lunes, 15 de diciembre de 2014

El asesinato de Robert Francis Kennedy y los Estados Unidos de América que no fueron



El asesinato de Robert Francis Kennedy
y los Estados Unidos de América que no fueron









Autor: Tomás Vera Ziccardi






Tomando en cuenta la convulsión política y social experimentada durante la década del 60 en los Estados Unidos observamos una vasta multiplicidad de actores que fueron sumamente relevantes para dicho momento histórico. Dentro de éstos encontramos líderes políticos y sociales que viraron tanto el enfoque como el rumbo de los aspectos más intrínsecos de la potencia hegemónica. La familia Kennedy fue en ascenso desde la década del 30 cuando Joe Kennedy, prominente empresario allegado al poder durante los años de la administración Roosevelt, adquirió relevancia política a través de su rol diplomático hasta fines de los 60s cuando Bobby Kennedy estuvo cerca de alcanzar el lugar que su hermano Jack Kennedy ocupó 8 años antes. Los Kennedy introdujeron profundos cambios a nivel nacional, algunos de los cuales mejoraron la vida de ciertos sectores sociales y perjudicaron los intereses de otros. En otros trabajos tales como John Fitzgerald Kennedy y JFK: los inicios de un gobierno llamado a cambiar el destino de la nación hemos hablado del enfoque liberal en clave social adoptado por los Kennedy y los cambios que "Leadership for the '60s" proponía introducir durante toda la década de los 60s. Parte del proyecto de nación encabezado por JFK pareció desvanecerse con el asesinato del trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos el 22 de noviembre de 1963. Los drásticos cambios a nivel estratégico impulsados por los intereses del establishment estadounidense demandaron un giro tanto en la conducción como en el sentido geopolítico. Previamente se ha hablado de los cambios impulsados con el inicio de la administración Johnson así como también de la profundización de temáticas sociales vinculadas a la protesta civil, el rol ciudadano y los derechos sociales. La segunda mitad de los 60s explayaría la coexistencia no pacífica de ambos polos, es decir de ambos enfoques. Dentro del mencionado clima nacional, Robert Francis Kennedy, hermano menor del expresidente, ex Procurador General de la Nación (1960-1964) y Senador Nacional por el Estado de Nueva York (a partir de 1965) comenzó a adquirir mayor presencia nacional en temas sociales (principalmente vinculados a derechos civiles y derechos de las minorías). Los años de confrontación y carácter rígido habían quedado atrás, el nuevo Bobby, ya no más Ruthless, brindaba un discurso pacifista y conciliador que llamaba a poner fin a la confrontación nacional e internacional para trabajar en conjunto por una mejor nación y un mejor mundo. Robert Kennedy sería una figura clave durante la segunda mitad de la década, acaparando el apoyo de las masas pero al mismo tiempo el rechazo de la élite. Sus convicciones, su llegada a la gente, su imagen, su oratoria y sus ideales lo convirtieron en el abanderado de quienes creían y luchaban por un legítimo cambio. Pronto, desde Arlington la llama de la esperanza volvió a hacerse presente en los corazones de todos los estadounidenses. El legado se abría paso en medio de una violencia social y política no vista previamente, por lo menos desde la posguerra. Dentro del mencionado contexto Bobby sería una figura central, algo que también delimitó los alcances de su propuesta y que terminó decantando en su asesinato el 6 de junio de 1968. De los acontecimientos que tomaron lugar en el Hotel Embajador a la era pos-1968 hubo un abismo ideológico y moral de proporciones estructurales. La historia cambiaría para siempre, signando un rumbo diferente para los Estados Unidos de América.









Robert Francis Kennedy es recordado como uno de los más prestigiosos cuadros políticos que tuvo Estados Unidos durante el siglo XX. Su desempeño en política y servicio al estado incluyeron funciones tales como asesor del Congreso, jefe de campaña presidencial, Procurador General de la Nación, Senador y precandidato presidencial. 



