martes, 31 de marzo de 2015

Los complejos años de la Détente



Los complejos años de la Détente









Autor: Tomás Vera Ziccardi






La Guerra Fría fue un momento histórico que de entre una infinidad de cuestiones se caracterizó por la coexistencia entre dos superpotencias y el reacomodamiento de los diversos actores internacionales en torno a las estructuras, el accionar y los ideales de éstas. La relación Estados Unidos de América - Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas varió a lo largo del período que abarca los años comprendidos entre 1945 y 1989. Durante uno de esos momentos, tomó lugar un proceso que los historiadores han denominado como Détente. Dicho término proviene del francés y generalmente se lo ha asociado a la conceptualización de "distensión" o "aligeramiento". Ha sido aplicado para el proceso que abarca los años 1969 - 1975. Este último caracterizado por un acercamiento y entendimiento mutuo entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Generalmente suele vinculárselo fuertemente a las administraciones Nixon y Brezhnev. Para algunos especialistas, la Détente surgió fruto de los cambios internacionales que estaban afectando a los dos bloques. Para otros, significó un proceso que lentamente erosionaría la tensa relación entre los dos hegemones globales. Más allá de ingresar en un debate teleológico, nuestro interés es retratar los aspectos más relevantes de la Détente, entre los cuales analizaremos los principales acontecimientos históricos, las posiciones de las superpotencias, los alcances y la reseña final que dejó dicho proceso en el agregado global de la Guerra Fría.









La Détente fue un período durante el cual las potencias hegemónicas aplicaron distensión a su relación bilateral y global. Ello permitió importantes avances en áreas y cuestiones que hasta entonces se encontraban bloqueadas. Durante el mencionado proceso tomó lugar el relanzamiento de relaciones entre Estados Unidos y la República Popular China.


En la imagen se puede apreciar al trigésimo séptimo  presidente de los Estados Unidos Richard Nixon junto a su mujer durante su visita oficial a la República Popular China en 1972.





En otras oportunidades hemos hecho referencia al nuevo enfoque multipolar introducido por la administración Nixon a fines de los 60s, comienzos de los 70s. Parte de ello puede ser reconceptualizado en Nixon - Kissinger y el nuevo enfoque del mundo tripolar. Bajo las mencionadas premisas, Estados Unidos comienza a visualizar la necesidad de cambios en el sistema internacional. Si bien durante aquel momento no se encontraba en boga la posibilidad de poner fin a la Guerra Fría, existían indicios que exponía la creencia de Washington en un nuevo orden global. El enfoque de la diplomacia tripolar fue relevante durante la administración Nixon. El gobierno republicano deseaba producir cambios que le permitieran reducir los efectos sistémicos negativos. Desde lo económico hasta lo geopolítico, Nixon y Kissinger buscaron centrarse en la cuestión china. El inicio del proceso de reformas daría un nuevo vuelco a partir de 1972, de todas formas no se puede negar el interés de la Casa Blanca por acentuar las diferencias dentro del bloque comunista en un momento particular marcado por el cisma sino-soviético. La diplomacia tripolar no necesariamente comprendía tres asientos en el tablero geopolítico supremo, más bien buscaba alejar la silla soviética de la mesa, algo que obligaría a la URSS a optar por instancias menos rígidas. Las negociaciones Washington - Beijing se mantuvieron bajo la lógica de la diplomacia kissingeriana, es decir mediante lo comúnmente conocido como diplomatic back channels. El problema no fue el desconocimiento de Moscú sino más bien los inconvenientes que le trajo en términos de su posición internacional. Con esto deseamos dejar en claro que la diplomacia tripolar y este nuevo enfoque multipolar fueron elementos considerables de la Détente. 










La Détente suele ser vinculada al accionar diplomático y geopolítico de la administración Nixon. Durante su mandato, Richard Nixon (izquierda) y su Consejero de Seguridad Nacional Henry Kissinger (derecha) buscaron impulsar cambios en la política exterior estadounidense. Varios de ellos gravitaban en torno al nuevo enfoque multipolar, la distensión y las concesiones entre ambos bloques de poder.





Durante su campaña presidencial Richard Nixon realizó fuerte hincapié en efectuar una salida honorable de Vietnam. Siguiendo la lógica de negociaciones secretas, Kissinger se encargó de buscar un acuerdo con Hanoi al tiempo que el Departamento de Estado impulsaba nuevos enfoques tales como la vietnamización, la política del bombardeo y la retirada progresiva, todas características de la administración Nixon. Respecto del accionar de dicho gobierno en Vietnam, el lector puede consultar las series comprendidas desde Vietnam War Part IV hasta Vietnam War Final Considerations and Personal Comments. Aquí tan solo mencionaremos que el agobiante gasto militar proveniente de la guerra, sus consecuencias para la economía nacional, el descontento social respecto a un conflicto prolongado en el tiempo y las promesas del propio Nixon condujeron a los Estados Unidos hacia una salida del conflicto. El retiro de Vietnam también implicaría un reposicionamiento internacional, algo que indefectiblemente remitiría a la relación con el bloque oriental, consecuentemente con la URSS. Para la administración Nixon sería necesario encontrar una nueva posición con la Unión Soviética mientras por detrás se negociaba con Vietnam del Norte. Esta nueva realidad implicaba cambios en las asimetrías globales. A la par, el centro del tablero internacional comenzaba desplazarse del Sudeste Asiático. El orden multipolar estimado por Kissinger también remitía a centrar los esfuerzos en diversas cuestiones internacionales que pudiesen representarle beneficios concretos a los Estados Unidos. A continuación hablaremos de varios de ellos, sin antes pasar por alto la injerencia del enfoque de la Détente sobre Vietnam. La compleja salida del teatro asiático demostraría la necesidad estadounidense por distender el conflicto global. Ahora la nación tenía otras prioridades de índole comercial, financiera, económica, social y geopolítica. Al mismo tiempo, la Unión Soviética también comenzaría a dar indicios en dicho sentido, de todas formas ello será abordado más adelante.









Imagen histórica y sumamente representativa del fin de la Guerra de Vietnam (1975), titulada "La Caída de Saigón". Uno de los últimos Bell UH-1 estadounidenses se retira de un edificio clandestino de la CIA próximo a la Embajada de los Estados Unidos en Saigón, Vietnam del Sur. Luego de más de una década de lucha en el Sudeste Asiático, Estados Unidos deja un conflicto sumamente costoso tanto en lo económico como en lo social.





