la defensa de los intereses de la élite, a lo mejor en lugar de utilizar su brazo pretoriano, apelaron a una medida medianamente más moderada. Si bien es importante diferenciar ambas cuestiones, no dejan de ser las dos caras de una misma moneda, el gobierno elegido de forma democrática debió ser interrumpido. Ahora bien, ¿acaso alguien se sorprendió de ello? Más aún luego de los meses de crisis social e inestabilidad en las calles de Bangkok. Los problemas políticos eran previos, Yingluck terminó encerrándose en un callejón sin salida. Sus últimas apariciones antes del golpe mostraban lo que sería una inevitable salida del poder. Ella debió pagar los costos de las fallidas elecciones de Febrero, donde la Corte anuló los resultados, enviando un mensaje previo a la mandataria respecto a las decisiones que debía tomar. El denominado "Judicial Coup" no solo le impidió alzarse victoriosa en la elecciones que ella misma convocó ,también le obligó a salir del poder. 
La oposición política, tanto a nivel nacional y regional como también en el Parlamento, puede ser caracterizada bajo el rótulo de irresponsable. Los sectores conservadores se enfocar en atacar las políticas del gobierno respecto a la producción y comercialización de arroz. Los escándalos de corrupción que afectaron al gobierno rápidamente dejaron en evidencia la forma en la cual operaba el aparato político en las provincias productoras de arroz. Durante los debates en el Parlamento, la oposición vinculó los sobreprecios que el Estado pagaba a productores de arroz con la "compra de votos"  y favores. El Democratic Party, principal partido de oposición, demostró una postura radical respecto al gobierno y la convivencia democrática. La cúpula partidaria mantuvo una posición proclive a  la eliminación de cualquier tipo de influencia en la política por parte de  la familia Shinawatra. Con el paso del tiempo, su discurso mostró a un partido sumamente anti Shinawatra. En años recientes el partido ha boicoteado las elecciones democráticas, en parte debido a los aplastantes resultados logrados por el Pheu Thai Party. Esto demuestra que al no lograr vencer por la vía democrática al gobierno, radicalizó su postura. Por fuera de esto último, las acusaciones por corrupción y arreglos ilegales en los distritos más pobres, provinieron de todo el arco político e incluso de distintas organizaciones sociales. De esta forma es comprensible que la cooperación y el diálogo entre gobierno y oposición se tornara imposible, simil relación Yellow - Red Shirts. 
La Señora Yingluck Shinawatra se encontró ante una encrucijada. Si ignoraba las protestas callejeras y manifestaciones sociales, la violencia aumentaría, otorgándole un justificativo al poder militar para intervenir mediante un golpe. Por otro lado, si no buscaba una solución con los royalists, las protestas continuarían y le quitarían legitimidad a su gobierno, algo que terminaría alimentando a los grupos de poder concentrados aglutinados hasta aquel momento en el arco opositor a su gobierno. Posiblemente la negativa a negociar se debió a la creencia hasta último momento que los militares no se arriesgarían a intervenir. Incluso dentro de las fuerzas armadas, Yingluck había logrado obtener la lealtad de oficiales, los denominados "Sandías", ya que parafraseando a los medios locales son verdes por fuera pero rojos por dentro. Varios de ello son comandantes y oficiales provenientes de las provincias del interior, ascendidos por el gobierno de Shinawatra. Poseen conocimiento de la forma en la cual ha cambiado la situación en sus provincias gracias a los gobiernos de Thaksin y Yingluck, sin embargo no estamos hablando de los estratos más poderosos e influyentes de las Fuerzas Armadas, su capacidad para impedir el golpe era prácticamente nula. 








Durante el período de ejercicio de funciones por parte de Yingluck Shinawatra la oposición política radicalizó su postura. La oposición parlamentaria inicial terminó transformándose en oposición a los mecanismos de convivencia democrática. 


En la imagen se puede apreciar a Suthep Thaugsuban, miembro del Democrat Party y uno de los principales líderes de la oposición.