"Of course to adhere to standards, to idealism, to vision in the face of immediate dangers takes great courage and takes self-confidence. But we also know that only those who dare to fail greatly, can ever achieve greatly". 





 Luego del Incidente del Golfo de Tonkin (1964) Estados Unidos realiza su entrada formal en el conflicto bélico suscitado en Vietnam. Su involucramiento data de la década del 40 y progresivamente a lo largo de los años la nación americana amplió su compromiso en Indochina. La administración Kennedy tuvo una cuota de participación importante, sin embargo será bajo el gobierno de Johnson que los Estados Unidos desplegará en la región grandes contingentes de soldados. Con el paso de los años el conflicto escaló, conllevando a una agudización del mismo donde Estados Unidos se tornó parte integra e indispensable. Vietnam pasó a ser un tema de primera categoría para el pueblo estadounidense. Al mismo tiempo, los reclamos por derechos civiles se incrementaron llevando a que la delgada barrera que contenía el conflicto social y racial se tornara permeable. Recordemos que el rol del sindicalismo estadounidense durante dicha década también fue relevante, de igual forma que los movimientos estudiantiles se nutrieron de peso propio. Los enormes gastos del estado para sustentar la guerra en el Sudeste Asiático eran rechazados por sectores de la sociedad civil que abogaban por igualdad social y un mayor grado de compromiso con los problemas internos. La segunda mitad de la década evidenció un grado significativo de crisis social, con constantes protestas contra el poder consolidado, críticas al establishment y reclamos por reducir los notorios grados de desigualdad social. La adminstración Johnson buscó mantener un equilibrio que con el tiempo se tornaría insostenible, así fue como promovió legislación en materia social pero también incrementó el presupuesto destinado a Vietnam. Si bien es cierto que Estados Unidos contaba con serios temas a resolver en el orden interno, su rol como potencia hegemónica en los albores de la bipolaridad llevaban a que no pudiera descuidar la lucha por el dominio global. Esto explica, en parte, lo previamente estipulado. En pocas palabras, durante los cuatro años de la administración Johnson la situación social en Estados Unidos fue delicada, no solo por la complejidad de fuerzas y variables que ejercían presión sino también por los actores sociales, políticos y económicos que entraban en juego. 