Hacia finales de los años 60s la carrera armamentista había alcanzado límites importantes que encendieron la alarma en Moscú y Washington. La capacidad nuclear, balística y de destrucción total de ambas potencias había llegado a un nivel preocupante. La Unión Soviética había realizado un gran esfuerzo para alcanzar las capacidades nucleares estadounidenses. A costa de ello, la economía local daría claros signos de crisis. Al otro lado del Atlántico, Estados Unidos no solo costeaba una guerra monumental sino que además continuaba invirtiendo en capacidad balística intercontinental. La carrera armamentista implicaba un fuerte peso en los agregados económicos de ambas naciones. Tanto por parte de Moscú como de Washington (especialmente de esta última) se había hecho evidente que era preciso comenzar un proceso de desaceleración de la carrera armamentista. Por otro lado, si se buscaba un nuevo enfoque más centrado en un pacifismo y distensión, también debían fijarse límites a la capacidad nuclear. En 1972 ambas potencias firmarían el famoso acuerdo SALT I (Strategic Arms Limitation Talks I Part). Allí se fijaron límites a las capacidades balísticas de ambas naciones. A los intereses de Moscú esto implicó cierto reconocimiento tácito a la obsesión soviética por ser aceptada en términos de pares en lo que refiere a la capacidad armamentista de alto grado con Estados Unidos, sumado a un respiro temporal para su preocupante situación económica. A Washington también le sirvió en términos económicos, pero más lo hizo a modo de ventana de exhibición respecto al nuevo enfoque de la Détente. Era posible tener una relación más propicia y menos belicosa con la Unión Soviética. En otros términos podríamos asegurar que era factible pasar de la Mutual Assured Destruction a cierto grado de Mutual Agreed Arms Limitation. Más seguridad para ambas potencias, más seguridad para el sistema internacional. Si bien pasarían varios años hasta SALT II, durante la administración Carter, SALT I fue el puntapié inicial, reconocido como uno de los grandes triunfos de la diplomacia nixoniana ¿Por qué tuvo implicancias en el cosmos de la Détente? La respuesta es clara: existía un aflojamiento, cierto grado de entendimiento mutuo, entre Estados Unidos y la Unión Soviética en un área clave como la carrera armamentista y capacidad nuclear. De allí en adelante, profesaba el enfoque de Nixon, podrían lograrse acuerdos en otras cuestiones.  









SALT I (1972) es considerado uno de los grandes triunfos diplomáticos de la administración Nixon. La limitación de armas estratégicas dio cuenta del nuevo enfoque impulsado con la Détente. Era posible negociar entre ambas potencias, realizar concesiones y obtener ganancias mutuas. En la imagen se puede apreciar a Richard Nixon (izquierda) y Leonid Brezhnev (derecha) durante la firma de los mencionados acuerdos. 





Convalidando los postulados kissingerianos de nuevos ejes multipolares en el tablero internacional, la Détente revitalizó el escenario europeo. Si bien no había dejado de ser relevante, pasó a un segundo plano luego del año 1961. Específicamente, el Muro de Berlín provocó una descentralización del conflicto Este - Oeste del teatro europeo. Cuba, China, Laos, Vietnam y Oriente Medio acapararon la atención de las grandes potencias, al tiempo que la Cortina de Hierro se redoblaba sobre Europa del Este y Europa Occidental comenzaba a fortalecer su proceso de integración económica. Alemania sería un eje fundamental de la Détente. En 1969 llegó al poder en Berlín el socialdemócrata Willy Brandt. Sus innovadoras propuestas despertaron la atención simultánea de Moscú y Washington. Con su aclamada Ostpolitik buscó un nuevo enfoque en las relaciones de la República Federal con el Este, es decir con la República Democrática, Polonia, Europa del Este y Moscú. El acercamiento al bloque comunista fue inicialmente mirado con temor por parte de la administración Nixon y fuertemente criticado a nivel interno por la oposición política. Sin embargo, el ideal de Brandt era reducir la tensión mediante un acercamiento. Para ello era fundamental mejorar las relaciones con la URSS, la RDA y dar signos de cambio. Cuando la política exterior de Brandt llevó al reconocimiento formal como estado independiente de la República Democrática de Alemania, se puso fin a la Doctrina Hallstein, inaugurando de esta forma una nueva relación entre las dos alemanias, consecuentemente entre los dos bloques. Tengamos en cuenta lo siguiente: hacia la década del 70 Alemania Occidental ya era la economía más fuerte del continente. Su relación con París había mejorado profundamente y se advertía una aceleración de la integración económica regional. Nixon comprendió que el acercamiento con el Este era necesario, no solo para la nueva y moderna Alemania sino también para su estrategia de la distensión. En otras palabras, Estados Unidos también podía sacar ventaja de la Ostpolitik. El cambio de enfoque comenzaba a ser global. El acercamiento bilateral quedó sellado con la visita del propio Canciller a Alemania Oriental. En 1971 se celebró el acuerdo sobre libre acceso a Berlín, demostrando una clara ruptura en los enfoques rígidos y una superación de estadios previos en la relación entre ambas alemanias. Paulatinamente, Berlín comienza a dejar de ser uno de los puntos críticos en la agenda global de la URSS y USA. Esto también contribuyó al acercamiento entre los bloques. Willy Brandt aplicó la lógica de "Política del Buen Vecino". La República Federal podía tener buenas relaciones con sus vecinos. Otro de sus grandes logros remitidos a dicho enfoque fue el reconocimiento de las fronteras de posguerra, algo largamente esperado y deseado por Moscú. Eso le permitió mostrarse triunfal en su visita a Moscú. El líder socialdemócrata alemán no solo fue vitoreado en su nación, también en la RDA, Varsovia, Washington y Moscú. Puntualmente en lo que confiere a Polonia, Berlín recompuso la relación histórica fuertemente dañada por los años del nazismo. Su visita a Polonia y posterior disculpa pública le valió del reconocimiento mundial. En lo estrictamente diplomático, Alemania firmaría con Polonia acuerdos limítrofes que otorgaban relevantes reconocimientos a los límites deseados por Varsovia. Desde nuestra perspectiva podemos añadir que la Ostpolitik generó un profundo cambio en clave alemana y global: el Muro de Berlín pasó de ser un cerco de seguridad vital a una molestia en el largo camino hacia la recomposición histórica de las relaciones germano-europeas, germano-soviéticas y lo que comenzaba a ser la integración nacional. Desde la perspectiva global, las potencias también contribuyeron al relajamiento de la tensión alemana. Tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética se abstuvieron de bloquear la iniciativa. Esto sería una constante de la Détente, pronto Moscú se abstendría de dificultar la salida de Estados Unidos de Vietnam (1973 - 1975), evidenciando la tan afamada "Política de Concesiones". Desde otro punto de vista, las dos alemanias, las dos potencias y los dos bloques demostraron que podía haber situaciones win - win, la antigua noción de juego de suma cero comenzaba a erosionarse. Sí, fue preciso ceder y emitir concesiones, pero las ganancias absolutas terminaron siendo más relevantes. 









El Canciller alemán Willy Brandt (izquierda) emprendió un cambio en términos de política exterior, donde puso el foco de atención en la relación con el bloque oriental. Su afamada Ostpolitik ("Política del Este") le permitió mejorar las relaciones con la Unión Soviética. Al mismo tiempo facilitó la distensión en la relación con el mencionado bloque. La Détente también fue representada por dichas imágenes, donde el mandatario alemán pudo tener una relación más próxima y menos formal con el Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética Leonid Brezhnev (derecha).





Respecto al desempeño económico, la Unión Soviética evidenciaba signos de agotamiento industrial y crisis agropecuaria. En términos comerciales, la URSS también se encontraba ante una situación crítica. El nuevo enfoque de la Détente le permitió a Moscú firmar acuerdos comerciales con la República Federal de Alemania, la tercer economía más grande del mundo (por el momento, pronto a ser superada por Japón). También fue importante introducir cambios en materia de derechos humanos. Ello le otorgó a Moscú la posibilidad de comerciar con Estados Unidos sin demasiadas restricciones (luego que esta última emprendiera una reforma legal). La carrera armamentista instigada por el anhelo nacional de equiparar a Estados Unidos llevó a un serio punto de inflexión, donde la economía pasaría a ser el principal problema. Moscú comprendió la lógica de concesiones: sería preciso ceder en términos de derechos humanos para obtener ventajas en comercio y fronteras. Después de todo, Alemania y Estados Unidos no otorgarían tan fácilmente. Las presiones sobre la URSS llevaron a cambios en las cuotas migratorias, tan cuestionadas para la época. A Estados Unidos le fue de gran interés la cuestión de los emigrantes judíos. Para ello, Moscú debió reformular su política migratoria. Varios analistas sostienen que dicho viraje representaría el verdadero comienzo de la caída de la "Cortina de Hierro". Lo más importante es señalar que la URSS otorgó concesiones en materia de legislación migratoria, represión interna, derechos humanos y estándares acordados con occidente. Regresando al enfoque económico, a pesar de los cambios introducidos en el área comercial e industrial, hacia mediados de 1975 la situación general de la Unión Soviética se volvió irreversible. Los serios problemas económicos se agudizarían a lo largo de los próximos quince años, conllevando a lo que varios llamarían la "implosión soviética". Las medidas de la Perestroika tan solo palearían temporalmente la caída del modelo económico dirigido desde Moscú. 