Cuando el gobierno de Yingluck buscó pasar legislación al poder legislativo a fin de otorgar amnistía a varios líderes políticos, entre los cuales se encontraba su hermano (hasta la fecha en exilio auto impuesto), la oposición recrudeció sus posturas. Los camisas amarillas fueron los primeros en señalar que Thaksin volvería al poder de la mano de su hermana. Líderes de la oposición, como el influyente Suthep Thaugsuban acusaron a Yingluck de generar confrontación social al desear otorgarle amnistía a líderes políticos que llevaron a Tailandia al caos en años previos. No solo las protestas callejeras empeoraron la situación, para las clases medias de ascendencia china, el regreso de Thaksin fue la gota que rebalsó el vaso. Los medios de comunicación unificaron todos las acciones del gobierno y las presentaron ante la ciudadanía como una postura soberbia y autoritaria. La violencia callejera, la anulación de las elecciones, los escándalos de corrupción, la compra de arroz al doble del precio del mercado (los denominados Rice Subsidies) y ahora la posibilidad de otorgar amnistía a miembros y figuras políticas de la pasada Administración Shinawatra, fueron un combo fatal que para la oposición social, política y económica al gobierno de Yingluck implicaba la urgente toma de medidas drásticas. 
Por parte de los camisas rojas, las posibilidades de continuar respaldando al gobierno y sacarlo de la situación en la cual se encontraba parecían nulas. Al ver las multitudinarias manifestaciones en Bangkok, los granjeros del norte se proclamaron opositores a las posturas adoptadas por las clases medias bangkokianas. Los pobladores norteños esgrimieron justificativos completamente válidos al señalar que Bangkok no aceptaba la elección democrática del resto de la nación, queriendo de esta forma elegir su propio Primer Ministro. Los líderes locales se apresuraron en emitir declaraciones radicales, las cuales ya para esta altura eran completamente moderadas. Se habló de secesionismo en varias regiones, incluso se le sugirió a Yingluck abandonar Bangkok y establecer su gobierno en Chiang Mai. Para los camisas rojas Bangkok no comprende la realidad social y económica de las provincias del Norte, sostienen que es necesario reformar el sistema a fin de tornarlo más equitativo. 
Como hemos visto Tailandia es un Estado centralizado, donde todos los poderes se reunen en Bangkok. Gran parte de las cuestiones que reclaman las provincias del norte, los camisas rojas y los leales a Yingluck se encuentran vinculadas a la formación del estado moderno tailandés. Con el paso de Siam a Tailandia la élite que históricamente gobernó la nación buscó centralizar el poder en Bangkok, quitándole influencia y capacidad de decisión independiente a las distintas provincias. Los niveles regionales y locales son controlados y sometidos a constante observación desde Bangkok. Si bien ha sido difícil mantener la unidad en una nación étnicamente divergente, el Estado se ha esforzado por continuar sosteniendo este sistema. Frente al avasallante deseo de los Shinawatra por desafiar dicho complejo entramado social, político, económico y cultural, los grupos de poder han experimentado por primera vez una seria amenaza al establecido orden conservador.









Yingluck Shinawatra, Primer Ministro de Tailandia durante el período 2011 - 2014, elegida democráticamente y destituída por medio de una orden judicial. A pesar del enorme poder que logró reunir en torno a su gobierno, este no fue suficiente para vencer a las fuerzas sistémicas que le ofrecieron oposición desde un primer momento.