Robert Kennedy había respaldado el accionar de su hermano como presidente en Vietnam. Luego del asesinato de John Kennedy, Bobby incluso respaldó a Johnson en dicha cuestión. A pesar de esto, durante sus años como senador cambió el enfoque y ya a partir de 1967 comenzó a oponerse discursivamente a la guerra. Recordemos que evaluamos su posición oficial y no su pensamiento personal respecto a la guerra. Hacia fines del mencionado año y especialmente luego de la primera Ofensiva del Tet (comienzos de 1968) Robert adoptó una posición claramente opositora hacia la participación estadounidense en Vietnam. Otros líderes demócratas tales como McCarthy habían mantenido una línea durante el conflicto, oponiéndose al mismo desde un comienzo. Si bien hay quienes señalan que Bobby se opuso a la guerra a fin de realizar un acercamiento hacia los sectores más radicales, lo cierto es que su discurso distaba del de McCarthy en cuanto el senador por Nueva York creía que el objetivo de poner fin a la guerra en Vietnam era centrar los esfuerzos nacionales en cuestiones internas de necesidad inmediata. Respecto a la cuestión social, RFK fue quien mantuvo una línea desde sus años como asesor de JFK hasta 1968. Bobby consideraba necesario realizar cambios profundos para acabar con los problemas derivados del clivaje racial. Era respetado dentro de los grupos que fomentaban la igualdad racial, las uniones de trabajadores y los movimientos estudiantiles. Dicho apoyo social recibido por el candidato demócrata contrastaba con el rechazo por parte del poder político, menos proclive a expresarse de forma tan radical en cuanto a la variable racial. Posiblemente ello también repercutió en el distanciamiento de RFK una vez dado inicio el mandato de LBJ. Recordemos que Bobby no fue funcionario de la mencionada administración. Por otro lado, la postura de Robert en dicha cuestión lo distanciaba de los demás referentes de su partido, quienes veían en Bobby y los grupos que lo apoyaban una seria amenaza política. Por parte de los republicanos no había demasiado temor, principalmente porque Kennedy aún no era visto como un serio candidato para la interna demócrata y el partido del elefante estaba terminando de ajustar su política partidaria con vistas a ocupar la presidencia luego del 68. Donde RFK si despertaba temor era en los sectores vinculados a inteligencia y las grandes corporaciones. Sin lugar a dudas él era más radical que su hermano mayor y estaba no solo llamando a un fin en la participación nacional en Vietnam sino que además reavivaba el reclamo social en áreas donde ciertos grupos de poder aún no querían introducir modificaciones. Si bien el apoyo social es clave para ganar una elección, el respaldo de los grupos de poder concentrado es vital para convertirse en presidente. Sí, ganar la elección no es lo mismo que convertirse en presidente. Como se puede apreciar, Robert Kennedy mantuvo determinadas posiciones políticas respecto a los principales acontecimientos que remitían a la agenda nacional del momento. En determinados casos obtuvo el respaldo social y en otros el rechazo de la élite. Bobby se había hecho de poderosos enemigos ya desde sus años como asesor en el Despacho Oval. Sus modos molestaban a burócratas y empresarios. Desde la CIA y el Pentágono hasta los gobiernos locales, eran varios quienes creían que Bobby era una amenaza a su condición y posición. Los años de respaldo a los Freedom Riders y Martin Luther King Jr. todavía permanecían frescos en la memoria de varios. A pesar del cambio que el senador había adoptado recientemente, su apellido y herencia directa eran vistos con recelo en Washington D.C, después de todo Robert era un Kennedy lo cual no lo convertía en "uno más" ni mucho menos en "uno de". Finalmente, su rol como senador le permitió acaparar una mejor posición en el plano nacional, algo que en consonancia con su estilo político le arrojaron como saldo un notorio crecimiento desde fines de 1967 hasta el primer cuarto de 1968. 









Durante un momento histórico de demandas sociales y mayor participación ciudadana Kennedy fue una figura que logró reunir a jóvenes, estudiantes universitarios, trabajadores, miembros de movimientos sociales y gremios. Su visión acaparó la atención de toda una generación que abogaba por un cambio de rumbo a nivel nacional.







A comienzos a 1968 y con vistas a las elecciones presidenciales del mismo año, comenzaron a delimitarse las candidaturas presidenciales de ambos partidos políticos. Por parte de los demócratas existió un inicial pronunciamiento respecto del presidente en ejercicio Lyndon Johnson, candidatura que luego sería retirada. Por parte de Kennedy los medios de comunicación introdujeron la duda respecto a su lanzamiento, algo que finalmente quedaría disipado al pronunciarse el senador respecto a sus intereses por competir para la nominación partidaria. Los dos otros candidatos de peso dentro del partido eran Humphrey y el previamente mencionado McCarthy. Respecto del primero, vicepresidente en ejercicio y fuertemente respaldado por los congresistas demócratas en Washington, debemos mencionar que era el candidato por naturaleza a ser nominado por la convención, por lo cual la candidatura de Bobby le generaba relevantes problemas. El caso de McCarthy, senador en ejercicio, era diferente, si bien contaba con apoyo popular fruto de su oposición a la guerra de Vietnam, tenía menor apoyo partidario y Bobby amenazaba con quedarse con parte del electorado que lo respaldaba. De todas formas queda claro que la carrera recién comenzaba  y el panorama era alentador para cualquier candidato si tomamos en cuenta la negativa a presentarse por parte del presidente Johnson. 