Al bloque occidental también le preocupaba lo que sucedía al otro lado de la Cortina de Hierro. La situación económica en la URSS había empeorado en años recientes, el atraso agrícola sumado al exhaustivo modelo industrial y el esfuerzo por equiparar la capacidad nuclear de los Estados Unidos marcaron el camino hacia la debacle. 


En la imagen se encuentran Willy Brandt y Bobby Kennedy observando a través del Muro de Berlín.





Habiendo hablado de concesiones comerciales y de derechos humanos, es preciso centrarse en este último eje. Sumado a ciertos puntos focales que hemos estado evaluando, en 1975 tomarían lugar otro de los ejes centrales de la Détente: los Acuerdos de Helsinki. Allí Moscú negoció con el bloque occidental temáticas tales como inviolabilidad de las fronteras, reconocimiento a los límites de posguerra, no injerencia en asuntos internos, respeto a las libertades individuales, reconocimientos de derechos humanos sin distinción alguna, entre otros. Para Moscú fue un gran avance en lo que ya hemos estado adentrándonos, reconocimiento de las fronteras propias. Sin embargo, el principal elemento cedido en la negociación fueron los derechos humanos. Para ciertos críticos, esto sería el inicio de los cambios sociales en diversos satélites soviéticos que durante la siguiente década demandarían mayor apertura. De todas formas, fue relevante el reconocimiento por parte de los miembros del Pacto de Varsovia en dicha área. Los Acuerdos de Helsinki son otro punto focal de la Détente por cuanto permitieron evidenciar las ganancias mutuas de las partes bajo el aflojamiento que indefectiblemente derivó en mayores concesiones. Tienden a ser rememorados como un momento de cambio en la relación entre la Unión Soviética y Europa Occidental. 









Los Acuerdos de Helsinki (1975) fueron un gran avance en la relación entre Europa Occidental y el bloque oriental. Nixon debió dejar la Casa Blanca en 1974 luego del Escándalo de Watergate y las consecuencias que este le produjo a su mandato. A pesar que inicialmente su administración se mostró escéptica, Kissinger decidió acompañar a sus aliados en el acuerdo con Europa Oriental. En el centro de la imagen se encuentra en presidente Gerald Ford firmando los Acuerdos de Helsinki junto a sus pares europeos. Henry Kissinger continuaba siendo siendo Consejero de Seguridad Nacional durante el momento de firma de los acuerdos.





La administración Nixon introdujo la ambivalencia de una visión doble respecto a la URSS. Una como adversario, donde era preciso que Estados Unidos impidiera que el comunismo se expandiera al resto del mundo. Como es comprensible, dicho enfoque giraba en torno a la variable ideológica. La segunda visión era la de la Unión Soviética como colaborador. El entendimiento mutuo permitiría impedir que se llegara a un final sin salida a causa de conflicto menores. Podían existir vías de escape para evitar una catástrofe general. Esto fue sumamente innovador en el contexto de la Guerra Fría porque permitió diferenciarse de la visión pragmática de análisis individual caso por caso, generalmente preferido por el establishment estadounidense hasta el momento. Nixon, en palabras del propio Kissinger: "consideraba la Détente como una prolongación de la lucha geopolítica". Ésta fue parte de la esencia del período en cuestión. Había distintas temáticas que conformaban un todo. No se trataba de cuestiones ajenas que debían resolverse particularmente porque de lo contrario se caería en conflicto global. Las partes podían negociar, conceder, analizar al otro e intercambiar. Para Kissinger, tal como lo demostró en el caso de China, la Détente implicó romper con la lógica de amigo - enemigo del Departamento de Estado. No siempre se estaba de un bando o del otro. No en todos los casos la acción de uno implicaba una perdida para el otro. Por parte de la Unión Soviética, esto pareció surtir cierto tipo de sentido. Brezhnev buscaba estabilidad interna y la distensión con Estados Unidos también sirvió a su propósito. La gerontocracia moscovita había comenzado a empeorar el funcionamiento sistémico nacional, justamente en un momento donde se precisaba de rápidas respuestas. No solo a la situación económica interna, también a la cambiante realidad internacional. La excesiva burocracia había generado lo que los historiadores denominaron "esclerosis sistémica". Una vez más, las posteriores reformas de Gorbachov, esta vez con la Glásnost,  serían soluciones temporales para un estado que estaba profundamente debilitado. Tanto Nixon como Brezhnev tenían cuestiones nacionales e internacionales fundamentales por resolver. En varios casos, la cooperación sería una salida con más ganancias que perdidas. Para muchos, la Guerra Fría había entrado en un período donde los errores se pagarían caro. La situación económica global era preocupante. Generalmente se suelen denominar a dichos períodos bajo el rótulo de "reacomodamiento sistémico". Es posible que la Détente también pueda ser comprendida desde este enfoque. La estructura configuró el accionar de los actores y estos a su vez, mediante su accionar, configurarían la futura estructura.









La presente imagen también es sumamente representativa de la Détente. Leonid Brezhnev (izquierda) y Richard Nixon (centro) disfrutan de un momento de distensión. Lo mismo aconteció con las naciones a las cuales representaron. A lo largo de más de un lustro las superpotencias lograron acordar importantes avances en su relación bilateral y la contienda global que venían disputando desde fines de la Segunda Guerra Mundial.





A lo largo del trabajo hemos abordado los principales ejes del período de la Guerra Fría comprendido entre los años 1969 y 1975. La Détente fue parte fundamental de dicho proceso histórico. El mundo posterior a 1975 experimentó las consecuencias de los cambios suscitados en la etapa previa. Alemania no volvería a ser la misma de antes. La relación entre Europa Oriental y Occidental cambiaría rotundamente. La cooperación multidimensional entre las superpotencias cobraría un nuevo valor. En materia de armamento y capacidad militar ambos bloques darían un gran paso hacia un mejor manejo del conflicto global. Si bien faltaría para poner un punto final a la Guerra Fría, la Détente significó un período de distensión entre ambas potencias. Un período donde fluyeron las visitas y encuentros de primer nivel entre Nixon y Brezhnev. Algo que fue consecuencia y causa de los encuentros Nixon - Mao o Brezhnev - Brandt. Un nuevo mundo, un nuevo enfoque en la compleja relación entre los Estados Unidos de América y la Unión Soviética. Es interesante observar cómo la Détente puso de manifiesto la primacía de los intereses (por momentos comunes) de ambas potencias. Sin embargo al mismo tiempo permitió que prevalecieran los intereses de China, Alemania, Francia, Vietnam y otros. La Détente fue la coexistencia de ambas cuestiones. Por ese mismo motivo fueron años complejos. Si tuviésemos que retratarlos en una foto, bien podría ser la de Nixon y Brezhnev distendidos durante algún encuentro bilateral en USA o la URSS con claro matiz informal o bien la de ambos firmando SALT I en un plano de mayor formalidad. Se trató de un período por momentos distendido, donde ambas potencias se sintieron a gusto, pero por otro prevaleció el interés de ambas por imponerse. La diferencia yace en que encontraron nuevos canales de resolución de conflictos mutuos. La Détente estuvo signada por negociaciones, acuerdos, tratados, concesiones, promesas y esperas. Aquí obtuvo más valor la capacidad de los burócratas, diplomáticos y especialistas que cualquier otra cuestión. Las armas no se tiraron en ningún momento, pero sí se las bajó momentáneamente para lograr un acercamiento. Finalmente podríamos señalar que el presente proceso sirvió coyunturalmente a ambas naciones. No solucionó el problema de fondo pero sí logró diagramar el camino para su posterior desenvolvimiento.