Indefectiblemente Tailandia continúa siendo una de las naciones más importantes del Sudeste Asiático. Los años de crisis e inestabilidad han sido una constante últimamente, sin embargo si uno repasa la historia contemporánea del reino observará que Tailandia cuenta con fuertes clivajes internos. Los años de la Crisis Asiática pueden haber quedado atrás, a pesar de ello la nación ha buscado mejorar su posición económica a nivel internacional. De igual forma lo ha intentado hacer por vías diplomáticas, la nación tiene el interés de formar parte en el plano internacional del grupo de estados independientes más influyentes ¿Acaso la actual crisis perjudica a Tailanadia en el plano internacional? Posiblemente la respuesta sea afirmativa. Habrá quienes señalarán que esta es la forma en la cual se ha gobernado Tailandia desde inicios del Siglo XX. Tal como hemos observado, presenta características sistémicas que comprometen a los principales actores en el plano nacional, sin embargo no mencionamos aquellos del plano internacional que tienen injerencia o mejor dicho relevancia en los asuntos internos. La multiplicidad de actores es fundamental para comprender las pujas de poder en el seno de la política y economía tailandesa. La forma en la cual los diversos estratos sociales toman partido por uno u otro grupo también es relevante, de igual forma que lo es el manejo del poder en un Estado sumamente centralizado. Comprender la actual crisis implica tomar en cuenta gran parte de los elementos que hemos expuesto en el presente trabajo. Los años de los Shinawatra en el poder han dejado un enorme legado, el cual difícilmente pueda ser borrado de la historia. A partir de allí los grupos de poder tradicionales deberán tomar en cuenta a las facciones que se encuentran aglutinadas dentro del shinawatrismo. Gobernar Tailandia sin tomar en cuenta los reclamos de los trabajadores rurales, el cambio que buscan instalar los grupos de centro izquierda y las demandas de las provincias norteñas  no parece ser la medida adecuada, de igual forma que lo demostró ser la posición de Yingluck Shinawatra, distante con los grupos de poder y relegando el diálogo como herramienta política. Las medidas consensuadas serán la llave que le permitirá a Tailandia cerrar la puerta de un capítulo convulsionado de su historia. Posiblemente varios lectores se pregunten si esta postura peca por ser naive. En parte es probable, difícilmente los grupos de poder tradicionales deseen perder su influencia y llevar a cabo cambios que permitan a otros sectores ocupar sus lugares. Justamente los largos años de lucha han demostrado que en Tailandia lo más preciado es el poder. Sin embargo esta es una nación imposible de gobernar de forma unilateral. 
Recientemente la prensa internacional acreditada en Bangkok ha formulado una pregunta que nos ha dejado dubitativos a más de uno. La misma es: ¿Ha fracasado la democracia como modelo de gobierno en Tailandia? Si bien es difícil responder a dicha pregunta, lo más probable es que no haya fracasado del todo. Sí es comprensible que tanto las intervenciones militares como los negocios de corrupción por parte de los políticos de turno erosionan los pilares democráticos de la nación, sugiriéndole a la ciudadanía tailandesa que no hay esperanza en la democracia. Varios han sido los intelectuales que han sugerido que los modelos democráticos son incompatibles en naciones como Tailandia. Posiblemente esta posición sea errónea. Por otro lado, y como hemos visto hasta aquí, los problemas en Tailandia no se explican por creencias y culturas que no son compatibles con la democracia, más bien remiten a un complejo entramado de poder entre actores sistémicos que controlan los designios de la nación. Allí sí yacen cuestiones culturales, educacionales y sociales que han llevado a una notoria fragmentación y división, aumentando las posibilidades de tensión entre sectores sociales completamente divergentes. La irrupción de Thaksin en el poder, allá por 2001, no hizo otra cosa que garantizar la eclosión de dicha tensión social, algo que indudablemente empeoró durante el gobierno de Yingluck. Los cambios llevarán años, a pesar de ello hoy debemos abocarnos a continuar analizando la evolución de los acontecimientos, especialmente en un momento como este, donde durante el próximo año será fundamental observar la transición hacia un gobierno democrático y la posibilidad de elecciones generales, donde nuevamente ambos sectores buscarán imponerse, conllevando de esta forma al inicio de un nuevo capítulo en la historia contemporánea del Reino de Tailandia.





                                                                         Tomás Vera Ziccardi.





* La totalidad del presente trabajo es obra material e intelectual del Señor Tomás Vera Ziccardi. Los derechos de dicha obra quedan reservados a TVZC® por expreso pedido del Autor.


viernes, 16 de mayo de 2014

No Luck for Yingluck.



No Luck for Yingluck.







Author: Tomás Vera Ziccardi.





For most Thai citizens the May 7th Coup that threw out Ms. Yingluck Shinawatra from power was a predictable event. However, if most of them were asked in 2008 if a woman had possibilities of becoming the Prime Minister of Thailand most would have probably disclaimed it. Thai politics remain as a complex world, even for experts, hence explaining the causes of this month's coup would require an extensive analysis. Far from this goal, we are looking forward to understand the difficulties that former Thai PM Ms. Shinawatra, faced during her short experience as the head of state of the Kingdom of Thailand. 

After former Prime Minister Thaksin Shinawatra was removed from power by a military coup in 2006, thai politics went through a period of profound crisis and instability. Thailand's major political party was banned, making Mr. Shinawatra's political machine collapse. The Thai Rak Thai became the People's Power Party (PPP), which eventually developed into the Pheu Thai Party, the political structure that took Yingluck to power. Nevertheless, back in 2006-2007 Yingluck was a business woman distant to Thai politics. Despite having an interesting background (wealthy family from Chiang Mai and a brother who was Thailand's most relevant political figure), Yingluck remained as an outsider. Her education in public policy and governance were applied for years to the world of business. Unfortunately for her, the political arena works under different rules. A leader needs to have the ability to negotiate with groups of power, confront political opposition and maintain equilibrium among Thai militars, right wing political parties, rural voters, media, regional leaders and national bureaucracry centralized in Bangkok. Apart from this, being a female leader made things much more complex for Yingluck.


While Thaksin (from exile) and his technocrats decided who was going to command the Pheu Thai Party, relevant political figures performed a fierce battle in order to regain power. Instability made things much more difficult, specially in the post Thaksin scenario. The top leadership of the moment decided that the best option in order to face the upcoming 2011 elections was to strenghten Yingluck Shinawatra, an extremely attractive figure and none other than Thaksin's sister; after all the PTP had political control of key regions, their strategy was to appoint someone close to Thaksin's circle but at the same time a seductive option in order to reduce opposition from the Thai establishment. This is how Yingluck Shinawatra quickly began a nonstop path to power. Luck seemed to be on her side. 