La campaña de Kennedy acaparó la atención de los principales medios del país así como también de los sectores vinculados a los movimientos sociales, sindicales y estudiantiles. La propuesta del senador giró en torno a poner fin a la guerra, centrar el rumbo de la economía, mayores derechos sociales para las minorías, reforma íntegra de la administración pública y lucha contra la corrupción. El clamor social tuvo un notorio crecimiento en las primeras contiendas electorales, donde Kennedy se impuso en Indiana y Nebraska a pesar de salir derrotado en Oregon. Todos los caminos se dirigían a una confrontación directa con McCarthy que daría lugar al candidato natural que le disputaría la verdadera interna a Humphrey. Tomando en cuenta el calendario electoral, la próxima prueba sería el complejo Estado de California donde ambos candidatos eran fuertes. Armas políticas tales como la popularidad de Kennedy entre los jóvenes, el respaldo de los sindicatos, el apoyo en los barrios pobres y su carisma serían fundamentales para dar el gran paso que sepultaría a McCarthy y pondría en serios aprietos al propio Humphrey. La victoria fue ajustada pero a fin de cuentas Robert Kennedy ganó la interna de California, algo que fue un duro golpe para los sectores opositores en Washington D.C y para la línea mayoritaria del partido que añoraba a Humphrey como candidato partidario para enfrentar a quien sería el candidato republicano, Richard Milhous Nixon (¡algo que terminaría sucediendo!). En pocas palabras: Bobby pasó de ser una simple amenaza a la más clara y realista posibilidad de cambio, no solo nacional sino también en clave partidaria. Pocos creían que pudiese llegar demasiado lejos, sin embargo el triunfo en un estado clave disipó las dudas y lo colocaron entre los principales candidatos en la carrera hacia la Casa Blanca. Queda más que claro lo que representaban la llegada de los ideales de RFK a tan alto nivel en la escala de toma de decisiones. Parecía una pesadilla para quienes habían dejado pasar a JFK (también para los que habían perdido frente a él). Para ciertos sectores no era factible ver a otro Kennedy en el Despacho Oval, mucho menos a Bobby. La guerra en Vietnam debía seguir, así como también debían continuar creciendo las grandes corporaciones que se nutrían de los contratos armamentistas con el estado. La cuestión de los derechos civiles, para varios sectores, debía ser acallada, algo que quedó en evidencia cuando en abril del mismo año asesinaron a Martin Luther King Jr. De todas las pesadillas Bobby era la peor para varios sectores del poder hegemónico, por lo cual si lo dejaban pasar más allá de California llegaría un punto de no retorno. Luego de proclamar la victoria en la elección desde su bunker en el Hotel Embajador de Los Ángeles, Robert Francis Kennedy fue asesinado en condiciones que no han quedado del todo esclarecidas hasta la actualidad. 










"It is from numberless diverse acts of courage and belief that human history is shaped. Each time a man stands up for an ideal, or acts to improve the lot of others, or strikes out against injustice, he sends forth a ripple of hope".



Bobby Kennedy anuncia en el Hotel Embajador la victoria en las primarias del Estado de California momentos previos a recibir los disparos que acabarían con su vida al día siguiente. En la imagen se puede apreciar la felicidad, esperanza y alegría en los rostros de quienes acompañaron al senador hasta Los Ángeles.