                                                                                Tomás Vera Ziccardi





* La totalidad del presente trabajo es obra material e intelectual del Señor Tomás Vera Ziccardi. Los derechos del mismo quedan estrictamente reservados a TVZC por expreso pedido del autor


domingo, 1 de marzo de 2015

Tuol Sleng



Tuol Sleng









Autor: Tomás Vera Ziccardi






Durante el lapso de tiempo que abarca los años 1975 y 1979 acontecieron eventos nefastos en Camboya. El experimento nacional de la Kampuchea Democrática demostró ser una de las experiencias más perturbadoras del siglo XX. La historia, al igual que la actualidad de aquel momento, han puesto poco foco en lo sucedido en una pequeña nación del Sudeste Asiático. Esto ha sido en parte debido a la Guerra de Vietnam pero por sobre todo a la complicidad y responsabilidad del mundo respecto a la gesta e incentivo de lo que sería el genocidio camboyano de los Khmer Rouge. Puede deberse a esto tanto como a la falta de conocimiento específico el hecho que el lector desconozca lo suscitado en Camboya durante aquellos años. No solo fue un período terrible para el pueblo camboyano sino que los mecanismos aplicados por el poder para gobernar permanecen aún desconocidos para gran parte del mundo. Dentro de dicho marco, la Prisión de Seguridad 21 (S-21) es uno de los testimonios más fieles de la cruda realidad vivida bajo el régimen polpotista. Mi interés yace en hablar de dicha prisión, el motivo por el cual fue abierta, los mecanismos empleados, la vida en ella y las consecuencias que tuvo luego de la caída de la Kampuchea Democrática en 1979. Tomando en cuenta lo expresado con anterioridad, realizaré una breve introducción general al contexto regional y la situación nacional durante las décadas de los 60s y 70s. El principal motivo es que generalmente se desconoce el motivo por el cual los Khmer Rouge llegaron al poder y por otro es imposible comprender su accionar si no se tiene en cuenta la evolución general de la región y la intromisión de ideales y actores foráneos desde por lo menos la década del 50. 









La Kampuchea Democrática (1975-1979) fue uno de los experimentos más trágicos que debió padecer el pueblo camboyano. El nuevo modelo de nación convivió con un escenario regional sumamente inestable a pesar del aislamiento autopimpuesto por su propia cúpula dirigencial. En la imagen se puede apreciar la bandera oficial de dicho régimen.





Debido a los cambios de poder en el sistema internacional, luego del profundo conflicto colonial de Francia en Indochina las partes buscarían reacomodarse. En 1954 se firmaron los Acuerdos de Ginebra que garantizaban la neutralidad de Camboya en el conflicto suscitado entre lo que ahora era Vietnam del Norte y Vietnam del Sur. Dicha neutralidad mantenía aislada del conflicto, que ya acarreaba varios años, a una nación próspera y pacífica como lo era Camboya (en comparación a sus vecinos). Al mismo tiempo aseguraba no expandir el conflicto para el resto de los actores. Lo cierto es que con el paso del tiempo sería imposible no sufrir los efectos de una guerra que comenzaba a escalar a gran velocidad. La influencia de las grandes potencias también resquebrajaría la tácita neutralidad camboyana. 
La década del 60 daría cuenta de lo previamente mencionado. Con la crisis de Laos en 1961 y la posterior entrada formal de Estados Unidos en la guerra (en 1964 luego del incidente del USS Maddox en el Golfo de Tonkin), Camboya pasaría a ser un daño colateral de la compleja crisis regional.
La ideologización en la región y la influencia del clivaje capitalismo - comunismo también repercutieron notoriamente. La primera generación de camboyanos formados en el exterior había conocido las ideas de liberación popular, comunismo y lucha contra el colonialismo. Entre ellos se encontraba el joven Saloth Sar, formado en Francia, que posteriormente ocuparía un rol central en la formación del primer partido comunista camboyano. Durante los 50s y 60s, Norodom Sihanouk ocupaba el cargo de Primer Ministro de Camboya. El miembro de la familia real proclamaba defender la neutralidad de su nación, lo cierto es que por momentos recibió apoyo de Estados Unidos y China. La neutralidad de Camboya, podría decirse, era más bien mantenida desde fuera que autosostenida. La economía nacional se encontraba en buenos términos y la situación interna era bastante estable. Sin embargo, con la muerte del Rey Suramarit en 1960 el rumbo viró rotundamente. Sihanouk sería nombrado jefe de estado. Su accionar durante los 10 años de mandato darían cuenta de graves errores en el plano diplomático. Si bien las intenciones de Norodom eran buenas, falló en comprender que la región se encontraba en una crisis donde las decisiones las tomaban las grandes potencias. Al no vislumbrar la lucha por el balance de poder, Sihanouk condenó a su nación a ser una ficha más del tablero al tiempo que él creía fervientemente en ser uno de los jugadores. Sihanouk pasó de ser aliado de Washington a defenestrar públicamente a la CIA, acusar a los oficiales y burócratas camboyanos de corrupción y "buscar dólares" (en lugar del bienestar de su pueblo), virar por momentos hacia el movimiento de países no alienados, entre otros. El jefe de estado se acercó a Moscú y Hanoi. Todo esto mientras en el plano interno, que él creía tenerlo bajo control, los movimientos radicales de izquierda eran apoyados por Mao y financiados por Ho Chi Minh y los militares entrenados por la CIA para removerlo mediante golpe de estado. En el afán por preservar algo que jamás había existido, el excéntrico Sihanouk falló en comprender que Camboya era Laos y Vietnam no China, Estados Unidos y la Unión Soviética. 