Ms. Yingluck Shinawatra did not count with previous political experience. She never served for public administration nor hold a relevant political position. Despite this, she won the national elections of 2011 and became Thailand's first female Prime Minister. For the militars, who exerted political control of the nation, Yingluck was more a doubt than a certainty. Despite her promises to persuade national unity she seeked to give amnesty to political figures of the Shinawatra Administration, including her own brother. For bureaucrats, Yingluck was a week woman controlled from abroad by her prother. She lacked the skills to exercise power and at their eyes, Yingluck was a puppet of the Pheu Thai Party. For the opposition parties, Thaksin's sister was a necessary evil, they knew that in electoral terms the PTP controlled the most relevant regions and undoubtfuly would end up in power. The difference now was that for them it would be easier to negotiate with a weak woman not used to Thai politics, rather than with a political chief close to the Shinawatra Clan. 









Ms. Yingluck Shinawatra had to govern Thailand during a period of severe instability. Her social background and political position further influenced her administration. Despite critical mistakes, another element should be taken into account: Yingluck lacked luck. 





So far everybody knows the most relevant aspects of the 1,000 days of government from the Thaksin Administration (Part II). However, people might forget how difficult it was for Yingluck to govern during the past four years. Apart from political opposition, which forced her to call for early elections to the national parliament, social opposition increased in comparison to previous years. Since almost day one, protestors took to the streets in order to oppose to her government. Media also had an active role, giving information to the people which stated that Ms. Yingluck was preparing legislation in order to give amnesty to her brother and other relevant political leaders. Despite being elected with a majority, Ms. Shinawatra lost key regions, something that accentuated the social fracture. Having the electoral support from her beloved Chiang Mai, she now had to govern in a oppnent district, no other than mighty Bangkok. It is important to recall what most especialists claim: 'In Thailand governments are made in the countryside and unmade in Bangkok'. Having not previously worked in the parliament, she lacked experience regarding confrontation against the national establishment. Perhaps this inexperience, combined with other factors, explains why she had to make cabinet reshuffle in several occasions. Of course this was seen as a sign of weakness for the opposition. 

Starting with the 2011 floods, Yingluck's government seemed to have lost luck, things had changed: governing Thailand was a much more difficult task than what she had thought. Despite natural disasters, her administration would have to go throught a hard moment, as political, media, social and economic opposition increased. Thailand's polarization made things even worse. The so called 'yellow shirts' took the streets of Bangkok on several occasions. For Yingluck, as her advisors had told her, this was just a momentary thing, but as time went by and protesters remained in the streets for more than four months, her indecision combined with lack of knowledge in order to respond to this crisis made things come to an end. Apart from the already mentioned social motives, economic ones also emerged as a core point of her administration. Yingluck's policies towards rice farmers made the financial and economic establishment from Bangkok launch a media campaign meant to destabilize her government. Having the obligation to pay back to most of the rural electors that took her to power, Ms. Shinawatra continued with the populist policies her brother initiated back in the '2000s. Certainly, this increased opposition in urban centres of power such as Bangkok. Perhaps another relevant issue we should be mention are the corrpution scandals that surrounded her government. Economic plans meant to reactivate Thailand's economy were overshadowed by the scandals of corruption regarding the so called 'rice subsidies'. As the state payed rural producers twice the market price of rice, parliament leaders and media pointed out at Yingluck accusing the government of paying at a higher rate in order to maintain electoral support in rural areas. Several investigations enclosed the Thaksin Administration in accordance to this issue. As it is clear, political instability increased, affecting her government.

From her unexpected irruption in national politics to her evident dismissal, Yingluck Shinawatra proved to be a paradigmatic figure in Thai politics. Being the sister of former Prime Minister Thaksin Shinawatra gave her the chance to command a political force that since 2001 introduced radical reforms in a nation where the elite has minutely created a system favorable to right wing political forces. On the other hand, Yingluck's policies, most related to populist ones, were seen as a threat to Bangkok's establishment. Some might argue that she had her days counted since day one, however she proved steadiness by governing for almost four years. Most aspects of her fall are explained by systemic features and also political mistakes of the PTP government. After all, political instability in Thailand has become a constant for the past two decades. Was Yingluck an inevitable victim of this unestable period? As seen in the street of Thailand, some will answer yes and others no. Noticeably, Yingluck Shinawatra faced fierce opposition, which applied to her experience in office made the female leader commit serious mistakes, either by omission or wrong decision. To sum up, endogenous and exogenous factors influenced her government. Nevertheless we might all agree that the judiciary coup lead this month proves that Yingluck lost the luck that once took her to power. 





                                  Tomás Vera Ziccardi.





* This work is physical and intellectual property of Mr. Tomás Vera Ziccardi. The rights of this work are reserved to TVZC® by express request of the Author.