Robert Kennedy representó el pensamiento y los sueños de toda una generación que creía en el cambio. Un pueblo que deseaba llevar a lo más alto el debate respecto a las prioridades que debía tener Estados Unidos como nación. En un escenario global sumamente complejo como lo fue la Guerra Fría pocos comprendieron que Vietnam era primordial para los intereses de los Estados Unidos, al mismo tiempo que la planteada propuesta del retiro progresivo no era tan fácil de ejecutar como se proponía discursivamente. En cuanto a la variable social si bien desde JFK hasta el fin de la administración Johnson se realizaron enormes esfuerzos para otorgarles mayores derechos a las minorías, varios cambios de índole estructural no lograron ser introducidos. Para ciertos procesos sociales esto llevaría décadas y los resultados comenzarían a verse recién terminada la bipolaridad. Si bien Kennedy esperanzó a toda una generación de jóvenes estadounidenses, también molestó a las generaciones previas que con mayor madurez política y comprensión de los temas internacionales advertían que los cambios radicales que Bobby buscaba introducir no podían tomar lugar de forma ligera. Respecto de su asesinato podrían exponerse una infinidad de cuestiones, lo cierto es que dicho acontecimiento significó un cambio rotundo de orden multidimensional. A nivel micro la interna del Partido Demócrata se modificaría drásticamente, conllevando a la derrota en las elecciones presidenciales que terminarían consagrando a Nixon. La administración Johnson no logró salir del pantano y la situación en Vietnam se agravó, dilatando aún más la agonía norteamericana en Asia. En cuanto al nivel macro se evidencia el fin de la esperanza y los sueños de una generación de estadounidense que creyeron poder tomar las riendas de su nación frente a los poderes históricos que han tenido injerencia en la vida nacional. Lo que los historiadores han señalado como la saga de asesinatos, JFK, MLK y finalmente RFK, repercutió en la moral de quienes creían poder cambiar las cosas trabajando por un futuro más próspero. Ello incluía a los movimientos pacifistas contra la guerra, las organizaciones de trabajadores, los jóvenes universitarios liberales y los sectores que pregonaban la igualdad racial. Fue un duro golpe para todo ellos y durante los próximos veinte años no volvería a verse en los albores de la Guerra Fría la esperanza de un cambio real. Pronto sería turno de los triunfos de la administración Nixon que lo llevaron a su reelección, el posterior Escándalo de Watergate, la crisis de Irán, la Crisis del Petróleo, las crisis productivas e inflacionarias, el regreso al poder de los neocons de la mano de Reagan, la escalada del gasto para la Guerra Fría y los inicios de la administración Bush. Hay quienes sostienen que la euforia y esperanza de un cambio real no volvería a tomar lugar hasta cuarenta años más tarde con la candidatura presidencial de Barack Hussein Obama, otros simplemente creen que jamás volvió a experimentarse una sensación a escala nacional como la vivida en 1968. Todo puede ser posible, principalmente porque los cambios históricos también representaron cambio generacionales, donde quienes no tuvieron su lugar se amoldaron y quienes llegaron vivieron de la epopeya del relato kennedista de los 60s. Sea como fuese, el asesinato de Robert Francis Kennedy implicó la imposibilidad de concretar un proyecto de nación iniciado y revitalizado a lo largo de la década del 60. Un proyecto que planteaba otra nación, otros Estados Unidos de América, los Estados Unidos de América que no fueron. Siendo imposible volver atrás en el tiempo y modificar la historia, sí es válido centrarse en el legado que cada proceso y líder nos han dejado. A pesar de haberse ido en la cúspide de la carrera por la presidencia y en un momento único de la historia nacional, Bobby Kennedy dejó entreabierta la puerta de la lucha social y política por un cambio real. Kennedy representa los mismos ideales que defendió durante toda su vida, la convicción y creencia que se puede cambiar el destino de una nación, que los intereses del pueblo se encuentran por sobre todo y todos, que es posible luchar por lo que uno cree y que debemos preguntaron por qué no en lugar de por qué. El legado de Kennedy ha sido ese balance histórico entre las dos corrientes que han pujado por comandar los designios de los Estados Unidos. La viva esperanza de paz, libertad, justicia e igualdad. Luchar contra los poderosos y contra el poder en sí mismo, en fin luchar por lo que uno cree. Puede que aquella nación no haya podido materializarse pero el legado aún perdura, estando presente en todos aquellos que creen y trabajan por el verdadero cambio.






                                                                                 Tomás Vera Ziccardi





* La totalidad del presente trabajo es obra material e intelectual del Señor Tomás Vera Ziccardi. Los derechos del mismo quedan estrictamente reservados a TVZC por expreso pedido del autor


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