Regresemos por un momento a los movimientos opositores al régimen camboyano. Las desigualdades entre el campo y la ciudad, las disparidades entre los que más tenían y los que menos, además de la corrupción del gobierno de Sihanouk, agudizaron el apoyo a los grupos revolucionarios. El ya no tan joven Saloth Sar tenía el apoyo de Vietnam del Norte. Quien ahora era conocido como Pol Pot comenzaba a ganar apoyo en el campo y a erigirse como líder del movimiento revolucionario más grande de la nación. En 1970 Norodom Sihanouk sería removido por un golpe de estado a manos de los principales líderes militares y apoyado por Estados Unidos, el congreso y la burocracia nacional. El gobierno de Lon Nol, a pesar de provenir del ámbito castrense y contar con apoyo pleno de Washington, no podía controlar la situación interna. Los ahora Khmer Rouge acaparaban vastos sectores del interior del país y las insurgencias contra las fuerzas oficialistas crecían día a día. Esto fue potenciado con los bombardeos encubiertos aprobados por la administración Nixon. Ellos fueron usados por los comunistas para generar mayor recelo en los sectores atacados y terminar posicionándolos contra el gobierno y Estados Unidos. La situación se agravó cuando desde el exilio Sihanouk se alió a los Khmer Rouge creyendo que podría recuperar su trono. Este movimiento sería fatal: los Khmer Rouge usaron al monarca para ganar mayor apoyo de los sectores rurales (promonárquicos) y reclutar revolucionarios. Del otro lado, Estados Unidos agudizó los bombardeos y terminó llevando a cabo una ofensiva relámpago junto a Vietnam del Sur en territorio fronterizo camboyano. Allí mismo confluían Vietnam del Norte, China, Vietnam del Sur, Estados Unidos, el gobierno de facto de Phnom Penh, los Khmer Rouge, la administración Nixon y Norodom Sihanouk. En el medio de todo ello, el pueblo camboyano. Cuando a fines de 1973, comienzos de 1974, el Congreso de los Estados Unidos de América toma conocimiento de los bombardeos secretos, restringe el accionar del gobierno de Nixon. Ello implicó un último ataque masivo sobre Camboya antes de la retirada. El gobierno de Lon Nol quedó sin el apoyo vital de Estados Unidos al tiempo que los comunistas cercaban la capital con el apoyo de prácticamente toda la población. El gobierno tenía los días contados. Los bombardeos habían sido prohibidos y cuando a fines de 1974, comienzos de 1975 Estados Unidos retiraba a su embajador, personal militar y el último avión de Air America (la aerolínea encubierta de la CIA) despegaba de Phnom Penh todo estaba dicho. Ese momento había sido la luz verde para Pol Pot y sus Khmer Rouge. La ofensiva masiva financiada por Beijing y con el visto bueno de Hanoi tomó lugar. 









Saloth Sar (1925-1998), más conocido en Occidente como Pol Pot, fue uno de los principales líderes de los Khmer Rouge. Su trabajo desde las sombras lo caracterizó a lo largo de toda su vida, desde los primeros momentos de formación del partido comunista hasta su proclamación como máximo mandatario de la Kampuchea Democrática. También llamado "Querido líder" o "El hermano número uno", Pol Pot fue uno de los principales responsables por el genocidio que se cobró a cerca de 2.000.000 de personas en Camboya.





Una breve recapacitación final. El escenario gestado en Camboya fue más complejo de lo que se creía. Dicha complejidad llevó a que los diversos actores tomaran medidas caóticas e impulsivas (ejemplo Estados Unidos, Norodom Sihanouk y Lon Nol). Las medidas jamás pudiesen haber revertido una crisis social, económica, ideológica y nacional que había comenzado más de una década atrás. Fueron pocos quienes comprendieron que Estados Unidos ya había arreglado por atrás con Vietnam del Norte a través de los Acuerdos de París (1973). Con ello Nixon y Kissiger habían sellado la salida del Sudeste Asiático. Los militares camboyanos pro-Estados Unidos no lograron comprender que Estados Unidos no los apoyaba, tan solo dinamitaba la región antes de hacer su salida formal en 1975. Camboya no sería más un daño colateral de la guerra en Vietnam, ahora había pasado a ser una mina antipersonal para Hanoi. Todo ello a costa del sufrimiento del pueblo camboyano. Una nación que dos décadas atrás solo conocía de paz, seguridad social y estabilidad económica, ahora se encontraba dividida, despojada, abandonada, aislada, sumida en la pobreza y a las puertas de una masacre inhumana. Sí, las potencias extranjeras fueron responsables. Por acción u omisión. Nadie puede negar que los bombardeos de los B-52, mantenidos a escondidas por Richard Nixon, agravaron la situación social e incrementaron la violencia interna. Otros países asiáticos también aportaron su cuota de arena financiando a los movimientos revolucionarios para mejorar sus respectivas posiciones en el tablero geopolítico. Todos fueron culpables del escenario gestado hasta 1974, pero nadie se haría responsable de lo sucedido de 1975 en adelante. Camboya quedó aislada. Los Khmer Rouge tenían vía libre para ejecutar todo lo que habían planificado durante años desde los remotos confines de la jungla camboyana. Dentro de los mencionados planes se encontraban la persecución, matanza y tortura de la población. Allí es donde entra en juego Tuol Sleng, que es de lo que me interesa hablar.









Estados Unidos fue un actor clave en el Sudeste Asiático desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial (1945) hasta la Caída de Saigón (1975). Durante los años de la administración Nixon se llevaron a cabo bombardeos secretos en territorio camboyano, algo que terminaría contribuyendo al aumento del conflicto interno.


En la imagen se puede apreciar al bombardero B-52 de la fuerza aérea de los Estados Unidos durante uno de los vuelos sobre Camboya en 1973.





Las ideas obtenidas en Francia y el contraste con la realidad en su nación llevó a que la generación de camboyanos formados bajo preceptos comunistas buscaran destruir las bases de lo que era la Camboya de los 50s y 60s. La conciencia de los comunistas camboyanos apuntaba a exterminar todo vestigio de injerencia extranjera. Líderes como Pol Pot y Khieu Samphan no eran defensores de preceptos marxistas, eran por sobre todas las cosas fervientes nacionalistas que añoraban regresar al apogeo del pueblo khmer. La próspera Camboya de los siglos previos a la intromisión foránea. Para lograr dicho objetivo era necesario eliminar cualquier vestigio de la sociedad moderna, fuertemente influenciada por los modismos occidentales. La monarquía, las élites nacionales, los banqueros, burócratas y líderes militares, todos aglutinados en Phnom Penh, la cual era símbolo de la corrupción y decadencia nacional. Ellos no representaban al pueblo camboyano. Aquel pueblo que debía trabajar hasta el cansancio en el campo para mantener los lujos de la élite pro-Occidente. Una élite que además era servil ante Estados Unidos y el capital extranjero. Los Khmer Rouge querían destruir todo ello. Lo cual también implicaba destruir su mayor símbolo de esplendor: la ciudad capital, Phnom Penh. Esto es lo que ciertos historiadores han fallado en comprender. Cuando a partir de 1975 comienza la migración forzada de la ciudad al campo y la capital queda vacía, no fue porque Pol Pot quisiera emular a los líderes revolucionarios chinos, sino más bien porque Phnom Penh era el mayor símbolo de todo lo que los Khmer Rouge querían destruir. En su ideario, dicha ciudad no podía existir y debía ser destruida de inmediato. 
Al tener fuertes lazos con el exterior, las clases privilegiadas no solo eran funcionales a las potencias extranjeras, eran parte de ellas. En palabras de Pol Pot eran "el enemigo interno". Un enemigo que había sido adoctrinado y posteriormente insertado en la sociedad camboyana, sociedad a la cual no representaban y al no representarla tampoco protegían. De dicha forma, los Khmer Rouge "estaban llamados" a despertar al pueblo sumido en la ceguera impuesta por los "traidores a la patria". Podría decirse que ellos creían tener un destino manifiesto a despertar y guiar al pueblo. Era preciso una revolución multidimensional. Dicha revolución no permitía la supervivencia del enemigo, básicamente porque ello implicaba una coexistencia, algo que era nada menos que la prolongación de antiguo orden. Había que aniquilar al enemigo interno, el enemigo del pueblo. A fin de concretar dicho objetivo era preciso contar con determinadas variables. Por un lado la conducción central del Partido Comunista de la Kampuchea. Partido guiado por su "querido líder" o "El hermano número uno". Quien a pesar de no haber sido el gobernante inicial, era Pol Pot. Histórico líder desde las sombras. En segundo lugar era indispensable aniquilar al enemigo con el consentimiento del pueblo, lo cual demandaba readoctrinamiento de este último. Se debía despojar al pueblo de las mentiras y falacias contadas por los enemigos. Una vez que el pueblo fuera reeducado sería él mismo quien juzgaría a sus antiguos opresores. Pensemos lo siguiente por un momento. Si un pueblo es reeducado y todos cuentan con la misma formación prefabricada desde arriba, difícilmente exista disenso y cuestionamiento. Esto le daba total libertad de accionar a los Khmer Rouge. Todo lo que hiciera la cúpula de poder era aprobado por unanimidad. Aquellos que osaran diferir eran considerados enemigos. En la utópica sociedad polpotiana se buscaría forzar las variables al máximo. Si la situación ya era catastrófica antes de 1975, imagine el lector por un momento lo que sería forzar al pueblo a hacer tareas completamente desconocidas. Dentro de dicho afán por forzar exactamente todo, la economía planificada y centralizada sería fundamental. La caída de Norodom Sihanouk había terminado de destruir al sector agrícola. La quita de apoyo por parte del gobierno central, el posterior redireccionamiento de fondos nacionales (gobierno de Lon Nol) hacia el gasto militar (vía directa a las empresas armamentistas estadounidenses) y los bombardeos al campo destruyeron el sistema agrícola nacional. Hacia  1975 no quedaba prácticamente nada de lo que fuera para 1959 una de las agriculturas más prósperas de la región. Los Khmer Rouge forzarían la agricultura a niveles jamás vistos previamente. A esto sumémosle la presencia de sequías. En una nación que tecnológicamente había regresado a la edad de piedra. A los camboyanos solo les quedaba rezar. Existía una falta total de insumos porque el país estaba cerrado al mundo externo. Las pocas máquinas provenientes de China no eran suficientes como para recomponer una economía que precisaba de tecnología de avanzada, para la cual los Khmer Rouge no contaban con los fondos. La solución: obligar a millones de personas carentes de cualquier tipo de conocimiento en agricultura a trabajar la tierra durante cerca de 20 horas diarias. El factor trabajo era lo único que le quedaba a los Khmer Rouge. No había inversión, desarrollo ni tecnología. Tampoco capital. El factor tierra había sido devastado por largos años de guerra. Si a esto le sumamos desconocimiento a la hora de desarrollar una economía de subsistencia agrícola, comprendemos que la estrategia de los seguidores del "hermano número uno" era un suicidio masivo (lo cual terminó sucediendo). 









En 1975 los Khmer Rouge realizaron su entrada triunfal a Phnom Penh, capital de Camboya. Fueron vitoreados por sus residentes quienes los reivindicaban como liberadores nacionales. Bajo la promesa de evacuar la ciudad con motivo de los bombardeos estadounidenses, todos los ciudadanos capitalinos serían desplazados al campo para vivir en el nuevo régimen nacional. 


En la imagen se puede divisar la ciudad de Phnom Penh luego de su evacuación forzada en 1975. Para los Khmer Rouge dicha ciudad era símbolo de la opresión burguesa manipulada por intereses foráneos.





Las vertientes ideológicas profesaban el regreso a los tiempos de apogeo del Imperio Khmer, lo cual implicaba romper de toda influencia y contacto con el exterior. Si observamos las dos vías apreciamos que el país viviría bajo un aislamiento autoimpuesto y por otro lado las grandes potencias mirarían al costado o bien taparían la realidad en Camboya. Como los líderes comunistas querían vivir de lo que les otorgaba la madre patria, forzaron a millones de personas a trabajar en el campo. Existió una colectivización forzada de la tierra. Un factor importante vinculado a la subsistencia agraria fue la eliminación del concepto occidental de clases sociales. Los camboyanos debían considerarse hermanos (siendo Pol Pot el "hermano número uno"), una nación viviendo de lo que producía. En dicho proceso, quienes tenían formación avanzada, habían trabajado para corporaciones o entidades extranjeras y quienes se habían capacitado en otros países debían perder dichas herramientas, las cuales eran vistas como privilegios burgueses, para reinsertarse en la nueva sociedad camboyana. La producción del pueblo, con los recursos del pueblo era para el pueblo. No existía la iniciativa privada. Tampoco valores de cambio ni mucho menos mercados de divisas, acciones u bonos. La economía había regresado, literalmente, a la era del Imperio Khmer, mientras que el resto del mundo ingresaba en una fase de globalización prematura. 
Recordemos que los bancos fueron cerrados, las universidades y centros de formación superior clausurados. La educación en Camboya había estado siempre en manos de los extranjeros o las élites, por lo cual era vista como instrumento de adoctrinamiento foráneo. Al haber cerrado los bancos nadie podía tener depósitos en ningún lugar. No solo porque no había donde guardarlos, ¡especialmente porque no había nada que depositar! 









Bajo los preceptos del nuevo estado, todos aquellos que no lograran adecuarse eran vistos como enemigos internos, saboteadores y agentes encubiertos. Los Khmer Rouge instalaron un sistema de centros de detención y campos de concentración a lo largo de la nación. Allí serían alojados todos aquellos que representaran un problema para los intereses del nuevo régimen. 


Aquí podemos apreciar el centro de detención Tuol Sleng, ubicado en Phnom Penh. Imagen cortesía de Wikipedia.





Como se ha explicado hasta el momento, los Khmer Rouge buscaron la estandarización social bajo parámetros que no solo distaban enormemente de los imperantes en la segunda mitad del siglo XX sino que además eran completamente incomprensibles para el propio pueblo camboyano. Si se construye una ideología de homogeneización social es evidente que no se tolerará, bajo ningún concepto, la disidencia. Todo aquel que no formara parte de la nueva sociedad, que no se adecuara a los parámetros del pueblo, que tuviera influencia del antiguo régimen, que no pensara como se le decía, que desobedeciera y que fuera sospechado de atentar contra el bien común era eliminado. Simplemente porque para la ideología nacional era visto como un enemigo del pueblo, un contratiempo para erigir la Kampuchea soñada por Pol Pot. A dichos fines, era preciso contar con centros de "adoctrinamiento", "reeducación" y "reinserción social". Algo que en Occidente conocemos como centros de tortura. Había desde campos de concentración hasta centros de interrogatorio. Los Khmer Rouge buscaron eliminar de forma completa al enemigo interno. Desde la eliminación física directa hasta la tortura psicológica. Estos centros, creían los camboyanos, eran para el bien de la sociedad. Allí estaban los culpables, quienes atentaban contra el orden y el bienestar social. Personas que a lo mejor por haber hablado un día en francés frente a un oficial del pueblo, eran condenadas a largos años de tortura y penuria. En una nación carente de un sistema jurídico que reuniera parámetros mínimos, las injusticias estaban a la orden del día. Los campos de concentración también sirvieron para alertar a la sociedad, mantenerlos callados, que nadie hablara. Donde reina el temor prevalece el orden. Los Khmer Rouge no querían escuchar voz alguna que contrariara sus ideales. En el mencionado marco social, la Prisión de Seguridad 21 fue, sin lugar a dudas, el símbolo más representativo de la violencia institucionalizada del régimen kampucheano. Antiguamente fue una escuela francesa que durante los años de Sihanouk se transformó en un colegio secundario donde se formaban las clases pudientes de Phnom Penh. Hacia la segunda mitad del año 1975 fue convertido en un centro de interrogación donde básicamente fueron trasladados funcionarios del previo régimen, extranjeros que tuvieran alguna posición considerable y otro tipo de ciudadanos que pudieran aportar datos útiles al gobierno. A pesar de situarse en Phnom Penh, la escuela fue completamente remodelada para funcionar a modo de centro de tortura. Fue camuflada en la ciudad y las zonas aledañas fueron cerradas por completo. Esto básicamente implicó que nadie supiera de su existencia por fuera de los oficiales del pueblo. La prisión estaba aislada, en una ciudad aislada, en un país aislado e imperaba dentro de una sociedad completamente enajenada. Ello explica los motivos por los cuales nadie sabía de su existencia, al tiempo que el mundo se horrorizó por las cosas que allí acontecieron, luego de caídos los Khmer Rouge. Si bien ciertos servicios de inteligencia extranjeros tenían conocimiento dadas las filtraciones de la cúpula de poder local, también mantuvieron la existencia de la prisión oculta ante la sociedad internacional. 









Los disidentes del régimen solían ser torturados de forma indiscriminada. Con el paso del tiempo la paranoia del gobierno llevó a que miles de personas inocentes fueran confinados a las prisiones de seguridad donde les esperaba la tortura.






Tal como fuera mencionado previamente, durante los primeros años, S-21, posteriormente conocida como Tuol Sleng, se utilizó como centro de interrogación para relevantes figuras del gobierno anterior. Sin embargo, con el paso de los años y la necesidad de eliminar al enemigo interno, incrementaría no solo el número de prisioneros sino que además se expandiría a distintos perfiles. Toda aquella persona que haya tenido contacto con la influencia extranjera debía ser reeducada. Las persecuciones internas convivieron con los temores que llevaron a familiares, vecinos y conocidos a delatarse entre ellos. Testificaban en los juicios populares  acusando a vecinos, parejas y compañeros de trabajo señalando que habían realizado viajes a Europa, tenían automóviles importados o bien sabían hablar francés. Ello implicaba el acceso gratuito a un viaje solo de ida a S-21. De a poco la prisión pasó a estar conformada por simples profesionales, docentes, estudiantes, escritores y antiguos empleados en los hogares de los extranjeros. La verdadera idea no era hacerles comprender que habían sido erróneamente influenciados por la cultura no khmer, sino que simplemente se buscaba eliminarlos. Para ello, una de las principales tácticas utilizadas en Tuol Sleng era la prohibición al acceso a la comida. Los denominados "saboteadores internos" no merecían tener acceso a la comida fruto de la tierra camboyana y labrada por las manos del verdadero pueblo khmer. Por ello debían padecer el hambre, porque no tenían derecho a acceder ni siquiera a un plato de comida. Esto claramente demostraba mayor violencia psicológica. Se buscaba destruir las mentes de los prisioneros. Hacerlos sentirse infrahumanos. No merecedores de las libertades y derechos mínimos a los cuales accede cualquier individuo. Esto explica tres cuestiones centrales. Por un lado, el elevado número de muertos a causa de hambre y desnutrición. En segundo lugar, los Khmer Rouge demostraron su verdadera naturaleza respecto al trato hacia todo lo que no formaba parte de su creación. Finalmente, varios prisioneros terminaban declarando en su contra, mintiendo incluso cuando los khmer inventaban historias falsas, para poder acceder a un plato de comida. Generalmente, luego eran asesinados de todas formas. 









La Prisión de Seguridad 21, más conocida como Tuol Sleng, fue el centro de detención y tortura más importante durante los años de la Kampuchea Democrática. Por allí pasaron cerca de 17.000 prisioneros. En 1979, con la entrada en Phnom Penh del ejército de Vietnam, la prisión fue descubierta y expuesta al mundo entero. Tan solo se encontraron ocho sobrevivientes.





La paranoia de los líderes camboyanos llevó a que pronto fueran enviados a la prisión miles de familias que a lo mejor uno de sus miembros había sido sospechado de robar comida, quedarse dormido más de lo permitido o haber disgustado a un oficial. Pronto la prisión fue acaparada por simples ciudadanos. Ello demostró una escisión temporal, a diferencia de la visión que sostiene que Tuol Sleng fue siempre una prisión de máxima seguridad, hacia mitad de la existencia de la Kampuchea Democrática ya se estaban deportando a la prisión a simples ciudadanos; la metodología también había cambiado. No se buscaba obtener información valiosa, sino tan solo confesiones, nombres, para aumentar la nómina de prisioneros. En última instancia todos terminarían muertos. Centrando el análisis respecto a la vida carcelaria, cabe destacar que los prisioneros no realizaban actividades, tampoco cultivaban o producían bienes. Era alojados en celdas comunes o individuales. Esto demuestra que la única intención por la cual se encontraban allí era para simplemente morir. Las condiciones siempre fueron terribles. Las torturas de todo tipo se llevaban a cabo desde el amanecer hasta la noche, sobre niños, enfermos o personas con discapacidades. Estaba prohibido por completo hablar o solicitar cualquier cosa a los guardias. Las raciones de comida y agua eran inferiores a la mínima. Los prisioneros que se quejaban, solicitaban más, robaban o intercambiaban arroz por agua eran torturados. Estas medidas podían ser ejecutadas de forma aislada, donde el prisionero era encerrado y recluido o bien de forma pública, en donde se buscaba mostrarle a los demás reclusos las consecuencias de quienes infringían las normas de la prisión. Regresando a la violencia psicológica, al hecho que los prisioneros no pudiesen conversar entre ellos o con los guardias se le sumaba la imposibilidad de contacto con el mundo exterior, tampoco podían acceder a visitas por parte de familiares, porque simplemente nadie sabía que ellos estaban allí. Como es comprensible, el aislamiento era otra de las medidas de violencia psicológica. Impedir que el prisionero tuviese contacto con otras personas o realidades. Generalmente eran transportados con los rostros cubiertos y se les cubrían los oídos para que no pudiesen escuchar el más mínimo sonido. La estrategia, al igual que en tantos otros casos de tortura, consistía en destruir la moral del prisionero, reducirlo psicológicamente para que acatara todo aquello que le fuera solicitado. Otro mecanismo bastante conocido era el de la privación del sueño. Generalmente se le permitía al prisionero dormir, para luego ser despertado a las pocas horas preguntándole cuestiones personales. En caso que respondiera mal era torturado. Luego se le permitía descansar y el proceso se reiteraba. Varios de los prisioneros perdieron el conocimiento de la realidad y experimentaron enfermedades psiquiátricas. Si bien la prisión tenía un reglamento, no era sujeto de inspección por parte de las cúpulas superiores, por lo cual los encargados de la misma obtenían libre accionar. 









Al ingresar a Tuol Sleng los prisioneros eran fotografiados para luego dar inicio a su expediente. Tomando conocimiento del avance de los vietnamitas hacia 1979, los encargados de la prisión destruyeron gran parte de dichos archivos, haciendo imposible obtener información para conocer los perfiles de las personas allí torturadas. A pesar de ello, las fotos de los expedientes fueron salvadas. Hoy día las mismas son expuestas en el museo que funciona en la antigua prisión. Gran parte de las personas retratadas allí son desconocidas por completo.





Dentro del ideario de la nueva nación se encontraba la necesidad de restablecer los lazos con las rutas tradicionales camboyanas. Esta idea fue combinada con las premisas revolucionarias. De todas formas es importante tener en cuenta que la nación asiática no partió de una sociedad industrial, con fuerte arraigo a las premisas revolucionarias. Por ende, la idea de una gran revolución nacional no buscaba el triunfo del proletariado e instaurar un gobierno de los trabajadores, más bien tenía el interés de regresar a la sociedad pre-Occidental, es decir a los verdaderos orígenes de Camboya. Dicho interés derivó en la necesidad de separar lo autóctono de lo foráneo, por lo cual los extranjeros no fueron eximidos de padecer las torturas en los campos de concentración. Se estima que alrededor de 500 extranjeros pasaron por las celdas de Tuol Sleng. Dado que desde 1973 en adelante comenzó un éxodo masivo de ciudadanos extranjeros, unos pocos quedaron en territorio camboyano o fueron capturados cuando buscaban escapar. La gran mayoría de ellos fueron enviados a Tuol Sleng o bien asesinados en el acto. Un importante sector de los prisioneros extranjeros eran asiáticos, entre los cuales se encontraban vietnamitas, chinos, laosianos y tailandeses. Empero también fueron capturados occidentales. Ciudadanos estadounidenses, australianos, franceses, neozelandeses y británicos padecieron el flagelo de la tortura en S-21. Del total de extranjeros ingresados en Tuol Sleng ninguno sobrevivió. Generalmente se buscaba conectar a los extranjeros con actividades de sabotaje a la cultura khmer. Eran acusados de profesar religiones que atentaban contra el ideario nacional o bien eran señalados como agentes encubiertos de servicios secretos extranjeros. Leyendo los registros oficiales (donde no figuran todos los extranjeros que pasaron por la prisión) se aprecia que gran parte de ellos eran simples ciudadanos que no tenían conexión alguna con los crímenes de los cuales eran acusados. O bien se trataba de turistas o en algunos casos de personas que habían caído en el lugar equivocado en el momento menos oportuno. 









La caída de la Kampuchea Democrática a manos de los vietnamitas en 1979 permitió que el mundo entero conociera las atrocidades llevadas a cabo por los Khmer Rouge. No solo se obtuvo conocimiento de los campos de concentración, además se descubrieron fosas comunes a lo largo de todo el país. Pronto serían caratuladas como "Los Campos de la Muerte", símbolo del genocidio camboyano.





Las atrocidades cometidas en Tuol Sleng durante los cinco años de gobierno khmer son indescriptibles. No hemos entrado en detalle en describirlas pero sin lugar a dudas forman parte de las mayores atrocidades jamás cometidas en la historia. Para muchos analistas se trata del peor genocidio del siglo XX. En lo personal, pienso que no se trata de ver cuál fue peor, no hay una escala para medir la maldad. Lo acontecido en Camboya fue una matanza, una legítima masacre. En el trabajo me he centrado más en describir los acontecimientos que llevaron a dicho evento, los justificativos, las ideologías, la realidad en Tuol Sleng y el legado que nos deja. Pienso que la forma correcta de hacer memoria es tener una visión completa desde los pasos previos hasta las consecuencias. Luego de los eventos de 1979, la República Socialista de Vietnam emprendió una invasión sobre Camboya que llevó a la caída de la Kampuchea Democrática. Desplazándose desde el este, los vietnamitas acorralaron a los Khmer Rouge en el oeste, haciendo que terminaran huyendo hacia la jungla y la frontera con Tailandia. En su paso, las tropas viet, chocaron con la ciudad fantasma de Phnom Penh. Ésta había sido abandonada por los pocos Khmer Rouge que quedaban en ella al enterarse de la cercanía del enemigo. Irremediablemente dieron con la prisión de Tuol Sleng. Donde durante el último lustro habían acontecido las peores atrocidades de los seguidores de Pol Pot. Allí, donde pasaron miles de prisioneros de toda índole, quedaba la vacía imagen del horror que dejaban a su huida los comunistas. Se estima que por la prisión pasaron entre unos 15.000 y 20.000 reclusos. La cifra convencional, de acuerdo a las estimaciones basadas en los registros del régimen, es de 17.000 - 17.500 prisioneros. Si bien varios de ellos fueron trasladados a otros campos, un escaso número reinsertados en la sociedad y otros tantos fusilados a las pocas horas de ingresar, Tuol Sleng se tragó a los 17.000 prisioneros que por allí pasaron. Todos terminarían con un final trágico. Al ingresar los vietnamitas a la prisión, tan solo encontraron a ocho sobrevivientes, de los cuales la mitad eran niños de entre dos y 5 años. Luego aparecieron otros cuatro sobrevivientes, lo cual ha llevado a los historiadores a situar la cifra final en 12 sobrevivientes. Esos sobrevivientes fueron los que los invasores extranjeros encontraron dentro de la prisión. Se ha sostenido a lo largo de los años que en días previos otros tantos lograron escapar al ver que los guardias se habían retirado. Lo cierto es que los doce sobrevivientes dan cuenta de la terrorífica realidad experimentada por más de 17.000 personas durante cinco años. Tuol Sleng es una prisión donde de la totalidad de los ingresantes solo sobrevivieron menos del 0,1%. El restante 99,9% solo han sido conocidos por la misma prisión que los despojó de sus vidas. Al año siguiente de su caída, en 1980, los vietnamitas y el nuevo gobierno allí instaurado crearon el actual museo que opera donde se encontró históricamente la prisión. Buscaron dejarlo tal como lo habían encontrado, es decir en las mismas condiciones como lo habían dejado los últimos Khmer Rouge que por allí caminaron. A pesar del notorio registro que tenía la prisión, varios archivos fueron quemados, desaparecieron o se traspapelaron en los días finales. Por ello ha sido difícil reconocer a las miles de víctimas, dar con el paradero de sus restos o bien elaborar un nuevo registro. Recordemos que los depósitos originarios de los cuerpos de las víctimas fueron colmados en los primeros años por lo cual de allí en adelante los nuevos fueron dispersados por diversos lugares, la mayoría terminando en fosas comunes. Los años posteriores a los Khmer Rouge fueron caóticos. La situación socioeconómica en Camboya no se moderaría hasta entrado el siglo XXI. Dados los recursos de la nación y otras cuestiones sustanciales, no ha sido fácil recomponer la historia que solo conocen los pasillos de Tuol Sleng. Una prisión que dejó menos sobrevivientes que los guardias que la operaron. Cientos de oficiales que estuvieron a cargo de la prisión no aportaron datos significantes. Recién a partir de 2006, con la presión de la comunidad internacional bajo el auspicio de las Naciones Unidas y diversas organizaciones no gubernamentales, comenzó a realizarse un juicio respecto a los crímenes acontecidos en aquellos años, donde fueron juzgados líderes de la Kampuchea Democrática y donde se trató la cuestión de Tuol Sleng. Lo cierto es que dado el bajo número de sobrevivientes, la pérdida de archivos vitales, la reticencia de antiguos guardias por dar testimonio y la indiferencia de una sociedad que padecería nuevos flagelos durante los próximos cuarenta años, jamás se logró hacer justicia verídica respecto a lo acontecido en la peor prisión que Camboya jamás haya tenido. Posiblemente debamos preguntarnos qué más queda por hacer, de todas formas la propia prisión, hoy convertida en museo nacional, queda como un nefasto monumento histórico respecto al terrible régimen del terror que gobernó Camboya durante cinco años que difícilmente puedan ser olvidados.





                             Tomás Vera Ziccardi






* La totalidad del presente trabajo es obra material e intelectual del Señor Tomás Vera Ziccardi. Los derechos del mismo quedan estrictamente reservados a TVZC por expreso pedido del autor